Ni en la escena indie porteña, ni en las fiestas de discoteca. La primera vez que Mariana Yegros pisó un escenario fue sin ningún preámbulo: directamente frente a 15 mil personas. Desde esa velada iniciática porteña, para esta cantautora –cuyo alias autodenominado es La Yegros, pero la prensa internacional insiste en rebautizar como “La reina de la Nü Cumbia”– los escenarios se han vuelto una seguidilla de tarimas tan misceláneas y cosmopolitas como sus búsquedas musicales. De Berlín a París, o de Estados Unidos a Corrientes. Junto a colegas locales como El Remolón o Miss Bolivia, por ejemplo, pero también junto a Paul McCartney o Neil Young. 

   Quizás, del vertiginoso recorrido de estos últimos años, lo que tengan en común todos estos escenarios sea la inesperada y arrolladora aprobación de su público, que sin importar el país, el idioma que hable o la banda de rock que esté esperando en un festival, se ve naturalmente persuadido por sus ritmos latinos y su folklore popular. Algo que podría resultar inaccesible y extraño para una audiencia sin la herencia cultural de origen, pero que filtrado por el beat electrónico y el lenguaje digital que propone, parece alcanzar dimensiones irresistibles para la pista de baile sin importar el lugar. La Yegros cuenta, sin embargo, que el desafío primario ni siquiera había sido el mercado internacional. Que ella, perteneciente a una escena siempre ambivalente, entre el remix, los tipos de música diversos y sus formas de ejecución, simplemente se aventuró a tocar por aquí mismo: en el Festival de Chamamé de la ciudad de Corrientes. Con el gran temor de que a sus asiduos más fundamentalistas no les hiciera mucha gracia el atrevimiento de mezclar ese género noble con la música electrónica –”Estaba preparada para que nos lanzaran cosas”, confiesa con una sonrisa– pero la reacción de los jóvenes fue tan inmediata y tan entusiasta, que la fiesta explotó enseguida. Y de ahí para adelante. 

   En 2013 fue fichada por EMI Francia, y el single homónimo de su debut Viene de mi se convirtió en hit en el viejo continente. La magnitud de su primera presentación en vivo fue más abrumadora de lo esperado y el evento además determinó un envión de energía para ZZK Records, el entonces muy joven sello argentino pionero en el folklore electrónico, al que pertenece La Yegros. “Buscamos sonidos que tienen que ver con lo moderno pero sin dejar de lado las raíces que nos identifican” dice ella, sobre la génesis de ese primer disco, que además fue editado por Waxploitation, donde comparte hogar con artistas internacionales como Gnarls Barkley y Danger Mouse. “Me estigmatizaron un poco con esto de que soy una cantante de cumbia, pero la verdad es que apenas hay una o dos cumbias en los discos. Entonces, siempre intento explicar que las canciones en realidad tienen una raíz muy folklórica, que incluye  chamamé, carnavalito, ritmos latinoamericanos, y todo eso mezclados con electrónica”, cuenta La Yegros al teléfono desde de Francia, su actual lugar de residencia, desde donde viajó para subirse este fin de semana al escenario del Lolapalooza porteño. 

DE LA LIRICA A DE  LA GUARDA

Enmarcada en lo que se conoce como World Music –por más perezosa que pueda parecer como carta de entrada, cuando World Music podría englobar producciones de África, Turquía o Castelar–, La Yegros pertenece a la escena de folklore y espíritu latinoamericano experimental que se fue trazando en Buenos Aires. En la línea estética de Villa Diamante, por ejemplo. Junto a grupos como Fauuna y también Altas Wachas con su twerking acrobático, o Chancha Vía Circuito y las pinturas andinas atravesadas por el flúo pop de la artista Paula Duró. Escenas donde se reivindica las glorias de las bandas latinas bailables con el espíritu moderno de las posibilidades y la estética del sampler digital. “Hace unos cuantos años, cuando recién empezaron a surgir estos proyectos que mezclaban el folklore latinoamericano con la electrónica, no había un público tan numeroso que estuviese interesado en esto”, explica. “Poco a poco, a través de las fiestas de ZZK Records, en Argentina hubo gente que empezó a acercarse y sentirlo más propio. Hoy en día estas bandas tocan mucho y son muy reconocidas, ya hay un circuito armado en Buenos Aires y no es algo tan raro. A pesar de la distancia me siento identificada con ellos porque venimos de un mismo lugar”. 

   El mix de influencias y orígenes artísticos de Mariana Yegros probablemente sea el responsable de su estilo actual. Ha estado involucrada en un movimiento vanguardista desde antes de que ZZK fuese un proyecto o de que la Nü Cumbia existiera bautizada de esa forma. De ascendencia nortina, con un bagaje de chamamé, cumbias y folklore latinoamericano, creció en la zona oeste del conurbano bonaerense. Pero su entrada a la música fue directamente a través de la academia, en el conservatorio de Morón donde estudió canto lírico. Antes de eso, de nena, ya soñaba frente al espejo, cepillo en mano, con ser una cantante, imaginando un lugar en el escenario que hoy ocupa con un desplante escénico flamante. Y unos años después, ya a fines de los noventas, fue elegida en un casting para cantar en De La Guarda, el mítico grupo de teatro acrobático cuya cabeza musical era el compositor Gaby Kerpel. Ahí fue que se subió por primera vez al escenario, en el Velódromo, frente a miles de personas. Y también ahí, sentó con Kerpel una dupla creativa que perdura hasta hoy. 

