El próximo 5 de octubre, desde las 9.30, el Tribunal Oral Federal número 2 de San Martín dará comienzo, y por vía remota, al primer juicio que repasará las responsabilidades de cinco militares retirados en los vuelos de la muerte que salieron de Campo de Mayo cargados de militantes y los arrojaron desde el aire a las aguas del Río de la Plata o del mar durante la última dictadura cívico militar. “Esperamos que abra puertas para poder seguir reconstruyendo no sólo esta forma de exterminio que se practicó en Campo de Mayo y en otros centros clandestinos, sino que aporte más piezas al rompecabezas de ese gran espacio que sirvió para el horror y del que tan poco sabemos todavía”, auguró Pablo Llonto, abogado querellante en la causa.
La jueza federal de instrucción de San Martín Alicia Vence elevó a juicio esta primera etapa de la causa que investiga los vuelos de la muerte en Campo de Mayo en 2015, tras una investigación que se nutrió, en gran medida, de los testimonios de alrededor de 400 conscriptos quienes durante los años de la dictadura debieron transitar la colimba en esa guarnición del Ejército de 5 mil hectáreas localizada en la zona norte del gran Buenos Aires. Y durante el cumplimiento del Servicio Militar, entonces obligatorio, presenciaron, oyeron o se les escondieron sin éxito escenas que prueban que desde allí, por las noches, salían aviones o helicópteros cargados de militantes previamente secuestrados a quienes, en pleno vuelo, tiraban al vacío.
La palabra de los soldados es un sello que distingue la investigación sobre los vuelos de la muerte en Campo de Mayo, así como la confesión de Adolfo Scilingo y los testimonios de sobrevivientes sirvieron para reconstruir el mecanismo de exterminio de detenidos desaparecidos de la Esma. “Algunos dijeron que vieron cómo subían gente a los aviones. Otros, que oyeron rumores, también hubo quienes contaron que los encerraban en galpones para que no vieran cómo se llevaban a cabo los procedimientos. Es muy fuerte leer los testimonios y será muy fuerte escucharlos durante el juicio”, apuntó Llonto. El debate, que comenzará a las 9.30 del primer lunes de octubre, tendrá lugar cada lunes y se estructurará, en su mayoría, sobre las declaraciones testimoniales de conscriptos de aquella época.
Los acusados
El debate repasará la responsabilidad de cinco militares retirados que se desempeñaron en campo de Mayo en la organización y concreción de los vuelos. En el marco del plan sistemático de represión ilegal practicado durante la última dictadura cívico militar, se los acusa de “organizar, planificar y materializar los denominados ‘vuelos de la muerte’ o ‘vuelos fantasmas’”, indica el auto de elevación a juicio elaborado por la Fiscalía, a cargo de Marcelo García Berro. Contínúa el escrito: “Para ello recibían a las víctimas que eran trasladadas al Batallón de Aviación 601 de Campo de Mayo. Allí eran subidas, vivas o muertas, a los aviones y/o helicópteros del Batallón que luego despegaban y durante el vuelo eran arrojadas a las aguas del Río de la Plata y/o al océano Atlántico para que no fueran encontradas, debido a la clandestinidad del accionar desplegado por las Fuerzas Armadas”.
Además de Santiago Riveros, quien fue jefe de Institutos Militares y es, a esta altura, un número puesto en todas las causas que investigan delitos de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo, integran la nómina de acusados Luis del Valle Arce, Delsis Malacalza, Eduardo Lance y Alberto Conditi. Los cuatro, ex aviadores, integraban diferentes áreas del batallón de Aviación 601, con sede en el Cuerpo IV del Ejército, y que funcionaba en la guarnición militar. Eran cinco aviadores además de Riveros los imputados, pero el paso del tiempo otorgó impunidad biológica a uno de ellos, Alberto Devoto, quién no podrá ser juzgado por estar su salud demasiado deteriorada.
Las víctimas
Los cinco están imputados directamente por el secuestro, las torturas y el homicidio de cuatro víctimas. Adrián Rosace y Adrián Accrescimbeni eran estudiantes secundarios, fueron secuestrados a comienzos de noviembre de 1976, confinados y torturados en alguno de los cuatro centros clandestinos que funcionaron en Campo de Mayo, luego subidos a un avión del Batallón y arrojado a las aguas del Río de La Plata. Sus restos fueron hallados en la zona de Magdalena y Punta Indio, los trajo el agua. A Rosa Novillo Corvalán la secuestraron entre octubre y noviembre de 1976, también, en la ciudad de Zárate, y la trasladaron a Campo de Mayo. Su cuerpo sin vida apareció en las costas de Magdalena. Tenía marcas de haber recibido disparos en la axila, la pierna y la cabeza. No se sabe si la mataron en Campo de Mayo o arriba del avión. Roberto Arancibia fue secuestrado en mayo de 1977 junto a su esposa María Eugenia Zago de su casa, en donde estaban junto a sus dos hijos. Fueron llevados a Campo de Mayo, ella sigue desaparecida, pero el cuerpo de él fue encontrado en febrero del 78 en las costas de Las Toninas.
Las víctimas identificadas son aquellas de las que aparecieron los restos y que está acreditado que pasaron por Campo de Mayo. En ese sentido, Llonto señaló que, como todo juicio que revisa lo ocurrido en esa guarnición militar, se espera “que aporte más piezas para seguir armando el rompecabezas” que significa, hoy, lo sucedido en los, por lo menos cuatro centros clandestinos, entre ellos una maternidad, que se sabe funcionaron allí. Se calcula que pasaron cerca de 5 mil personas por Campo de Mayo durante la última dictadura. Pero son muy pocos los sobrevivientes. ¿Qué hicieron con el resto? Algunos testimonios a lo largo de los años indicaron que en el enorme predio de la guarnición hay fosas comunes. Sin embargo, hasta ahora las excavaciones realizadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense no hallaron nada. “Por eso, y por ahora, la deducción más fuerte es que los desaparecieron a través de vuelos de la muerte”, insistió el abogado. De ahí la importancia del juicio que comenzará, finalmente, en unas pocas semanas.