La abogada Daisy Irala asume desde 2010 la defensa de combatientes del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Representó hace dos meses en un juicio a Carmen Villalba, tía de las dos niñas argentinas baleadas en Paraguay durante un operativo de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC). Ahora representa a su colega y amiga Miriam Villalba, y a su hermana Laura, licenciada en Enfermería, madres de Lilian y María, las primas que, según Irala, lejos de ser combatientes estaban visitando a sus padres biológicos. En diálogo con PáginaI12, la defensora de la familia Villalba desmonta una por una las fallas del procedimiento y critica la "impunidad" del gobierno paraguayo. "Hicieron una manipulación irrespetuosa y grosera de los cuerpitos de las niñas. Pensaron que nadie iba a protestar, pero se equivocaron", asegura.
- Tras la muerte de las niñas, miembros de la FTC quemaron sus prendas y enterraron sus cuerpos con la excusa del coronavirus. ¿Cómo se explica esa actitud desde el derecho?
- No hay ningún justificativo para hacerlo. Ante la barbaridad de la ejecución, el Ministerio Público empieza a realizar varios actos desesperados. Lo primero que hacen es vestirlas con un uniforme que no les corresponde para decir que ellas estaban 'enguerrilleradas', que son adolescentes, que se movieron y ni nos dimos cuenta que eran niñas... El uniforme posteriormente tenía que aparecer para que nosotros como víctimas o cualquier otra autoridad de derechos humanos pudiera revisar. Entonces vino el siguiente problema: se iba a revisar el uniforme pero no iba a ser la talla de las niñas, y no iba a tener sangre, y no iba a tener agujeros. O por más que le hagan los agujeros de los disparos, no iban a coincidir con las heridas que causaron la muerte de las niñas.
- Ahí es cuando deciden quemar las prendas.
- Tienen la "brillante" idea de quemar la ropa, todas las pertenencias. El propio ministerio de Salud ya respondió que no hay un protocolo que diga que hay que deshacerse de las evidencias en estos casos, porque ellas no estaban enfermas ni eran positivas de covid-19. Fue una muerte violenta y por lo tanto las evidencias se tenían que preservar. Además, automáticamente tenía que entrar a regir el Protocolo de Minnesota, que establece claras pautas de cómo se tiene que proceder en estos casos. Y la pauta número uno dice cómo levantar el cadáver, cómo hacer la autopsia. Nada de eso se tuvo en cuenta.
- ¿Es habitual que en este tipo de operativos los abatidos sean enterrados inmediatamente en fosas comunes?
- Es lo que suelen hacer con los combatientes epepistas. A la fosa común y ya está. Las familias generalmente tienen miedo de ir a reclamar los cuerpos. Y justamente otro de los puntos centrales del Protocolo de Minnesota es el trato con la familia. Porque la familia es la víctima, entonces el Estado tiene que llamarla, si no tiene abogados facilitarle uno, ponerla al tanto de la investigación. Acá es todo lo contrario: hacen todo en secreto, entre cuatro paredes. Y como la cereza en la torta, en vez de abrir una investigación sobre los presuntos responsables de la ejecución, le abren una causa penal a las mamás de las niñas fallecidas. Sostienen que la responsabilidad de la muerte de esas niñas no es de los militares, es de las madres.
- Vuelvo al operativo. Oscar Chamorro, comandante de la FTC, reconoció que no hicieron filmaciones. ¿No queda ningún registro de ese día?
- Nada. Primero dijeron que no tenían por qué filmarlo porque no iba a ser un operativo, pero el presidente luego dijo que fue un operativo exitoso. Y fijate esta coincidencia. En el caso Curuguaty (el 15 de junio de 2012, policías quisieron desalojar a campesinos que ocupaban tierras en esa ciudad del este de Paraguay, dejando un saldo de 17 muertos) había filmado el helicóptero. Pero cuando se piden las imágenes, resulta ser que no funciona. Es una conducta sistemática de los órganos de seguridad. Cuando hay algo que va a comprometerlos, las cámaras no funcionan.
- ¿Por qué las nenas estaban ese día en el campamento?
- Los familiares dicen que estaban ahí porque querían conocerle cada una a su padre. Ellas no pertenecían a la guerrilla, sí sus padres. Ellas tenían su vida en Puerto Rico, provincia de Misiones en Argentina. Iban a la escuela, las maestras pueden atestiguar que hicieron todo el ciclo lectivo y no solamente el año pasado. El problema es que las fronteras se cerraron y ellas no pudieron regresar al país.
- ¿Van a solicitar una nueva autopsia de las niñas con la presencia del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)?
- Está dentro de los planes, porque en la primera autopsia que se hizo no se retiraron las esquirlas que provocaron la muerte de las niñas. Fue donde el médico dice que las chicas tienen entre 15 y 18 años. Eso no fue una autopsia. Y la segunda que hicimos después de exhumar el cuerpo tampoco fue una autopsia. Fue para tomar muestras de ADN, porque ellos dudan del lazo biológico entre la mamá y la hija. También para el estudio de la edad. En base a eso es que nosotros pedimos que el EAAF o equipos forenses de un tercer país puedan hacer una autopsia como corresponde, que de todas formas no va a ser lo mismo porque muchos rastros y evidencias que tendrían que aparecer en el cuerpo recién muerto ya no van a existir.
- El presidente Mario Abdo Benítez fue al lugar del operativo, posó armado y hasta celebró el accionar de la FTC. ¿No temía pagar un costo político?
- Yo pienso que no le importa porque ellos siempre hicieron esto. Es una cuestión de clase. Recuerda que es hijo del secretario privado del dictador Alfredo Stroessner. Recuerda que la dictadura persiguió mucho al campesinado y que las víctimas son hijas de campesinos. Y recuerda que tiene el apoyo de toda su clase social, que es la que detenta el poder. El Senado tiene la mayoría de los colorados, el partido que durante años sembró el terror. Hay una senadora (Mirta Gusinsky del Partido Colorado) que dijo que en esa zona hay que tirar bombas para acabar con toda la comunidad. Ahora bien, en ese momento él no lo pensó, pero se encontró con una sorpresa: las niñas son argentinas. Y eso hace que las papas quemen.