"Buenos días, ¿dónde está Marcos López?", preguntó la cronista a un hombre flaco de camisa marrón y gorra con visera que tenía todo el aspecto de estar inmerso en el pesado trabajo del montaje en el tercer piso del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Bulevar Oroño y el río). "Yo soy Marcos López", respondió con calma el laburante, curador y... ¿co‑creador? de una muestra patrimonial que es también un ensayo visual y un collage colectivo que va del tercer piso a la planta baja. La muestra es la mitad de otra, titulada Pública, y que incluye en los restantes pisos una selección hecha por los curadores del Museo.

"Si me piden que defina el concepto curatorial de este proyecto, lo defino con el primer juego de palabras que me viene a la mente", confiesa el fotógrafo y artista plástico santafesino Marcos López en uno de los textos curatoriales más honestos que se hayan escrito jamás. Sin embargo, dio una definición muy ajustada. Habló primero de la continuidad entre este proyecto y los anteriores, como Debut y despedida, Ser nacional (su muestra en el Centro Cultural Kirchner) o la producción del stand argentino de la Fiesta de las Colectividades 2016 en Rosario. Con la genuina modestia de un buen director técnico, destacó la creatividad del equipo y señaló su propia disposición a "interactuar con la obra de otro", valorando el proceso de elaboración de la muestra "como experiencia de trabajo grupal y espacio de experimentación y de darle importancia al oficio de pintar", resumió.

 

Andres Macera
López (al fondo, a la derecha) en pleno proceso de montaje.

 

El tercer piso, en plena acción creativa la mismísima víspera de la inauguración del viernes pasado, olía a pintura. Cuatro capas materiales y de sentido ya revestían todas las paredes como un denso hojaldre, en un collage mural de piso a techo que representa la pampa argentina a puro gris plomizo y verde pasto, integrando entre sí obras fotográficas que revisan una iconología nacional: un retrato de un caballo casi humano por Adriana Bustos, el de un militar por Marcelo Grossman, o un autorretrato de Ananké Asseff puesto en diálogo con la versión Marcos López de un desnudo femenino del siglo XIX (El baño, de Prilidiano Pueyrredón, en una reversión que evoca a Isabel Sarli).

La escultura Entreacto (1994) de Claudia Fontes (representante argentina en la Bienal de Venecia de este año) parece flotar sobre una mesa con vidrios de botellas rotas color verde botella que el curador, en franco modo creador, le añadió para crear una escena surrealista.

El primer piso despliega un ejercicio de pintura expandida donde obras de la colección Castagnino+Macro, tales como un collage de Hugo Padeletti o una pintura al óleo de Carlos Uriarte (del Grupo Litoral), se mezclan con paisajes también firmados pero por artistas ignotos: óleos humosos y fuera de todo mercado que fueron comprados por pocos pesos en el Ejército de Salvación. ¿Obras, artesanías? Piezas no legitimadas, pero ¿cuál es cuál? Los límites se desdibujan, comenta entusiasmado el productor del estudio López, Diego Frangi, que tiene también su propia trayectoria en la industria cinematográfica. De ahí la verosimilitud con que el estudio ambienta esta inquietante mezcla en un decorado que simula "un consultorio viejo", como apunta Frangi.

 

Andres Macera
Otro de los segmentos que conforman la muestra Pública.

 

Enfrente, sobre un fondo violeta, se despliega una nueva adivinanza: ¿Cuál es el Deira original? ¿Cuáles son copias? La estética de la Nueva Figuración de Ernesto Deira y otros, además, ya ha sido muy copiada; por una vez, es intencional. Marcos López además se copia a sí mismo, pero a conciencia, volviendo sobre la atmósfera "retro" del estudio fotográfico de las Colectividades y sin dejar de registrar el proceso: se pone a romper escombros reales al pie de los fotografiados por Santiago Porter y, si uno abre el campo visual, se ve a la asistente que lo filma rompiéndolos y sube el video a la web.

"En las idas y vueltas que yo hacía a Buenos Aires (donde tiene su estudio), se avanzaron en cosas, como por ejemplo la continuación de las piernas a esta foto de Marcelo Grossman, que fue una idea que no sé a quién se le ocurrió, tal vez a alguna de las chicas del taller El Hurón Rojo (de Sebastián Pinciroli), que todo un taller de pintura vino a colaborar, a hacer los Deiras 'falsos' y a retrabajar estos posters que es como que yo mismo estoy haciendo un reciclaje de mi propia obra. Compré posters de pintura europea en una casa de decoración, entonces también tiene un sustento conceptual, que es la idea de identidad de que el ser nacional y la patria se pintan sobre posters de pintura europea y norteamericana, de maestros. Y también estoy dialogando con la obra de Claudia Fontes para que el conjunto dé la impresión que es toda una obra. La experiencia curatorial trasciende los límites de la curaduría y termina siendo un proyecto autoral en sí mismo", dialogando "con los artistas en la colección y a su vez los ayudantes, asistentes, también incorporan su opinión, su trabajo. Se genera una experiencia de obra colectiva y de usar el museo, el espacio museográfico, como taller de experimentación".

Lo único que cabe lamentar es que no se abra, así sea a un público reducido, por turnos, una instancia de montaje como esta, donde el museo desborda creación en tiempo real. El rol del curador artista puede compararse al del poeta que traduce poesía: con amabilidad y delicadeza, Marcos no respeta los duros bordes dados por el marco y en cambio mete baza, opina, hace revivir cada obra ajena, como sucede con la puesta en escena de un Aizemberg en la planta baja.

"Y obviamente un diálogo afectivo en mi caso con los años 90, en el caso de lo que serían los años del Rojas (el Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires), y haciendo dialogar la fotografía con la pintura, tomo fotos de colegas y míos", dice Marcos López en referencia a los retratos tomados por Alberto Goldenstein y las obras expuestas en el piso 2; "obviamente yo conozco y he compartido, yo diría, casi todos los artistas de la colección".

La muestra podrá visitarse hasta el 28 de mayo todos los días (excepto los miércoles) de 14 a 20, y los domingos por la mañana de 10 a 13.