Los dólares a YPF. Los pesos, al pozo, para financiar proyectos de construcción de viviendas. El Gobierno estudia la generación de alternativas sencillas de inversión para pequeños ahorristas, aquellos que tienen capacidad de guardar el equivalente a 200 dólares por mes, que en el último semestre se habían volcado con fruición a la compra de divisas. En lugar de que esos sectores entren al homebanking para resolver en un minuto la adquisición de billetes verdes, las autoridades nacionales y del Banco Central analizan cómo canalizar esa liquidez a proyectos productivos de la petrolera estatal y a la compra de cédulas hipotecarias, con un rendimiento atado al costo de la construcción más una tasa de interés, para asegurar que la inversión le gane a la inflación.
El financiamiento a YPF y a la construcción de viviendas, con los dólares que están bajo el colchón de millones de argentinos y el flujo de ahorro mensual en pesos que se sigue produciendo, se proyecta como un eslabón indispensable del ordenamiento de la economía que debe lograr el Gobierno. Una salida que cambie gradualmente, con necesidad de mucho tiempo y generación de confianza, la mentalidad de ahorrar comprando dólares por nuevas opciones más virtuosas en términos sociales y macroeconómicos.
La urgencia por sacar a la cancha instrumentos financieros que sean seguros, rentables y de fácil acceso se aprecia en que si el Gobierno tiene éxito con las nuevas medidas del Banco Central, habrá unos 40 mil millones de pesos mensuales que hasta ahora iban a la compra de dólares que necesitarán otras alternativas. Son el equivalente a unos 500 millones de dólares, sobre los 800 millones que venían demandando esos sectores.
En las tres jornadas que transcurrieron desde que el Banco Central reforzó las regulaciones cambiarias para frenar el drenaje de reservas, los dólares financieros registraron alzas del 7 por ciento en el Contado con liquidación (hasta 137,30 pesos), del 6,3 por ciento en el MEP (hasta 129,70 pesos) y del 6,9 por ciento en el mercado ilegal del blue (hasta 140 pesos). Los compradores de 200 dólares que tenían aceitado el rulo de vender esos billetes en una cueva para hacerse de una diferencia en pesos perderán incentivos para continuar con el negocio si esas condiciones se estabilizan. Con la nueva retención del 35 por ciento, el dólar ahorro oficial cerró este viernes a 131,30 pesos.
Más allá de la volatilidad de corto plazo, para terminar el rulo con el blue es clave que los ahorristas encuentren un menú cada vez más amplio donde invertir. El Banco Central viene trabajando en esa tarea con la creación de plazos fijos atados a la inflación y al dólar oficial. Además, fijó un piso de tasa de interés para el plazo de fijo tradicional del 33 por ciento, por arriba de la inflación proyectada para el año por el Ministerio de Economía, de 32 por ciento.
La experiencia YPF
En diciembre de 2012, la petrolera recuperada por el Estado lanzó un bono orientado al inversor minorista que se convirtió rápidamente en un éxito. El entonces presidente de la empresa, Héctor Valle, explicaba la importancia de crear esos canales para el ahorro. “El bono tiene varios objetivos, uno central es acercar fondos para el funcionamiento de mediano plazo de la empresa. Pero también queremos que sea una alternativa para los pequeños ahorristas, distinta a comprar dólares. Vamos a hacer que el instrumento sea muy operativo, que cualquiera pueda comprarlo por homebanking con mucha facilidad. Mensualmente se acreditarán en las cuentas los intereses correspondientes y la tasa de interés será dos o tres puntos superior a la que percibiría por un plazo fijo”.
La directora de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, era en 2012 presidenta del Banco Central, y durante años había trabajado a la par de Héctor Valle en la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE). Miguel Pesce, actual titular del BCRA, era su vicepresidente en la autoridad monetaria. Es decir, la idea de relanzar los instrumentos de YPF para el público minorista surge de su propia experiencia y de la comprobación de la alta aceptación que tuvieron en su momento.
Cédulas hipotecarias
Lo mismo se puede decir de las cédulas hipotecarias, que desde 2004 reaparecieron con colocaciones del Banco Hipotecario. “Hay que generar instrumentos de 10 mil pesos cada cédula, híper líquidas, para atraer a sectores de clase media que antes compraban dólares. Aquellos que tienen hasta 1 millón de pesos. Hay que destinar ese dinero a la construcción de viviendas. Las cédulas las tiene que emitir el Estado, a través de los bancos. Tienen que ser fácilmente transables en el mercado secundario, como se hacía antes con las Lebac. Pero en lugar de timba financiera, que sea un mecanismo de crédito para la construcción”, es el concepto con el cual trabaja el gabinete económico.
Las cédulas pueden ajustar por el costo de la construcción más una tasa de interés. Deben estar disponibles por homebanking, sin que los clientes tengan que abrir cuentas comitentes o complicarse con trámites para su operación. Ese es un punto básico en el objetivo de que se conviertan en una opción masiva, como se necesita en el actual escenario monetario y cambiario.
Des-dolarizar
La aceptación por parte del Gobierno de que corría serios riesgos de perder la pulseada con los sectores que propician una devaluación explica las medidas de esta semana. La estrategia que había presentado el ministro Martín Guzmán de ir pavimentando un camino de normalización económica y regeneración de la confianza, que detuviera la corriente dolarizadora, encontró un límite.
La expectativa era que el arreglo de la deuda con acreedores del exterior y locales, más el inicio de conversaciones con el FMI para postergar por cuatro años los pagos del crédito que usó Mauricio Macri para su campaña electoral, más la presentación de un Presupuesto razonable para 2021, permitirían achicar la brecha entre el dólar oficial y los financieros (CCL, MEP y blue). Como elemento disuasivo también aparecían los nuevos bonos canjeados por el Banco Central que le darían poder de fuego en el segmento de Contado con liquidación. Sin embargo, terminó primando la percepción de que el plan podía fracasar, con reservas del Banco Central muy debilitadas, sin capacidad de evitar una devaluación brusca.
Más allá de esa coyuntura, la mirada de mediano plazo del Gobierno siempre estuvo guiada por la definición que Alberto Fernández entregó a mitad de semana: “Los dólares son para la producción, no para la especulación ni para guardar”.
En el último documento de FIDE, de fines de agosto, la hoja de ruta ya aparecía trazada. “Des-dolarizar la economía, impulsar canales de transformación del ahorro privado en financiamiento a la inversión y la producción, y avanzar en una modificación del sistema tributario, tornándolo más progresivo y equitativo, constituyen algunos de los desafíos que enfrenta la política económica a la hora de garantizar las condiciones para avanzar en la necesaria planificación del desarrollo".
En esa línea, los dólares para YPF y los pesos para la construcción son pasos que vendrán en la aplicación del plan.