Desde Quito

En el marco de un clima de tensión debido al abierto llamado de los líderes de la oposición a desconocer el resultado si no obtienen el triunfo, casi 13 millones de ecuatorianos decidirán en el ballottage de hoy quién será el presidente para el período 2017-2021 luego de diez años con Rafael Correa al frente del Ejecutivo. Lenín Moreno, licenciado en administración pública y candidato de la oficialista Alianza PAIS (Patria Altiva i Soberana), enfrentará al derechista Guillermo Lasso, banquero de profesión, postulado por la Alianza CREO-SUMA.

La sociedad, visiblemente polarizada, deberá optar entre dos modelos. Por un lado, la continuidad aunque con ciertos cambios que plantea Moreno y, por el otro, la propuesta de Lasso, que promete un millón de empleos en cuatro años, estimular la inversión extranjera, “más mundo en el Ecuador”, según manifestó en reiteradas oportunidades, reducir 14 impuestos y “unir a los ciudadanos”. El aspirante del oficialismo, a través del Plan Para Toda Una Vida, asegura que erradicará la desnutrición infantil, brindará créditos de hasta 15 mil dólares para jóvenes emprendedores, aumentará el bono de desarrollo humano –de similares características a la Asignación Universal por Hijo– y las jubilaciones, y construirá 325 mil viviendas. Moreno, vicepresidente de Correa entre 2007 y 2013, también se focalizó en remarcar los logros del gobierno, como la reducción de la pobreza, desigualdad y desempleo y recordó en uno de sus actos de cierre de campaña: “Encontramos un país devastado hace diez años”.

Las incendiarias declaraciones, principalmente en las dos últimas semanas, por parte de la coalición opositora suponen que, a menos que la diferencia a favor del oficialismo sea amplia u obtengan ellos el triunfo, van a intentar desestabilizar el país. Andrés Páez, candidato a vicepresidente de Lasso, aseguró, en una entrevista radial hace diez días, que divulgará los resultados 45 minutos antes del cierre de los comicios. Ante el cuestionamiento del entrevistador, quien le manifestó que el Consejo Nacional Electoral (CNE), organismo rector de la elección, prohíbe la publicación de datos antes de la finalización de la votación, Páez escupió: “Que me oigan los del CNE: Por mí que se vayan al carajo. Nosotros publicaremos los resultados”. 

Lasso, apenas más prudente que su compañero de binomio, advirtió hace una semana en el canal Teleamazonas: “Reconoceremos los resultados sólo si representa la voluntad popular, si no iremos a las calles”. El periodista Andrés Carrión, crítico del gobierno actual, le preguntó, atónito: “¿Cómo? ¿Usted anuncia una guerra civil?”. “No, llamamos a una movilización pacífica”, respondió el candidato. 

El antecedente de la primera vuelta no hace presumir que las hipotéticas protestas vayan a ser calmas. Páez llamó a sitiar el CNE “para evitar el fraude” en la pasada elección del 19 de febrero, cuando todavía el escrutinio no había llegado al 50 por ciento. La vigilia, que continuó por tres días hasta que el CNE confirmó la segunda vuelta, contó con proclamas como la de José Luis Freire, ex alcade de la ciudad de Baños, quien subido a una tarima amenazó: “O respetan la voluntad del pueblo o van a ver incendiado Quito”.

El presidente, Rafael Correa, afirmó en una entrevista exclusiva a PáginaI12 hace un mes que “la derecha se juega la vida en esta elección y no aceptará su derrota”. Del mismo modo se manifestó Alfredo Serrano, director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) y doctor en economía por la Universidad Autónoma de Barcelona: “La oposición no va a reconocer un resultado que no le sea favorable. El pasado 19 de febrero fueron muy contundentes con el llamado a la violencia cuando el resultado les permitió concursar la segunda vuelta. En ningún momento retrocedieron, ni pidieron perdón por cantar cosas que no fueron realidad”. 

Resulta oportuno señalar que todas las misiones observadoras de los organismos internacionales presentes en la primera vuelta, entre las que se encontraron las delegaciones de la Organización de Estados Americanos (OEA), Unión de Naciones del Sur (Unasur) y la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore), aseveraron que no hubo fraude y pidieron prudencia a la oposición al momento que se congregaba frente al CNE. “Todos los entes internacionales han sido muy contundentes. De hecho, los últimos informes de esta semana han mostrado que no hay ningún tipo de irregularidad preocupante más allá de las clásicas que se producen en cualquier tipo de procedimiento electoral”, destacó Serrano.

El candidato de la oposición apostó por comparar a Ecuador con Venezuela en gran parte de la campaña, recurso que había utilizado poco de cara a la primera vuelta. En una entrevista subrayó: “O vamos directo a Venezuela con el Nicolás Maduro de Ecuador (Moreno) o recuperamos la democracia y la libertad con el cambio”. El politólogo Jacobo García expresó que “del mismo modo que Lasso quiso meter miedo con Venezuela, Alianza PAIS lo hizo con Argentina”. García sostuvo que el oficialismo hizo una pregunta implícita a la ciudadanía en la cual le preguntaba: “¿Quieren un cambio? Bueno, en Argentina está el ejemplo de un cambio y miren cómo están”.