El apuro de los grandes productores de la zona núcleo por entregar la soja en el puerto de Rosario, para no afrontar los costos de almacenamiento, estaría ejerciendo una presión adicional a la baja del dólar, según advirtieron dirigentes de cooperativas agrícolas de la zona. El sistema de “carga directa a puerto”, según señalan, se ve reflejado en una entrada diaria de diez mil a doce mil camiones al puerto. Se trata de un volumen de 200 a 300 mil toneladas diarias, el equivalente a la carga de cinco a seis barcos grandes (tipo Panamá), que a su vez significa una liquidación de divisas superior a 50 millones de dólares por día (parte del grano se destina a la industria). Este ritmo de salida de granos y entrada de divisas, que se inició aproximadamente al iniciarse marzo, se mantendría durante los meses de abril y mayo, manteniendo en consecuencia su impacto sobre el mercado cambiario. Pero por fuera del efecto sobre la divisa, la actual operatoria estaría produciendo también una extraordinaria transferencia de ingresos en favor de los grandes exportadores y en contra de los productores. De hecho, la caída en el precio de la soja en el mercado interno, del orden 15 por ciento en los últimos cuarenta días, supera largamente el descenso en la cotización en el mercado de Chicago en el mismo período. “Con semejante sobreabundancia de cereales en el puerto, ¿quién se imagina que va a ser el que fije el precio?”, preguntó retóricamente un cooperativista agropecuario en diálogo con PáginaI12.
“Los viejos productores guardaban el grano en centros de acopio, muchos de ellos creados por las cooperativas, para defender el precio; hoy vemos que nadie quiere pagar el costo (de mano de obra) de carga y descarga en pista de acopio, y optan por la carga directa al puerto: se ahorran 95 pesos por tonelada del costo de carga y descarga y provocaron una caída del precio de 500 pesos en pocas semanas”, relató, con evidente amargura, el gerente de la cooperativa agrícola de Máximo Paz (a 80 km de Rosario), Angel Debiase.
El sistema de carga directa al puerto significa que, en el momento que se levanta la cosecha, se carga directamente al flete para su transporte al puerto en forma inmediata. Una vez allí, se le entrega a una cerealera grande con la cual ya se acordó la operación. La cerealera actúa como depositaria de la mercadería, de la cual dispone para enviarla a procesamiento (plantas productoras de harina o aceite) o para su exportación como grano. Pero la compra del grano al productor puede ser pactada en una fecha posterior, con lo cual también su pago se difiere.
“Esta forma de operar de los grandes productoras del anillo cerealero provoca una sobreoferta de granos que está hundiendo el precio al productor. Y eso no se explica por la caída del dólar ni por la baja en la cotización de Chicago. El precio interno se desacopló del precio internacional por efecto de esta sobreoferta”, sostuvo Debiase, “sin conocimientos de Economía pero sí del negocio, en el cual estoy hace treinta años”.
El precio por tonelada del jueves 30, según la Bolsa de Comercio de Rosario, era de 3540 pesos. El martes 28 estaba en 3660, una semana antes (martes 21) en 3770 pesos, dos semanas atrás (lunes 13) en 3880 y al inicio de marzo (viernes 3) a 3995 pesos. Durante febrero llegó a cotizar a 4300 pesos la tonelada, pero aún no había empezado a ingresar el grueso de la nueva cosecha. La tendencia bajista de las últimas semanas podría seguir su curso mientras se mantenga esta práctica comercial de enviar toda la cosecha en forma directa a puerto. La recolección de soja se extiende por todo el mes de abril y hasta bien entrado el mes de mayo.
“No hay que tener gran sabiduría para entender lo que está pasando y va a seguir mientras no dejemos de enviar mercadería directa a puerto en plena cosecha”, subrayó Debiase. “Los barcos hacen cola en el río Paraná para llevarse la soja, el precio interno sigue cayendo y las cerealeras, con la abundancia de oferta, van a seguir haciendo su negocio”.
El cambio de modalidad en la oferta de granos en tiempos de cosecha, según interpretó Debiase, está vinculado al tipo de productor de la zona núcleo. “Generalmente son empresas agrícolas medianas, ya no son productores de la zona”, señaló. Este tipo de unidades económicas se vincula directamente al exportador y resuelve más fácil la realización del negocio con la carga directa al puerto. “Prefieren no arriesgar teniendo el grano en el campo, en silobolsa por ejemplo, ni pagar el acopio”, describió el dirigente cooperativista. Esta nueva modalidad le quitó capacidad de negociación a los productores, que a través de la cooperativa podían retener el grano y obligar al exportador a pagar un mayor precio, para no tener que afrontar multas (llegan a 45 mil dólares diarios) por tener el barco amarrado en puerto más tiempo esperando la carga. Y seguirá condicionando la cotización cambiaria, uno de los parámetros clave en la actual economía abierta. Deprimiendo el precio en plena cosecha y, posiblemente, provocando un rebote posterior. Una inestabilidad cambiaria que siempre beneficia a especuladores y complica el desarrollo de la actividad productiva. En palabras de Debiase, chacarero y cooperativista de Máximo Paz, “como de costumbre, el que labura se funde y el que vive de rentas cada día está mejor”.