Esta semana comenzó a funcionar la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cinain), un ente autárquico y autónomo del Ministerio de Cultura de la Nación, que tiene como objetivo la preservación y restauración del patrimonio fílmico argentino. La puesta en marcha de la Cinain viene a dar respuesta a una histórica demanda del sector cinematográfico ya que en la Ley de Cine de 1957 se expresaba la necesidad de contar con una cinemateca. Y hacía dieciocho años que se había promulgado la ley que ordenaba su creación. El delegado organizador de la Cinain es Fernando Madedo, quien tendrá la responsabilidad de lograr que se conforme el Consejo Asesor y el directorio que tomará las decisiones de toda la actividad que atañe al organismo. “La cuestión de puesta en marcha de la Cinain tiene que ver con un decisión política del presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Alejandro Cacetta, que fue consensuada también con asociaciones de directores, de productores, la Academia de Cine y el Museo del Cine”, comenta Madedo en diálogo con Página/12.
“En 1999, la ley declaró la emergencia del patrimonio fílmico. Pasaron dieciocho años de mayor emergencia con respecto a eso. Lo primero que hay que lograr es que las películas que tenemos en fílmico estén en condiciones de guarda”, informa Madedo, mientras explica que en la Argentina no existen bóvedas de conservación bajo los estándares internacionales. “Hasta el año 50, las películas se producían en un soporte de nitrato de celulosa. No sólo es peligroso porque es inflamable sino que es autoinflamable: cuando el nitrato comienza a entrar en descomposición se prende fuego solo, le echas agua y se aviva el fuego, no necesita del oxígeno para poder propagarlo, con lo cual es altamente peligroso. Se prohibió en la década del 50, y después se utilizaron otros soportes como el acetato y más tarde el poliéster. Entonces, lo más importante es tener en condiciones de guarda el nitrato, básicamente porque no sólo pone en riesgo las películas sino también la vida de las personas”, agrega Madedo. Por tal motivo, el primer objetivo es lograr tener una bóveda de conservación para el material con este químico.
–¿Cuáles serán los próximos pasos?
–La ejecución de las bóvedas de conservación, esa la urgencia. Paralelamente, la constitución del Consejo Asesor. El 15 de febrero se hizo una reunión con más de cincuenta instituciones que pueden llegar a participar del Consejo Asesor con representantes. El paso siguiente será el registro en un padrón de esas instituciones. A posteriori, se van a organizar concursos públicos, con los cuales cada institución tendrá que elevar al candidato que va a ocupar el cargo de consejero, luego de un concurso sustanciado. Los elegidos van a ser profesionales idóneos para esa tarea. Posteriormente, se conformará el Consejo Asesor que constituirá un jurado de quien se postule para la dirección de la Cinain. Ese proceso llevará entre nueve meses y un año.
–¿Va a haber una formación en el tema de preservación y restauración para los futuros trabajadores de la Cinemateca?
–Justamente es la actividad con la que iniciamos su funcionamiento. Cuando nos encontramos con la necesidad de observar lo que sucede en el campo de la preservación, vimos que hay pocas personas que están formadas bajo ciertos cursos que responden a estándares internacionales. Serán cuatro o cinco que están formadas. Algunas están aquí en la Argentina, otras están fuera del país, pero lo importante es que cada una de ellas estudió afuera porque no hay carreras ni cursos de formación en preservación audiovisual en la Argentina. Esto genera una situación de desigualdad a la hora de abrir la Cinemateca, porque si se requiere de trabajadores, los privilegiados van a ser los que hayan podido pagarse el curso afuera. El curso de restauración de la Escuela de Bologna (Italia) sale 3 mil euros y a eso hay que sumarle lo que cuesta el pasaje. Genera una situación de desigualdad entre los más pudientes y quienes no lo son. Gracias al Instituto de Cine estamos organizando la Escuela de Preservación y Restauración Audiovisual, que se realiza como inicio de la Cinemateca. Todos los seleccionados argentinos cursan en la escuela de forma gratuita. Es una formación intensa, de tres horas durante una semana.
–¿Se sabe con qué materiales se cuenta y en qué condiciones están?
–Se sabe cuántas latas de fílmico se tiene. El Instituto de Cine tiene cerca de 70 mil latas de fílmico, pero no sabemos cuántos títulos tenemos en concreto ni en qué estado están.
–¿No se hizo un inventario?
–Hay un inventario, pero lo quiero diferenciar de un inicio de catalogación de ese acervo. Hay que identificar los materiales, separar color y blanco y negro, diferenciar soportes de nitrato, acetato y poliéster, separarlos también por grados de descomposición. Hay toda una clasificación: según el grado de descomposición, hay tareas de preservación muy distintas. Si el material está muy deteriorado –algo que en la jerga se llama “principio de vinagre”–, hay que ponerlo en cuarentena. Hay que hacer una serie de tratamientos, y eso implica no sólo un inventario sino también un diagnóstico técnico y medidas de preservación inmediatas en algunos casos.
–¿Qué cantidad del cine mudo y sonoro argentino ya está perdido?
–Al no haber un estudio son datos aproximados, pero se cree que cerca del 95 por ciento del cine mudo se perdió. Por ejemplo, la primera película de animación a nivel mundial, El apóstol, de Quirino Cristiani, que este año cumpliría cien años. Y del cine sonoro aproximadamente el 50 por ciento.
–¿Cuál es el caso más emblemático de pérdida de material fílmico?
–Hubo varios y por varias cuestiones. Hubo incendios como los de los laboratorios Cristiani. El incendio del laboratorio Alex es el más recordado y el más dolido, porque allí se perdió gran parte del acervo en el año 69. Luego hubo robos. A principios de los 90, Octavio Getino había denunciado el robo de películas de Leopoldo Torre Nilsson. También las películas se tiraban a la basura. A los volquetes que rebalsaban de fílmico iban los coleccionistas o amantes del cine a rescatar esas películas. Muchas veces encontrábamos volquetes con ese material y nos avisábamos entre los amigos para ir a rescatar. A veces, uno estaba rescatando algo muy valioso y otras no. Estos fueron los hechos más trágicos. Y también las mutilaciones que sufrieron las películas.