   Con una carrera probando formas de folklore alternativo y como músico responsable del espectáculo de Fuerza Bruta, Kerpel ocupa el lugar en la producción de los discos de La Yegros, que ahora se dedican a armar a distancia por internet. Oficio que Kerpel ya había estado explorando, también en su disco propio, Carnabailito, y luego bajo el pseudónimo de King Coya con su fusión tan bailable como reflexiva de la cumbia colombiana, el folklore argentino y el jugueteo con los samplers de un compositor entrenado. “A través de mi paso por De La Guarda, empecé a entrar a relacionarme con un mundo más experimental que el académico de donde yo venía”, cuenta La Yegros. “Conocí a estos músicos que tocaban algo totalmente diferente a lo clásico. Entonces encontré el camino que finalmente me identificaba más. Tenía que ver con buscar una identidad propia, que en mi caso se relacionaba con los orígenes de mis padres en el norte de Argentina, y de toda esta música que yo había escuchado de niña. Y sucedió algo natural, como con varias de las demás bandas que hacemos esto, de que llevamos estas composiciones a mezclarse con las posibilidades de la electrónica ¡Ver a un alemán bailando chamamé es un gol!”

ALTERNATIVO DE ACÁ

Actualmente La Yegros está permanente instalada en Montpellier, la zona montañosa del sur de Francia. Parecía una decisión más lógica que viajar constantemente de un continente a otro, cuando en Europa su música era cada vez más solicitada y ya se posicionaba como una artista internacional. Cuenta que no es necesariamente melómana, ni una conocedora profunda del folklore, y que más bien el asunto se dio de una forma natural, impulsado por intuición, por sus raíces y por el nervio del trabajo en equipo. Ahora, con una banda de miembros itinerantes que se turnan para girar según la locación, componiendo a distancia con sus cómplices artísticos Gaby Kerpel y Daniel Martínez y con un nuevo material que incluye colaboración con Gustavo Santaolalla, su desembarco ayer en el Lollapalooza fue presentando su segundo disco, titulado Magnetismo, que anuncia desde el sticker que lleva en la portada una frase (en inglés aunque la edición sea local): “Digital cumbia meets Argentinian Folklore”. “La cumbia digital se encuentra con el folklore argentino”, digamos. 

   “Con Santaolalla nuestra conexión empezó cuando me convocaron a cantar en De La Guarda, donde era socio de Gaby, y generamos un encuentro nuevamente con este álbum. También hicimos la mezcla en su estudio en Los Ángeles”, dice La Yegros. El disco incluye otras colaboraciones como la de Javier Casalla, el violinista de Bajofondo, y un mix internacional conformado por los inclasificables colombianos de Puerto Candelaria (un sexteto que mezcla jazz latino, música experimental y cumbia de raíz) y la italiana Sabina Sciubba y sus Brazilian Girls, grupo oriundo de Nueva York, donde milita el argentino Didi Gutman. “Hasta el día de hoy me sorprendo un poco, porque en el Lollapalooza tocamos en el escenario de música alternativa. En Europa constantemente me preguntan por Argentina, por cómo ven y cómo reciben mi música y se sorprenden que lo que hacemos nosotros se vea localmente como algo alternativo, incluso extraño o exótico. Cuando en realidad es música de nuestros orígenes y nuestras raíces”. 

   El flamante Magnetismo es un disco que sigue en la línea de la re interpretación folklórica, la chicha, la cumbia, incluso el rap, el funk y el tropical bass. Todo al servicio de la pista de baile con la elegancia de una producción más ambiciosa. Vestida como una sacerdotisa amazónica en la canción “Trocitos de madera”. O en el video de animación “Chicha Roja” –con Santaolalla como invitado– o la divertida producción audiovisual de “Viene de mi”, impresiona ver cómo las visitas ascienden hasta más de tres millones en youtube. Coqueteo con el mainstream que incluye reseñas bastante entusiastas en periódicos como The Guardian, The Washington Post o Le Monde. Cumbia o chamamé, La Yegros, sin duda es una reina, pero aun como la cabeza de la movida del folklore electrónico, quizás sea Argentina el lugar donde menos presencia ha tenido el proyecto hasta el momento. Cosa que la autora está muy decidida a remediar con una gira nacional que se anunciará más tarde en el año. “Creo que la gente se siente muy seducida por el ritmo, no tanto por las palabras, porque donde más éxito han tenido las canciones es en países sin habla hispana. El público entró más por la cosa del baile y el disfrutar estos sonidos y ritmos desconocidos, muy locales, justo durante un momento donde mucha gente estaba muy ávida de escuchar algo diferente”.