Un trabajo realizado por la politóloga Bárbara Bravi exhibe la representación política de las mujeres en los cargos ministeriales de todas las provincias del país. A nivel nacional solamente un 27,57% de las carteras son dirigidas por mujeres. “No llegamos ni a un tercio”, expresó la politóloga en el artículo publicado en El País digital. En el caso de Salta, ocupaba el puesto 15, pero con la ida de la ex ministra de Salud, Josefina Medrano, quedó una sola representante mujer en el gabinete provincial y desciendió en ese ranking al penúltimo puesto, el 20, que comparte con Corrientes y Formosa, que también tienen una sola ministra en sus respectivos gabinetes.
El artículo de Bravi se difundió el 9 de septiembre, el día anterior se conocía en Salta el pedido de renuncia de la entonces ministra de Salud. En consecuencia, la única mujer que quedó al frente de un ministerio en la gestión de Gustavo Sáenz es Verónica Figueroa, quien dirige la cartera de Desarrollo Social.
La gestión de Jorge Capitanich, en la provincia del Chaco, guarda el porcentaje más alto de ministras mujeres, con un 38,5%, mientras que La Pampa, dirigida por Sergio Ziliotto, se ubica en el otro extremo, con cero mujeres.
Para la politóloga Esmeralda Siuffi, el caso de Salta responde a “la presencia del pensamiento colonial con malas tradiciones que hacen el caldo de cultivo” para las designaciones en el Ejecutivo de Sáenz. Siguiendo el pensamiento de la escritora, antropóloga y activista feminista argentina Rita Segato, la politóloga salteña afirmó que la provincia está en los últimos puestos por “sus malas tradiciones” que tienen que ver con relegar a las mujeres al ámbito privado y “no promover las condiciones de igualdad”.
Sostuvo que el "patriarcado profundo" que se vive en la provincia es reafirmado en distintas oportunidades y eso no deja exento al gobierno de Sáenz, no sólo en la distribución de los cargos ministeriales sino en cuestiones que hacen a su poder de decisión. Citó a modo de ejemplo la demora en la designación de la directora en representación del Ejecutivo para el Observatorio de Violencia contra la Mujer de Salta (OVcM). Este órgano, creado en 2014 a través de la ley 7.863, tiene un directorio compuesto por seis directoras elegidas por concurso desde el Senado, la Cámara de Diputados, el Poder Judicial, el Poder Ejecutivo, la Universidad Nacional de Salta y las organizaciones de la sociedad civil.
“No tenemos ministra de las mujeres (la cartera no existe en la provincia) y ni siquiera pueden designar desde el gobierno en concurso a la directora que los represente”, cuestionó. Del país, sólo cuatro provincias tienen un ministerio referidos a la mujer, género o igualdad como nombre de cartera, “lo que si bien muestra un avance, también denota que falta”, insistió Bravi.
Para Siuffi, que no se nombre a la directora por el Ejecutivo en el OVcM y que no exista una cartera de la mujer en Salta, representa una preocupación, sobre todo entendiendo que en la pandemia “las mujeres están con todas las tareas del cuidado”. "¿Quién les facilita las condiciones de recuperación de la salud a todas las personas que no son recibidas por el sistema de salud?", interrogó.
La dilatación en el nombramiento de la representante por el gobierno en el OVcM “ya da una pauta de que al menos no están mirando con atención” la problemática de la desigualdad de género; ese hecho “es revelador de algunas decisiones o no decisiones”, subrayó.
Además, instó a que el trabajo de Bravi “debiera leerse con atención en Salta" para que una de las decisiones del año que viene en la gestión de Sáenz se cree el ministerio de las mujeres. “Si queremos ver voluntad en la construcción de la paridad, debemos ver la decisión política”, dijo la politóga a Salta/12.
Aspiraciones condicionadas
La investigación de Bravi apuntó a que los cargos ministeriales ocupados por las mujeres también se unifican en temáticas. “El primer puesto se lo llevan las carteras de Educación, Cultura, Salud y Ciencia con 32,55%”, señaló. Precisamente, en Salta una de las dos ministras era de Salud.
Luego están las carteras de “Seguridad, Justicia y Derechos Humanos con 19,35%". Y en tercer lugar “lo ocupan también áreas de tienen que ver con cuidados y con la misma mujer, Desarrollo Social, Mujeres y Género se llevan el 16,27%”. La ministra que queda en Salta, Figueroa, está en Desarrollo Social.
Siuffi dijo que estos direccionamientos tienen que ver “con la socialización” de la mujer. Esto va desde “como nos preparan para asumir con gusto las tareas del cuidado” para después traducirlas al ámbito público. Si no se ocupan los cargos de Educación, Desarrollo Social o Salud, se ocupan los espacios referidos a secretarías o direcciones de la Mujer, destacó. “Nuestras aspiraciones están condicionadas por lo que nos dijeron que estaba bien”, expresó.
Tres conceptos sobre el motivo
Siuffi destacó tres conceptos sobre los motivos por los que las mujeres ocupan pocos cargos ministeriales y por qué, cuando llegan a ministerios, van a cargos vinculados a las tareas del cuidado. La politóloga habló de puntos de partida; techo de cristal y doble cara.
Sobre el primer concepto, explicó que mujeres y hombres no parten del mismo lugar para cualquier trabajo. Las situaciones son múltiples, pero en este caso resaltó dos, por un lado, el inicio temprano de las jornadas laborales de las mujeres debido a las tareas del cuidado y, por el otro, al acceso a la educación, sea en el sistema educativo obligatorio o en el nivel superior. En el caso de las mujeres "tiene que ver con las horas destinadas que tenemos para la formación y que se dan después de resolver esas tareas domesticas”.
Incluso hizo referencia a que cuando el gobernador Sáenz anunció la designación de Figueroa en Desarrollo Social dijo que es socióloga cuando después en la página oficial se indicó que estaba estudiando sociología. Por el contexto del anuncio, Siuffi dijo que “no debería ser planteada como una vergüenza estar estudiando porque demuestra los puntos de partidas justamente”. “Hacemos todo y a las apuradas”, subrayó.
En cuanto al techo de cristal, dijo: “Se nos señala también que si tenemos una carrera en el ámbito público, le restás tiempo a lo privado”, dando a entender que si se intenta escalar en los rangos automáticamente se suele afirmar que se deja de lado la atención de los hijos o de la pareja, lo que termina generando culpa en las mujeres.
En el caso de ocupar cargos de mayor jerarquía está la constante imposición de tener que demostrar las capacidades para el puesto, sino “se te puso en el cargo por algo”. Esto lleva a que para evitar ese tipo de asociaciones las mujeres tiendan a “tener que masculinizarse y adquirir practicas hegemónicas del patriarcado”.
El concepto de doble cara refiere pecisamente a la culpa que siente la mujer internamente por estar en ese lugar y el señalamiento de la sociedad sobre cómo llegó ahí. “Siempre está implícita la acusación de que no se llegó por capacidad sino que se llegó por otra cosa y, por lo tanto, no nos deja con el mismo prestigio".