• ‑!Pugliese, Pugliese! ....se nombra al Maestro con veneración para contrarrestar la mufa, las malas artes, los jettatores y las vibraciones energéticas oscuras. Hay un altar consagrado en cada pecho de cada músico argentino y una rosa espinadamente socialista dento de cada instrumento. No es casual que algunos se ganan el fervor y otros el espanto. Su cara sonriente acompaña giras y estuches de instrumentos como una tradición.
     
  • "La 440" es el nombre que se le da coloquialmente al sonido que produce una vibración a 440 hertz y sirve como estándar de referencia para afinar la altura musical. En el contrato enviado por correo ‑año 1935 en la campiña bonaerense‑ hacía referencia a que la orquesta de tango que arribaría al poblado precisaba un piano afinado en esa altura. Cuando la orquesta llegó, prolijamente, en el galpón que estaba destinado para baile, habían levantado una plataforma de hierro y madera exactamente a cuatro metros con cuarenta centímetros.
     
  • Jorge Luis Borges, el de los versos a los que pusiera música Astor Piazzola en una milonga, era sordo para la música. Participó de ella en forma casual y hasta divertida. Lo primero que escribió junto a su espejo Adolfo Bioy Casares fue la letra para una propaganda de manteca, como un juego de niños bien. También se le atribuye la frase "¿Por qué no te metés en un pozo y oís música de tierra adentro?"
     
  • Era un rocker vikingo, hosco y estrella. La dama había escrito una mala reseña sobre su banda. El, con cautela y seducción, la charló luego de un show y convenciéndola del amorío la invitó a unos de los tantos moteles de la Panamericana. Era invierno. El músico detuvo el coche e hizo descender a la fémina en medio de la nada, convirtiendo lo que iba a ser una noche amorosa en otra de venganza por la crítica.
     
  • Hace unos años, en el Anfiteatro de Rosario, ‑desde arriba al escenario hay unos 100 metros‑ vio y oyó a un pianista que lo deslumbró. Un tiempo después, caminando por Buenos Aires, lo encuentra y le dice que era un genio ya que lo había visto tocar y que le gustaría que se juntasen. Sorprendido, dijo que sí. Por piedad lo llamaremos El Fulano.
    Al primer ensayo, el bajista proclama que el tipo es un desastre.
    ‑"Toca  muy 'libre' y nunca en tempo, pero capaz que tuvo un mal día", lo defendió quien lo había contratado. Los "malos días" siguieron por una semana, ahora con el guitarrista y el batero ya considerándolo horrible.
    El tipo estaba consternado ¿Dónde había quedado aquel virtuoso que descubriera desde lo alto?
    Al tiempo se encuentra con un colega, quien le comenta que estaba tocando con El Fulano Dos y que ayer habían venido de gira por Chile: ‑Que raro, se dijo, si ayer estuvo conmigo. Tuvo un presentimiento que le dio miedo. Habíase confundido los "Fulanos". Todos tenemos un "mal día". El contratado, una mala oreja, y el contratante, una mala visión.
     
  • Todos hemos hablado y divertido con el baile zonzo del Presidente cuando ganara y se mostrara al país como un pésimo tronco sin estilo, arte o gracia. Lo que hemos olvidado es la música que eligieron para reírse en el triunfo: algo de Tan Biónica y su líder El Chano, hoy convertido en un adicto en recuperación y jugador de autitos chocadores. ¿Casualidad? Quién lo sabe. Se eligió un chocador de coches para musicalizar el baile infeliz de un chocador de país.
     
  • Cuando se es joven y siempre hay un mayor que te ofrece algún laburito.El del pibe consistía en limpiar un departamento y como pago quedarse con las cosas que había dentro: un juego de muebles, una estufa, un cuadro, platería vieja, sillas... y una guitarra clásica hermosa! Como vivía en la misma cuadra solo tenía que trasladarlo unos metros y dejarlo en el altillo que rentaba en su primer sitio de soltero. Allí escuchó Muerte en la Catedral, de Nebbia. Era feliz. Pero un amigo que fumaba hierbas se ofreció a ayudarlo y le propuso regalarle el sobrante a un amigo necesitado. Llamaron a un flete y cuando vino, los cargaron y hacia allá fueron. Pasaron los años y hasta hoy no saben dónde los dejaron. Recuerdan vagamente a una familia tomando mate en la vereda, un portón lateral abierto y ellos descargándole cosas para dejárselas ahí, porque suponían que "esa" era la casa adecuada. La cara de estupor aún la ven. Lo que ninguno de los dos recuerdan es dónde y quiénes eran aquellos habitantes, que se deben haber preguntado por años quiénes eran aquellos pibes Reyes Magos que, sin decir agua va, dejaron en su garaje un montón de trastos. ¡Y el tipo, ahora grande, sigue pensando en el modo exótico de como perdiera la mejor guitarra del mundo!
     
