Lo cotidiano hoy está mediatizado y expuesto. En esa situación nos pone la pandemia. Las prácticas mediatizadas se imponen a rituales tradicionales como dar o tomar una clase --en modo virtual--, y se conjuga con la incertidumbre ante el coronavirus y lo imprevisto de la muerte. Esa acechanza potenciada por un virus del que se ignora casi todo se cierne sobre este mundo mediatizado donde quedó inscripta la muerte de la docente Paola De Simone, mientras daba una clase por Zoom a sus estudiantes universitarios.
Expone la “construcción de un mundo mediatizado del que todavía no tomamos conciencia” sostiene el investigador en comunicación y docente universitario José Luis Fernández. Esa falta de conciencia sobre las prácticas transformadas por la virtualidad, es lo que expuso la muerte de la docente, el 2 de septiembre, mientras daba una clase para la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Y quedó inscripta en una línea de tragedias que todavía la sociedad no ha tramitado, en el sentido de “entender el evento” detalla Fernández. Esto supone deconstruir esa muerte y tratar de entenderla desde la dinámica que impone la modalidad. “Lo desmontás y aparece que la docente trabajaba con la misma intensidad del cara a cara --señala Fernández--, sin darse cuenta de que la salud ocupaba un lugar distinto y un tipo de estrés que le generaban las pantallas respecto al aula como ámbito especializado y de contención”.
Paola había tenido covid y aún mantenía síntomas: “leves” explicó la docente en un mensaje de redes cinco días antes del hecho. Y se los recordaba a sus alumnos cada vez que iniciaba una clase. Es parte del protocolo docente. Y esos alumnos fueron los que al viralizar el video de su muerte dieron la alarma sobre “la mediatización de la vida y de la muerte”, destaca Fernández.
El caso inicialmente puso en cuestionamiento el vínculo con sus empleadores. Paola era licenciada en Relaciones Internacionales, en Ciencias Políticas, y se especializó en Recursos Humanos. Daba clases en la UADE y también en el CBC de la UBA, luego de ejercer 15 años en la Torcuato Di Tella, y de graduarse en El Salvador.
“Pero nosotros no nos expedimos porque no vimos hasta el momento que hubiera ninguna anormalidad del empleador para con ella. No hubo denuncias, ni de su familia, respecto a esto. Ella decidió seguir dando clases estando enferma” explican en el Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP). Al sinfín de dudas que provocó su muerte, sus colegas responden con palabras sencillas: “siguió trabajando porque estaba en la casa y no se sentía mal”, “la distraía, era bueno para ella”, “no estaba mal como para quedarse en cama”, cuentan.
Para el SADOP, lo importante es ver que “se trata de una situación de emergencia. No estamos haciendo educación a distancia ni teletrabajo, estamos tratando de mantener el recorrido educativo de los estudiantes ante una emergencia”. Y refuerzan a partir de este caso, la necesidad de garantizar los derechos laborales “como si fueran en el marco de nuestros trabajos habituales”. Pero “tuvimos que adaptarnos a trabajar por medios tecnológicos, tuvimos que aprender muy rápidamente a trabajar desde casa”, detallan. “Por eso queremos advertirles a nuestros compañeros que si se sienten mal tienen que solicitar licencia, porque aunque no tengan que viajar para dar clases, lo que hacemos sigue siendo trabajo, es intensivo y es estresante” sintetizan.
“No sabemos lo que pasó, aparentemente Paola no presentó ningún pedido de licencia a la universidad. No era afiliada nuestra, pero no tenemos constancia de una denuncia en ese sentido ni de que ella hubiera pedido licencia y se la hubieran negado”, explican. Pero el caso les permite “reafirmarnos en el acta paritaria que se firmó el 4 de junio en el Ministerio de Educación, donde se define que esto no es teletrabajo, es educación en un contexto de aislamiento social y es importante garantizar la desconexión digital, no estar en jornada laboral extendida y respetar el horario que teníamos en las aulas”. Destacan que las situaciones médicas continúan teniendo licencia médica. La covid-19 es considerada una enfermedad profesional. La toma la ART. Es un logro gremial. “Si te pasa, avisás, llamás al médico y mandás el certificado para tener una licencia médica” indican.
Desde FEDUBA, el gremio que agrupa a los docentes de la UBA, Christian Dodaro, su Secretario de Comunicación coincide: “hay que extremar los cuidados y pensar que la situación de aislamiento no exime de la licencia por enfermedad, ni de la necesidad de avanzar en el reconocimiento de las condiciones que las universidades tienen que garantizar como las herramientas de trabajo y la conectividad”, aporta.
La muerte de Paola conmovió a la comunidad educativa. No solo por la voracidad digital sobre el video del evento que se hizo viral. “Sino porque muestra niveles de no conciencia social e individual sobre las mediatizaciones” sostiene Fernández, docente de la UBA. Habla de “pasar del cara a cara, a lo mediatizado hace que muchos docentes están desbordados y enojados porque lo ven como perdida. Cuando en realidad es otro régimen de intercambio discursivo. Y hay una gran riqueza, pasan otras cosas, para las que no estamos entrenados y que además la sociedad ignora porque solo se piensa en el contenido. En Zoom, la mediatización se impone”.
Para Fernández, la mediatización expone otro nivel de análisis y es que “estás en vivo, te morís o pasa cualquier cosa, porque el vivo está lleno de accidentes y no hay conciencia de eso. Decir sincrónico, es decir ‘en vivo’, y la muerte se convierte en un evento social para los que miran, te desmayás o se te cae el mate, es el vivo”, enfatiza. Y señala otro nivel de análisis: el de las plataforma y redes: “estas ahí y la profe tiene un colapso, es un tema” reflexiona.
“En el evento que es hoy una clase, estás al borde de la viralizacion con cualquier cosa que salga de la norma, va a circular, esa conciencia de estar en red no está extendida” sostiene el investigador. Y respecto a la queja sobre la reacción de los alumnos señala: “La viralización es inevitable, es un efecto, en este mundo de procedimientos y circunstancias fuera de control, no podemos suponer o especular, sino tratar de entender”. ¿Tendría que haber trabajado la docente, no tendrían que haber viralizado la escena los alumnos?, se pregunta. “Son suposiciones, hay que pensar qué pasó y cómo se llegó a eso. Claramente no por conciencias sino por automatismos” advierte.
Para el SADOP, “a veces la vocación hace que llegado el momento uno siga, y no se puede seguir siempre. Y a pesar de que estemos en casa, no hay que seguir trabajando si entramos en contacto con la enfermedad, es nuestro mensaje a la comunidad” concluyen.
La encuesta
“Apenitas comenzó la pandemia --cuentan en SADOP-- organizamos una encuesta nacional sobre trabajo docente: ‘Contanos para ayudar’. Surgió que el 60% de los trabajadores no tenía una computadora de uso exclusivo para trabajar, la tenía que compartir en el ámbito familiar. La cantidad de horas de trabajo excede hoy lo que se hace habitualmente en el aula. Aumentan los dolores y se suman nuevos, en espalda y brazos, por la posición ante la computadora”, resumen. Sobre esa base luego se firmó la paritaria con la que se trató de dar un orden a la nueva modalidad, “que apareció de la nada y donde tuvimos que aprender todo –destacan--, y seguiremos aprendiendo, mientras los empleadores tienen que hacer todo lo posible para proveer de los elementos tecnológicos a los empleados”.