El cierre de cuatro locales de la cadena chilena Falabella por el impacto que provocó la pandemia y la salida de Glovo de la región fueron aprovechados en los últimos días para montar un relato sobre un supuesto éxodo de empresas, presuntamente disconformes con el gobierno de Alberto Fernández. Incluso se llegó a mencionar que Starbucks, Burger King y Walmart estaban preparando su salida, lo cual fue desmentido por las propias compañías. El objetivo de sectores opositores y de algunos medios de comunicación es responsabilidar a la administración nacional por la difícil situación que atraviesan muchas empresas, dejando de lado no solo el efecto que viene provocando la pandemia en el consumo sino también la profunda crisis que existía antes del coronavirus, cuando la gestión económica de Mauricio Macri puso a muchas de estas sociedades contra las cuerdas, dato que se omite deliradamente al dar cuenta de la situación actual.
La génesis de la crisis que afecta a muchas compañías comenzó varios meses atrás, cuando el Frente de Todos no era más que un armado electoral y la gestión económica estaban en manos del gobierno de Mauricio Macri. Además, se omite advertir que el contexto del capital en todo el mundo atraviesa caídas récord del PBI, perdidas de empleo y reformulaciones del negocio, consecuencia de la pandemia de coronavirus.
Sin negar los problemas actuales que atraviesa la economía y los errores que el Gobierno pueda tener en la materia, la situación histórica virtuosa de las empresas en el país ha estado relacionada fundamentalmente con períodos de bonanza y alto consumo. Eso explica por qué, aun con el poder económico enfrentado al último kirchnerismo, fue ese período el de mayor rentabilidad.
Aunque ya a fines del 2015 las cifras venían mostrando caídas, el 2016, primer año de Cambiemos, fue el inicio del colapso de las expectativas económicas. Un tembladeral que no sólo se llevó a casi 25 mil pymes sino que, además, golpeó con dureza a los gigantes nacionales e internacionales. Este último dato es relevante para explicar buena parte de lo que corrió como ficción forzada en los medios durante los últimos días.
La cadena chilena Falabella –también propietaria de Sodimac- comunicó el cierre de cuatro locales emblemáticos, uno de ellos el de la calle Florida, aclarando que estaba en búsqueda de un socio. Ese comunicado tuvo un dato central soslayado: “La pandemia aceleró el proceso de digitalización del retail y ha afectado sus resultados”.
Esa apelación es clave para entender una reformulación de la actividad de este tipo de cadenas, de los grandes supermercados y de los shoppings, que mutarán por completo aun después de la vacuna contra la Covid-19. Un síntoma global que no sólo afecta a Falabella, sino a otra de las compañías que padecieron la fiebre de una construcción parcializada sobre una supuesta salida de Argentina por cuestiones políticas, económicas y de clima de negocios. La referencia es para la estadounidense Walmart, que debió salir a desmentir en una nota con PáginaI12 una decisión de irse, luego de que varios medios la señalaran en retirada.
Naturalmente, Falabella vende casi el 100 por ciento de su oferta textil vía importaciones, lo mismo en juguetería y hogar. En este escenario, de reservas del Banco Central agotadas y con el Gobierno guardando las divisas solo para producción, se le iba a complicar el escenario.
Supermercados
La supermercadista estadounidense fue incluída en un pelotón de compañías presuntamente en retirada. El vocero de la cadena, Juan Pablo Quiroga, negó a PáginaI12 el éxodo. “Walmart mantiene su confianza en el potencial del negocio en Argentina y seguimos comprometidos con nuestros clientes, asociados y comunidades en Argentina durante este momento inédito de emergencia socio-sanitaria”, expresó el responsable de la comunicación.
En 2018, con la demanda deprimida en niveles récord, Walmart cerró -entre otros locales- el del shopping DOT, su superficie más grande. Ya en ese momento, el avance de plataformas como Mercado Libre, Amazon y otras similares le sumaban además otros ruidos ajenos a lo interno. En el Reino Unido, donde Walmart lidera, se atravesó un proceso de reformulación del negocio similar.
La posición de Walmart tiene, además, peso político: integra la Amcham, la cámara de empresas estadounidenses. Son esas firmas las que más observan el clima de institucionalidad y negocios en casi todos los países, y la Argentina no es una excepción.
En el mundo, la rentabilidad del sector supermercados es del 2,5 por ciento en un escenario bueno. En Argentina, lo más alto fue un 1,8 por ciento en 2015, según datos del sector. Desde fines de ese año, se derrumbó la ganancia al ritmo de la perdida de poder adquisitivo del salario. Casi todos los grandes retailers empezaron a achicarse, a despedir y a solicitarle al Gobierno de Cambiemos Procedimientos Preventivos de Crisis (PPC).
Entre 2016 y 2019, el sector padeció su pandemia más importante desde el estallido del 2001. La francesa Carrefour se presentó a un PPC que incluso terminó con una remoción de toda su cúpula y la intervención de la casa matriz en el negocio local. El entonces ministro de Trabajo, Jorge Triaca, le otorgó el beneficio a la empresa casi sin revisar la situación. Carrefour atravesó todo el gobierno de Macri con números rojos. Hoy, la cadena registró, aún en pandemia y vendiendo poco, el primer mejor trimestre en muchos años.
