EL DILEMA DE LAS REDES SOCIALES 5 puntos
The Social Dilemma; EE.UU., 2020
Dirección: Jeff Orlowski.
Guion: Davis Coombe, Vickie Curtis y Jeff Orlowski.
Duración: 94 minutos.
Estreno disponible en Netflix.
El mito de que los teléfonos celulares “escuchan” todo lo que decimos podrá ser falso, pero el origen de la paranoia es bien real, como explica claramente el documental El dilema de las redes sociales: cada click, cada “me gusta”, cada búsqueda online pasa a formar parte de un perfil virtual que los algoritmos de Google, Facebook, Twitter y demás apps y sistemas utilizan para ofrecer información acorde al gusto del usuario. Y publicidades, muchas publicidades. “Las únicas dos industrias en las cuales el consumidor es llamado ‘usuario’ son las drogas ilegales y el software”, afirma una placa en el largometraje de Jeff Orlowski, ligeramente reeditado –luego de su paso por el Festival de Sundance– para incluir un par de escenas ligadas a la actual pandemia de covid-19. El título original es un poco más ambiguo y podría traducirse como “el dilema social”, refiriendo desde luego a las ubicuas redes, pero también a la sociedad en su conjunto.
No es un dato menor: lo que plantean muchos de los entrevistados, varios de ellos exempleados en cargos jerárquicos de las compañías más exitosas del ramo, es que las sociedades han cambiado radicalmente desde la explosión digital. Y que el verdadero impacto de la recopilación de datos, preferencias y gustos encerrados en las redes de las computadoras más poderosas del mundo aún está por verse. ¿El futuro es distópico? “No podíamos saber que el pulgar hacia arriba, pensado como algo positivo, podía llegar a generar una compulsión adictiva”, dice, palabras más o menos, uno de los responsables de crear el célebre ícono de Facebook. Un investigador muestra gráficos que demostrarían que, de 2010 a esta parte, la tasa de suicidios entre púberes y adolescentes ha escalado de manera significativa en los EE.UU.. ¿Acaso el uso constante de las redes facilita y/o potencia las tendencias depresivas de algunos de sus usuarios?
Adicciones digitales, la proliferación de fake news, la creciente polarización política a extremos nunca antes vistos son algunos de los temas que El dilema de las redes sociales analiza en detalle, siempre de forma acuciante y poco esperanzada: se extraña la ausencia de alguna voz que opine de manera ligeramente distinta. Pero tal vez el peor elemento en la receta sea la dramatización con actores que grafica esas inquietudes a través de los noventa minutos de metraje, un lastre que reduce la potencia del mensaje y aporta muy poco a la discusión. A pesar de ello, Orlowski logra que el espectador reflexione y encienda más de una señal de alarma. ¿O acaso la explosión de nuevos adeptos a las teorías terraplanistas hubiera existido sin las conexiones virtuales? ¿Y qué decir de los antivacunas? La lamentable visión de grupos de personas tirando abajo torres de señal 5G por la supuesta relación con la actual pandemia es otro ejemplo del peor escenario planteado por la película: si cada ciudadano lee y escucha solamente a quién piensa de manera idéntica, ¿qué posibilidades existen de que el futuro nos encuentre unidos contra males en común?