Desde Washington D.C. Aunque falten 44 días para el día de las elecciones, la votación en Estados Unidos ya está en marcha. Cuatro estados ya habilitaron mesas para gente que quiere emitir su voto por adelantado y otros se sumarán en las próximas semanas. Mientras tanto, la campaña sigue, ahora sacudida por la vacante en la Corte Suprema que dejó la jueza Ruth Bader Ginsburg, quien falleció el viernes pasado a los 87 años.
Estados Unidos tiene 50 estados, pero solo 13 decidirán realmente quién será el próximo presidente del país. Son los famosos swing states, los lugares por los que pasa la campaña de verdad. A un mes y medio de las elecciones, en cuatro de ellos Donald Trump y Joe Biden están prácticamente empatados en las encuestas, mientras que cuatro se inclinan hacia el presidente actual y cinco hacia el exvicepresidente. En estos últimos, el magnate lleva adelante una activa campaña en busca de su reelección, con actos y discursos como si no existiese una pandemia de coronavirus.
En sus discursos, Trump repasa sus temas más comunes. Por un lado, críticas a Biden, a quien adjudica 47 años de problemas en Estados Unidos, el tiempo que el candidato demócrata lleva en la política. Por el otro, su agenda conservadora. “Yo soy su muro entre el sueño estadounidense y el caos”, dijo el viernes pasado en Minnesota ante sus seguidores. Allí aseguró que, de ganar, el exvicepresidente convertirá la zona en un “campo de refugiados”. También destacó haber deportado recientemente personas de Somalia, precisamente en un estado en el que la comunidad somalí es una de las mayores del país.
Pero Minnesota no es solo un terreno de batalla de esta campaña. Allí, la elección ya empezó el viernes pasado. Aunque haya que esperar hasta el 3 de noviembre para saber quién gana, y tal vez unos días más también, el electorado de Minnesota, Wyoming, Virginia y Dakota del Sur ya puede concurrir a unas mesas de votación temprana. Otros estados van a abrir espacios similares en las próximas semanas.
En Minnesota, Biden tiene poco más del 50 por ciento en promedio en las encuestas. Su estrategia por estos días es el de apelar a la clase trabajadora, después de que Trump dijera que todo el mundo tiene acciones en la bolsa. Una de las definiciones de la campaña demócrata es la de oponer “Scranton contra Park Avenue”, en referencia a la ciudad de nacimiento de Biden en Pensilvania, una de las antiguas capitales industriales del país, y a la opulenta avenida de Nueva York.
Biden también llega al 50 por ciento de intención de voto en otros estados clave, como Wisconsin, o se acerca a ese número, como en los casos de Arizona y Pensilvania.
Con el resultado de 2016 como trauma, los demócratas ahora sacan cuentas mirando las encuestas por cada estado. Ven todavía mucha distancia entre su candidato y Trump en algunos sitios clave. Estiman que esta vez hay menos indecisos que en el ciclo electoral anterior y que, para ganar, el republicano no solo deberá seducir a independientes, sino también persuadir a los votantes de Biden. Algo complicado para este presidente, cuya aprobación está estancada en torno al 40 por ciento. El magnate suele publicar en Twitter que tiene el apoyo del 95 por ciento de los republicanos, pero eso puede no ser suficiente esta vez.
La pregunta que por estos momentos flota en las dos campañas y en el país en general es qué efecto causará el fallecimiento de la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg. Las vacantes se llenan con candidatos propuestos por la Casa Blanca y aceptados por el Senado, pero el proceso se convirtió en un asunto espinoso para los partidos en los últimos años.
En 2016, pasó algo similar. Unos nueve meses antes de las elecciones, se abrió un puesto en la Corte y el Senado, de mayoría republicana con el senador Mitch McConnell a la cabeza, bloqueó todo intento demócrata de votar la candidatura propuesta por Barack Obama.
Este viernes, McConnell dijo que cualquier nombre propuesto por Trump será sometido a votación. Actualmente, el partido republicano domina la cámara alta con 53 bancas de 100. Los demócratas, escudados en el precedente que el propio senador sentó hace cuatro años, exigen que eso suceda cuando comience una nueva administración.
A través de Twitter, Trump se dirigió este sábado al partido. “Nos han puesto en esta posición de poder e importancia para tomar decisiones para el pueblo que nos eligió con tanto orgullo”, dijo el presidente estadounidense sobre el proceso de nominar un nuevo integrante del máximo tribunal de país. “Tenemos esta obligación sin demoras”, agregó, como indicación de que él no pretende esperar a que pasen las elecciones para cubrir el puesto de Ginsburg.
El fallecimiento de la jueza, un ícono del feminismo estadounidense y de la lucha por la igualdad de género en el país, hace que el nombramiento de jueces se ubique ahora entre los temas principales de la campaña. Hasta ahora, la agenda electoral solo había estado dominada por el coronavirus y las protestas.
Los dos partidos ven desventajas y oportunidades en este nuevo escenario. Por un lado, la posibilidad de que este debate se vuelva en contra de los senadores que están defendiendo sus bancas en campañas reñidas. Por el otro, la de que cada electorado se vea más motivado a ir a votar para que su candidato nomine jueces con su misma ideología.
De Trump, se sabe perfectamente cuál es su posición. Sus candidatos ideales son conservadores, especialmente en lo que respecta al aborto. Solo elegirá los nombres que le aseguren votar en contra de este tema.
En el caso de Biden, las ideas son menos claras. Las propuestas de la izquierda demócrata incluyen reformar la Corte o expandirla, pero el exvicepresidente evitó hasta ahora hacer referencia a esas iniciativas. Su única promesa por el momento es nominar a una mujer negra como jueza.
Los dos candidatos se verán las caras el próximo 29 de septiembre para el primer debate. Quizás después de ese momento y en plena discusión por el lugar de Ginsburg, los números comiencen a moverse un poco más.