Al principio podía parecer un chico como cualquier otro cuya debilidad e introspección lo llevaban a sentir una atracción muy fuerte por la naturaleza; sólo que Marcos Mirmidone no tardará en manifestar una fascinación terriblemente extraña: matar hormigas. “Las mató con el dedo, con los pies, a palmadas y golpes, con gillettes y elementos cortantes, con agua y fuego, las aplastó, las desmembró, las ahogó y las quemó. Cayó sobre ellas a paladas, desviando acequias, con sadismo perturbador, con curiosidad, con la imaginación morbosa por el dolor otro”, dirá su propio hermano, uno de los tantos narradores que irán construyendo la trama de Las hormigas argentinas conquistan el mundo, la nueva novela de Miguel Gaya, poeta por sobre todo. Desde su primero libro de poesía, La vida secreta de los escarabajos de la playa, publicado a principio de los años ochenta, hasta Exilios cruzados (2019), lleva más de un centenar de títulos, mucho de ellos traducidos a varios idiomas. Y un poeta devenido en narrador, más tarde, como le gustaba decir a Leopoldo Marechal. Entre sus novelas se encuentran Una pequeña conspiración y Contemplar ese animal sangriento.
“Escribo poesía desde la adolescencia. Esto es normal. Todos los de mi generación hemos atravesado un periodo de lectura omnívora, con eje en los libros de aventuras, y casi todos hemos escritos poemas en la adolescencia”, afirma Miguel Gaya. "Por alguna razón lo seguí haciendo. Leyendo y escribiendo poesía, como si esto fuera el eje de mi experiencia de vida. Hasta constituir mi identidad, por decirlo de un modo grandilocuente. Obviamente, no hablo de un resultado de la escritura, sino de un estar en el mundo. Como todos, supongo, en algún momento consideré que podía dejar por escrito mis experiencias o mis opiniones. Esa sensación de tener una vida que pudiera transformarse en novela, cuento, memorias, y que a alguien pudiera importarle. Con más de cincuenta años empecé a escribir ficción, como quien retoma la pasión por la aventura de los libros de infancia. Huyendo como de la peste de todo cuanto pueda sonar a experiencia propia".
Y sobre Las hormigas argentinas conquistan el mundo, señala el escritor que lo primero que tuvo de la novela fue un discurso psicópata, mentiroso, de un hermano que al denunciar al otro como débil y estúpido, solo demuestra que él es el monstruo. “Los imaginé gemelos, o mejor, siameses de alma, y espejo mutuo. Finalmente, esta imagen primera fue dando paso a un relato coral sobre un científico esquivo, que es descrito por terceros, obsesionado con las hormigas argentinas. Acá las hormigas, la indagación sobre esta plaga mundial, son la excusa para una teoría paranoica, de la que no se puede medir los alcances o propósitos finales. Esas hormigas son a la vez las raíces malignas de esos hermanos, que se enredan en los entresijos de la vida cotidiana durante la dictadura” Y concluye:”Me interesaba reflexionar sobre cómo el mal del terrorismo de estado ha inficionado un sector de la sociedad argentina, precisamente ese que siempre sintió que se mantuvo lejos de cualquier compromiso o responsabilidad”.
Entre diversos géneros literarios, declaraciones jurídicas y una gran variedad de voces que se integran como registros testimoniales, se va armando como un rompecabezas la historia de Marcos Mirmidone, desde su infancia, la relación con su madre, su hermano y sus abuelos, hasta el momento en que se convierte en un prestigioso biólogo especializado en entomología, más específicamente en la hormiga de fuego, la Solenopsis invicta, que no resulta de origen brasileño sino del Noroeste argentino. Y a partir de ahí, un descubrimiento científico del doctor Mirmidone hará que lo convoquen a trabajar para un laboratorio muy prestigioso ligado al gobierno de los Estados Unidos. Estamos muy cerca de los atentados del 11 de septiembre de 2001. “Perdón, ¿me pregunta qué hacía el Dr. Mirmidone en Nueva York, en septiembre de 2001?”, dice uno de los narradores, su colega del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Y en un momento: “Digamos que Mirmidone tuvo que volver un poco de apuro o, para ser precisos, se apresuró a volver en el momento justo anterior a convertirse en el enemigo público número uno, como en las películas del FBI”. ¿Habrá alguna clase de vínculo entre esos atentados y el descubrimiento de Marcos Mirmidone con relación a las hormigas? Para el momento de responder a esta pregunta, la trama ya se abrió como un abanico y Miguel Gaya vuelve a confirmar su gran destreza como narrador, capaz de manejar diferentes tonos simultáneamente, distintas maneras de ver el mundo con un trabajo muy exhaustivo en la psicología de sus personajes; porque el autor de Resurrección de un comisario, logra pasar del espanto al humor corrosivo; y enseguida una vuelta de tuerca hacia la tragedia donde se sigue una línea conspirativa de policial negro mientras se suceden una serie de asesinatos misteriosos que buscan desesperadamente ser aclarados de una forma lógica.
Mientras tanto, algo falla en algún lugar y ese ejército de hormigas se torna incontrolable. Pero por el otro lado está la trama oculta, sutil al principio, descarnada finalmente y de lo más logrado que tiene Las hormigas argentinas conquistan el mundo, cuando comiencen a surgir los secretos familiares que llevan a pensar directamente a un sector de la población civil ligada con la última dictadura militar de nuestro país. ¿Quién es Marcos Mirmidone? ¿Un genio, acaso un psicópata? ¿O ambos? Victima y victimario en una misma persona da como resultado una novela escalofriante, que no pierde el suspenso hasta el final, por momentos distópica y también terriblemente simbólica de una realidad social y política todavía enquistada en lo más oscuro de cierta conciencia nacional.