Sensaciones encontradas y aroma a deja vu generó la carta del ex presidente Mauricio Macri en el establishment. “No es su momento y empaña al resto”, escribió un hombre de la Unión Industrial (UIA) a uno de sus pares. Los dos lo bancaron, incluso cuando la mayor parte del sector le había soltado la mano, en la elección del 2019.
El espejo de los ceos es el que mejor expone los hilos del discurso del ex presidente. Su misiva resonó como una construcción de un relato ajeno a los números y a la realidad, carente de autocrítica, en el que vieron la pluma de los escribas del ex jefe de Gabinete, Marcos Peña. Los que averiguaron, se enteraron que la redactó el ex titular de Medios, Hernán Lombardi. En esas líneas, el Círculo Rojo observó, salvo contadas excepciones, un retorno a la retórica que lo llevó a Macri a la derrota: sobreactuación, discurso ultra y ocultamiento de errores. Todo a menos de un año de dejar el poder.
En diálogo con PáginaI12, diferentes fuentes del poder económico recordaron que el ex presidente tiene en su haber algunos antecedentes de negación a sus errores y de rechazo a las lecturas de las urnas. Citaron aquella salida al balcón de la Casa Rosada un día sábado, cuando un grupo de acólitos alimentados por líneas internas de Cambiemos se acercaron a la Plaza de Mayo a darle un respaldo al jefe de Estado luego de la derrota fuerte de las PASO.
Un viejo hombre de Techint, que leyó el texto de La Nación, se sonrió cuando vio la parte en la que Macri apeló a la construcción de una república con institucionalidad. Meses antes de las PASO, Tecpetrol, la petrolera del holding de Paolo Rocca quedó en una guerra legal con el ex ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. La firma había sido casi el único brote verde de la era M con 2000 millones de dólares de inversión en Vaca Muerta, a cambio de mayores subsidios para gas no convencional. Pero de un día a otro le bajaron el beneficio y entraron en conflicto. Fue el divorcio de Rocca con Macri.
En el agro pasó algo similar. Hay un puñado defraudado, precisamente, por el cambio de reglas de la economía de manera constante. El ejemplo más claro, la promesa fallida de bajar retenciones, que terminaron con un ex Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere, aumentándolas. La parte de la institucionalidad fue lo más rechazado de la carta.
En otros chats que incluyen a banqueros, recordaron la inclusión de jueces por decreto y hasta las aventuras que solía contar el ex presidente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenneger, cada vez que caminaba desde la calle Reconquista hasta la Rosada, para hablar con el presidente y pautar las condiciones de la política cambiaria e inflacionaria. La intervención del BCRA fue clave en la crisis económica.
“¿Me explicas cómo es esto?”, le preguntó un directivo de IDEA a un dirigente de la línea menos conservadora de Cambiemos en las últimas horas. Hasta la disruptiva carta de Macri, el establishment tallaba la sepultura política del ex presidente pensando en una renovación con impulsores claros. Los empresarios más jóvenes nucleados en el chat Nuestra Voz, que fundó el jefe de Mercado Libre, Marcos Galperín; y algunos históricos como el propio jefe de Clarín, Héctor Magnetto.
Los sectores que quedaron atados ideológicamente a Cambiemos, que son los menos, no se explican hoy por qué Macri dinamitó lo que el alcalde Horacio Rodríguez Larreta trató de edificar. En el PRO lo explican como “algo incomprensible, el mismo discurso que nos hizo ganar en 2015 y que nos hizo perder en 2019. No suma nada, no tiene autocrítica e interpela sólo a los convencidos”.
La abstracción del ex presidente es el gesto del mandatario que más padeció el establishment, que apostó por él para, por primera vez en muchos años, conseguir del Estado beneficios y políticas sin contiendas ni resistencias. Por eso, entre el domingo y el lunes, los que ya se quemaron con leche avisaron que “tengamos cuidado con la caja de resonancia de lo que dice Macri y su lectura social".
No son la mayoría, pero hay algunos que miran la política como un conjunto y se quejaron de la amplificación que le dan algunos medios grandes a una situación de agitación peligrosa que, además, induce a errores y malas lecturas sobre el pulso social.
A mediados del 2019, un pope de los medios y un alto funcionario de Cambiemos se reunieron con directivos de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y les garantizaron la victoria bonaerense de María Eugenia Vidal. Salieron de la comida confiados en que, aún perdiendo Macri, el PRO se sostendría en el distrito más importante del país. Contaron que la imagen de Vidal era tan alta como la consideración de su gestión.
La dama fuerte que los medios habían contado como invencible, perdió a manos de un ex ministro de Economía activo en la militancia, que hizo campaña en un Clio usado y con resistencia mediática, pero en una provincia devastada. Les habían contado otra historia, escindida de los hechos. Por todo esto, el empresariado cree que la de Macri es una experiencia fallida que no debe repetirse, aún en aquellos que cuestionan a la gestión de Alberto Fernández. No hubo ganancias, ni seguridad jurídica.