Desde Londres
Charles Russell tiene 27 años y hace seis meses que padece los efectos de la covid-19. En marzo este fotógrafo inglés era un dechado de salud que corría 5 Kilómetros en 23 minutos. Hoy le cuesta subir las escaleras.
El caso de Russell, revelado este domingo por el “The Observer”, ejemplifica uno de los problemas más complejos identificados por los epidemiólogos en torno al virus. Los menores de 40 años que contraen la covid-19 son un porcentaje menor de los casi 30 millones de casos desde el comienzo de la pandemia. Pero en la actual etapa de reapertura de la actividad económico-social, el número viene aumentando, igual que los interrogantes sobre su peligrosidad. En el Reino Unido representan hoy el 28% de los nuevos infectados. ¿Están realmente exentos de riesgo?, ¿son todos asintomáticos o enfermos leves?, ¿o el peligro es que son una potencial correa de transmisión de contagio intergeneracional?
Estos enigmas son una de las razones por las que el gobierno de Boris Johnson endureció las reglas de interacción social a partir de este lunes. En un intento de evitar un segundo confinamiento, están prohibidas en Inglaterra reuniones de más de seis personas dentro o fuera de las casas y la policía podrá aplicar multas de más de cien libras en el acto a los transgresores. El gobierno intenta contener la duplicación de casos registrada desde la reapertura de las escuelas a principios de mes.
En el Reino Unido y a nivel mundial el temor epidemiológico más debatido es el contagio intergeneracional que puede provocar este sector social menor de 40 años.
Pero según grupos de apoyo como "Long covid SOS" y expertos médicos, los jóvenes corren otros peligros para la salud invisibilizados bajo la idea de que son todos asintomáticos o leves. “Todo el énfasis está puesto en que los jóvenes están OK y que el problema es que pueden contagiar a sus abuelos. Lo que no es tan visible son los casos de jóvenes que contraen el virus, quizás no terminan en el hospital, pero contraen una enfermedad que los deja exhaustos con un síndrome post-covid 19 durante meses”, señaló al “The Observer” Charles Shepherd, asesor médico de la Asociación ME que trata el “síndrome de la fatiga crónica".
Es el caso de Charles Russell.
El mensaje de Russell
El fotógrafo dejó de trabajar el 14 de marzo luego de contraer el virus. El primer impacto duró dos semanas, pero su mejoría resultó engañosa. Muy pronto empezó a sentir terribles dolores en el pecho, “como si alguien se me estuviera sentando encima”.
Russell deambuló entre su médico de cabecera y el hospital de su zona que minimizaron el significado de esos síntomas hasta que encontró un médico que lo tomó más en serio. El test de anticuerpos confirmó que tenía el virus. La experiencia le cambió su visión de las cosas.
“Si hubiera sabido que me iba a pasar esto, habría tenido otra actitud en marzo. Pero en aquel momento se decía que si eras joven, serías asintomático o te enfermarías por un par de semanas y ya estaba. Cuando ahora veo que hay gente que se niega a llevar barbijo o a mantener las normas más elementales de la distancia social, quiero sacudirlos y contarles la pesadilla que he estado viviendo durante seis meses. Tengo amigos que tienen esa actitud negligente cuando van al pub o salen a cenar. Estoy preocupado por ellos”, le comentó al dominical.
Según el profesor de genética epidemiológica del King´s College, Tim Spector, hay unas 600 mil personas con síntomas que se extienden más allá de la covid 19. En algunos casos duran más de un mes. En otros tres meses. Los más graves pueden desarrollar una enfermedad crónica. En una pandemia que tiene más interrogantes que certezas, los epidemiólogos están analizando una enorme masa de datos que, con frecuencia, contradicen las aserciones planteadas en los primeros meses, desde el uso del barbijo hasta el impacto en distintos grupos etarios.
La teoría sobre el impacto a largo plazo en los sobrevivientes de cualquier edad es que el coronavirus ha perturbado de tal manera el sistema inmunológico que produce una reacción excesiva que conduce, en casos como el de Russell, a un síndrome de fatiga crónico, una condición semipermanente de debilitamiento físico y demoledor cansancio que impide toda actividad. “El sistema inmunológico continúa combatiendo un virus que no está. Es la disfuncionalidad que ocurre con el síndrome de fatiga crónico”, señala el doctor Charles Shepperd.
Y nadie está exento.