El economista Eduardo Levy Yeyati caracterizó como “modelo de pobreza inclusiva” al conducido por Alberto Fernández. Esta caracterización fue lanzada al conocerse que se recortaría la coparticipación a CABA para que la Provincia de Buenos Aires pudiera atender demandas salariales urgentes de la policía bonaerense.
Para el ex funcionario del gobierno de Cambiemos, quitarle 1 de los 2 puntos de coparticipación que Macri le había dado a la ciudad más rica del país para compartirlo con su vecina más humilde es “antimeritocracia”. “Es pensar que nadie se merece lo que tiene”, señaló el director del Centro para la Evaluación de Políticas basadas en Evidencia (CEPE)-Di Tella, un instituto privado que recibe amplio financiamiento del gobierno de la Ciudad a través de diversos programas.
Si bien Yeyati plantea que “la desigualdad extrema inhibe el crecimiento”, por el otro lado indica que “el crecimiento requiere inversión y tiempo y, muchas veces, en la urgencia choca contra las demandas sociales”. “El stock lo podemos repartir una vez, pero después nos quedamos sin nada para producir”, argumentó el profesor del Di Tella.
La metáfora no es del todo válida, ya que el Frente de Todos atiende las demandas sociales mediante la redistribución de ingresos (flujo) que no avanzan sobre la redistribución de la propiedad de los medios de producción (stock). Pero el argumento de Yeyati apunta que las medidas que graban el ingreso de los ricos (empresarios, gobierno de CABA) para dar a los pobres (trabajadores, gobierno de la provincia de Buenos Aires), disminuyen la capacidad de ahorro de los sectores de alto ingresos, y con ello el flujo de inversión que terminaría mermando el stock de capital futuro. Es decir, la vieja teoría del derrame ahora limitada hasta una desigualdad que no alcance niveles extremos. ¿Quién definirá cuál es el límite?.
La tesis de Yeyati no tiene en cuenta que la economía está en recesión, por lo que cualquier redistribución del ingreso hacia los más humildes incrementa el consumo y la producción ampliando los ingresos de donde se invierte y ahorra. En ese sentido, la tensión entre distribución e inversión sólo llegaría el hipotético día en que las empresas estén produciendo al máximo de sus posibilidades y la ampliación de la inversión requiera redistribuir fuerzas de producción desde los sectores de bienes de consumo hacia los de medios de producción. Una situación que vista desde la actual crisis económica no parece que sea cercana.
En lugar de redistribuir ingresos, Levy Yeyati está a favor de “educar para el trabajo” promocionando un “prototipo de orientación laboral”, que el centro que dirige le vendió al gobierno de la Ciudad. Si bien nadie se opone a la formación técnica y en oficios, dicha política tiene que estar enmarcada en un modelo económico que expanda la actividad y el empleo.
La experiencia de ingenieros manejando taxis del modelo antiindustrial de los años noventa indica que fomentar la educación técnica y pulsar un esquema económico exclueyente es contradictorio.
@AndresAsiain