La chilena Cencosud, propietaria de Jumbo, Disco y Vea, cosechó por primera vez en casi una década tres balances consecutivos en rojo. El sector del retail fue uno de los pocos que ante la posibilidad de que Macri fuera Presidente en 2015, se manifestaba alertando que su modelo los golpearía. Hay una frase histórica que uno de los popes del sector usaba en privado: "nuestro negocio es vender arvejas, no botellas de champagne". Explicaba así que el modelo que se venía era el de invertir la pirámide del consumo argentino, que sienmpre vivió del volúmen de gasto de la clase media, media baja y baja, los que destinan el salario a bienes esenciales.
En el macrismo, a Cencosud sólo lo sostuvo a flote su negocio de propiedad de shoppings. “Este modelo, nacido en los 90, no va más, y después de la pandemia se verá. Esto no es inseguridad jurídica, es un mundo distinto, con consumo modificado y más actores”, se sinceró un supermercadista nacional ante este diario. El colapso de la era Macri fue tan fuerte para el consumo que hasta la propia FEMSA, la embotelladora estrella de Coca Cola, le pidió al Gobierno un rescate.
El combo completo tuvo, además, a las marcas top de la industria textil pidiendo el salvavidas del Estado. Allí se anotaron Legacy, Wanama, John Cooke, Ayres y AY Not Dead. Algunas, no pudieron continuar.
Arcor
El hito de la caída de los gigantes fue la transnacional argentina más importante, la alimenticia Arcor. En 2018, la firma de los Pagani tuvo su primer balance en rojo desde el año 2001. En 2019 repitió el mal dato. A decir verdad, Luis Pagani supo desde el momento cero del gobierno de Macri que vendría un golpe duro. Cuando volvió de su primer encuentro con el ex ministro de Industria, Francisco Cabrera, les dijo a los propios que se agarren: "la cosa no va a ir bien", se sinceró.
Lo mismo le ocurrió a Molinos Río de la Plata, de los Pérez Companc, que recién este año empezó a reconstruir sobre las cenizas. Cosechó, también, tres balances en rojo y debió achica costos para no quedar aún peor.
Hay datos concretos que muestran que mientras estos negocios decrecen, el ecommerce muestra actividad positiva. Un caso: desde el inicio de la cuarentena, Mercado Libre creó 1048 puestos de trabajo en el país, sobre 2645 de toda la región. Y en plena pandemia, sumó a 6700 pymes a vender en su plataforma.
Con compañías como las de Marcos Galperín, el sector retail pone reparos que, aseguran, generan competencia desleal. Por caso, que el volumen de empleados en relación a las grandes empresas es mucho menor, que los convenios colectivos son a medida y que los costos de operar sólo de forma virtual pero vendiendo lo mismo que un supermercado o una textil, son mucho más bajos. En Mercado Libre, aseguran que esos datos no son ciertos y que tributan igual que cualquier otra compañía.
Bicicletas y aviones
En medio de la confusa historia que se contó sobre éxodos, se incluyó la salida de Glovo, vendida en toda la región a Pedidos Ya y que hace un año ya se había ido del Brasil de Jair Bolsonaro. Y la de Alsea, el accionista principal de Starbucks y Burger King, que debió salir a desmentir fake news. Las crisis son múltiples y el escenario local es casi el dato a ponderar menos.
El comunicado de desmentida de Alsea grafica bien las arbitrariedades de la historia que se edfició sobre los éxodos. "Creemos que es fundamental acercar información clara y transparente para poder resolver las inquietudes de nuestros equipos, proveedores y clientes que disfrutan de nuestras experiencias. Frente a contextos críticos e inesperados como el que el mundo vive en estos momentos, todas las compañías constantemente evalúan alternativas posibles para lograr la sostenibilidad en el largo plazo. Ese proceso nos dio información suficiente para reafirmar el objetivo de que Alsea continúe operando en el país, como lo viene haciendo desde el año 2006, con más de 250 locales distribuidos a lo largo de 10 provincias brindándoles empleo a más de 7000 personas de manera directa y a miles de manera indirecta. Hoy más que nunca estamos comprometidos con Argentina".
Tampoco se explicó en los listados de presuntas salidas por qué hubo crisis en aerolíneas como Latam, disfrazada de temor al clima de negocios y a rebeliones sindicales. En la era Macri, la reformulación de ese negocio y el ingreso de compañías low cost terminó sin resultados positivos ante una crisis global de ingresos de las compañías. El resto lo hizo el coronavirus: fuentes del sector descartan pérdidas millonarias y no saben hasta cuándo se resentirán los viajes por el temor persistente entre el público.
Desde todas las empresas consultadas por este diario, la respuesta fue la misma: el principal activo para hacer negocios, en Argentina y el mundo, es que la economía se mueva en cifras positivas y haya demanda. Más allá de las formas, lo que pesa en el establishment es el fondo de la cuestión. Lo muestran los años del Gobierno de Cristina Fernández, donde el capital disputó poder y decisiones mientras crecían sus ganancias. Y también lo muestra el período de Macri, donde aún con liberalizaciones parciales, precios desbocados y libre juego, el sector privado vivió sus años más oscuros.