  • Un cantante melódico pintón y arrogante había alcanzado cierta notoriedad que no disfrazaba su falta de tempo: solo contaba con un buen  registro de voz y nada más. Era insolente, no pagaba bien a sus músicos y se creía un super músico. En un show, el baterista marcó perfectamante la entrada y por tres veces consecutivas el cantor no pudo entrar. Miró al público, hizo un guiño cómplice y, señalando al colega, solo deslizó: "Pobre, no puede entrar a tempo. ¡A ver, probemos de nuevo!". Pero el baterista ya le había arrojado los palillos y se estaba yendo del show. No le importó dejarlo solo ni que se comentara que el idiota con ínfulas hiciera correr la bola de que andaba armado. Y que en los pasillos del teatro se comiera una trompada que lo dejara nock out.
     
  • Era la abuela del Tato, un músico rosarino célebre. La señora, ya mayor, padecía demencia senil. Adelante, en una casita, ensayaba el nieto. La abuela salía a la calle para que -a través de la ventana- poder comunicarle algo. En su estado ella creía que el "afuera" era el "adentro". Por ende, al salir a la calle creía estar "dentro" y regresaba al "afuera", que era su casa. Así horas. A veces se reía de ella misma y en la vereda repetía: "Mejor me voy a pasear un rato por la vereda", y entraba al comedor, donde maravillada, se preguntaba cómo había televisores en las calles. Solía entrar al ensayo de imprevisto preguntando si no podían hacer algo de música clásica y entonaba un aria al micrófono. Luego, sorprendida de lo que estaba sucediendo, pedía que la acompañen a dar un paseo por el barrio, vale decir, en los dormitorios, el comedor y la cocina de su casa. "Qué raro, cerraron la heladería que había en esta cuadra", preguntaba ante la heladera de la casa. Una vez le dieron una guitarra eléctrica y la tiró lejos por el acople que debió asustarla. Desde ese día, le decían Pete Townshend, el de los Who.
     
  • El tipo aseguraba haber fundado el Partido Laborista, y que se tuvo que exiliar cuando Perón los absorbió. Su huída fue un misterio: habló de Brooklyn pero no le coincidían los tiempos, ni el clima, ni nada. Nunca trabajó y fue aprendiz eterno de sastre con su hermano, que tenía una traqueotomía amparada por un pañuelo que vibraba con el vientito salido de su tráquea y que le otorgaba una voz cavernosa. Cuando podía ver a Spinetta en Rosario le aconsejaba: "Flaco, el pueblo quiere cosas simples... eso de 'corazón de tiza' no va. Eso asusta al populacho".
    Luis se divertía con el sujeto. Luego, con Pappo tenía largas charlas acerca de que la vestimenta de cuero no era la más apropiada "Tenés que vestirte de seda, así con lo que cantás y con la música agresiva que hacés, eso, a la gente la va a enloquecer". Y le sugería trajes hechos con cortinas transparentes. Su cuñado no lo soportaba. En una oportunidad, fue a verlo y el tipo se asustó tanto que se subió a un árbol y estuvo dos días allí arriba por miedo a bajar. Cuando lo hizo le dijo a su hijo que había tenido una revelación y que al fin había encontrado su camino real en la vida: sería el nuevo letrista para Spinetta y Charly. "Esos no saben lo que precisa el pueblo", culminaba.
     
  • ¿Se puede llevar a un juicio a funcionarios que cantan tan mal y a voz en cuello, que es como si cometieran un crimen de lesa humanidad? En un mundo ideal se podría y estaría bien visto. Justo y sano. Menem cantando el himno como un asno y Mauri cantando cualquier cosa que entone diga u opine. O piense. O sueñe. O calle, inclusive.

 

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