La jornada de ayer estuvo signada por las repercusiones sociales del brutal crimen de Ticiana Espósito -la adolescente de 14 años que recibió un tiro en la cabeza en el interior de su casa de Magallanes al 2700 el lunes por la noche- y por la respuesta de la Fiscalía y la Policía en atrapar a los posibles autores. El Ministerio Público de la Acusación (MPA) informó que los tres sospechosos detenidos ayer serán imputados en el transcurso de esta semana pero aclararon que hasta la fecha de la audiencia no adelantarán las pistas que condujeron la investigación hasta ellos ni los elementos objetivos que los sindicarían como autores del crimen. Los voceros dijeron que las detenciones tuvieron lugar pasado el mediodía del martes. Joel I., de 32 años, fue apresado en la vía pública en inmediaciones de Gorriti al 5900, y Álex I., de 20, en Campbell al 1236 bis, ambas direcciones ubicadas en barrio Empalme Graneros, de la zona noroeste. Un tercer sospechoso fue capturado en el barrio Municipal de calle Sánchez de Thompson, en el sur rosarino.
Anoche en las puertas Campbell 1236 bis, una de las viviendas allanadas, en pleno corazón de Empalme y a la hora de los noticieros, el comisario Maximiliano Bertolotti se paró frente a las cámaras de televisión que transmitían en vivo y relato las detenciones, mientras el barrio estaba perplejo frente el despliegue mediático. Los familiares del detenido Álex, vociferaban su inocencia y el momento del traslado del joven se convirtió en un disparador de la bronca familiar: en ese momento una lluvia de piedras se abatió sobre los móviles policiales de las Tropas de Operaciones Especiales, cuyos ocupantes respondieron con balas antitumultos.
La reacción oficial también se hizo sentir en otros tres crímenes: el de Coto Medrano, narco y ex referente de la barra de Newell's, asesinado el sábado en la vía pública, y su posible réplica que fue el doble crimen del cementerio de Granadero Baigorria. En este caso se hicieron 12 allanamientos y se detuvo a un policía que ya había estado implicado en un caso resonante como fue la desaparición de Paula Perassi. Las balas igual no pararon de marcar la agenda: ayer a la tarde un chiquito de tres años recibió un tiro en un brazo, y un pibe de 23 lo suyo, en French al 2000.
El lunes a la noche, tres horas después del crimen de Ticiana Espósito, una lluvia de plomo en Nuevo Alberdi terminó con la vida de otro joven. Van 17 asesinatos en lo que va de septiembre. “La saga de homicidios está vinculada a las economías criminales”, dijo el ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Sain, sobre la ola de asesinatos que provocó ocho muertes entre el viernes y el lunes pasado en el Gran Rosario, que reporta 144 crímenes en lo que va del año, a un promedio de un homicidio cada dos días. Un promedio ampliamente desbordado en este mes.
Cerca de las 19 del lunes Ticiana lavaba los platos en la pileta de la cocina de su casa, en Magallanes al 2700, cuando el barrio se sacudió por la gran cantidad de disparos. Uno de esos plomos de grueso calibre perforó la ventana de la vivienda e impactó en la cabeza de la chica. Su familia la trasladó al hospital, pero llegó sin signos vitales. Fuentes judiciales dijeron que dos hombres aún no identificados llegaron caminando a la cuadra y abrieron fuego contra un vecino que salía en moto de su casa. Efectuaron al menos 22 disparos según las vainas que se encontraron en el lugar. Este hombre logró escapar de la balacera y salió ileso, pero uno de esos plomos se llevó la vida de Ticiana. Hasta lo que se pudo reconstruir, los tiradores se fueron caminando hacia calle Gálvez y luego tomaron un taxi para alejarse de la zona. Esta secuencia quedó filmada por cámaras de seguridad. El auto de alquiler fue encontrado sin ocupantes en Azcuénaga y Álvarez Condarco. Más tarde se supo que el chofer del taxi, de 49 años e identificado como G.B., se presentó en el policlínico San Martín, ubicado en barrio Belgrano. Allí dijo que es hipertenso y que había sido asaltado. Fuentes del caso explicaron que el testimonio del conductor no era consistente y no convenció al fiscal Ademar Bianchini, quien ordenó la detención del hombre sobre cuya situación procesal decidirá en las próximas horas. El funcionario trabaja con la colaboración de la Brigada de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal.
Tres horas más tarde, un joven de 20 años fue asesinado a balazos y otras cuatro personas resultaron heridas -entre ellos su padre y una adolescente de 14 años-, en un ataque similar al anterior contra una vivienda de Servellera al 3900, del barrio Nuevo Alberdi. Según las primeras averiguaciones, personas no identificadas pasaron a bordo de una moto y abrieron fuego contra la fachada de la casa.
Para Sain, la saga de violencia que dejó ocho asesinados en cuatro días en el Gran Rosario obedece a “un juego de economías ilegales en un contexto en el que hay poco dinero en el comercio, en el trabajo, en la circulación, por lo que estamos viviendo en la Argentina y en el mundo”. “Hay una disputa en los mercados ilegales por ese poco dinero, que es de esta manera”, añadió en relación al uso de la violencia letal, y apuntó que en la zona norte de Rosario esa disputa armada se produce “hace por lo menos un año” con la muerte de un narco llamado Emanuel Sandoval.
“Ema Pimpi”, como le decían, había sido condenado por el ataque a tiros a la vivienda del entonces gobernador santafesino, Antonio Bonfatti, y era el jefe de una banda en la zona norte de Rosario. “Hay varios grupos que se disputan el dominio de ese lugar, pero ninguno tiene el control del mercado”, explicó el titular de la cartera de Seguridad.
Justamente la reacción oficial apuntó a una docena de allanamientos en el cordón industrial intentando buscar a los responsables del crimen de Coto Medrano, ejecutado de un tiro en la cabeza en la YPF de ruta 11 en Baigorria. Las sospechas giraron hacia su archirrival Daniel Godoy, un hombre ligado a los banda narco Los Monos, y condenado a siete años de prisión hace solo seis meses. El que cayó ahora es su hermano Gabriel Godoy, efectivo de la regional San Lorenzo, y más que conocido por su paso por los estrados judiciales tras ser procesado y luego liberado por la desaparición de Paula Perassi. Nunca había queda claro, cómo un simple numerario policial podía haber pagado los honorarios a un penalista como Paul Krupnick, pero ahora asoma una posible explicación: los ingresos extra por sus posibles negocios extraoficiales.