En su condición de ex combatiente de Malvinas y periodista, a Edgardo Esteban le toca vivir hoy un 2 de abril diferente a los acostumbrados en años anteriores. Hoy, el presidente Mauricio Macri recibirá sólo a algunas agrupaciones de ex combatientes y de familiares, entre los que están quienes escracharon al premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, a la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas y al referente del Centro de Ex Combatientes de La Plata Ernesto Alonso a la vuelta de su reciente viaje a las islas Malvinas. En cambio, los sectores nucleados en la Mesa de Coincidencia de Malvinas –a la que pertenece– no fueron invitados y realizarán su propia actividad hoy a las 15.30 en la Plaza de Mayo. “La verdad que sorprende que esta gente que hace pocos días agredió e insultó a Pérez Esquivel y a Nora Cortiñas hoy sean recibidos en Olivos. Está claro que eso poco les importa y poco les interesa”, sostiene .
–¿En qué contexto se conmemorará este 2 de abril?
–Es una fecha que nos moviliza, se cumplen 35 años del conflicto. El contexto es especial. Por un lado vuelve esta idea castrense de reivindicación de la “gesta” como relato único, que es algo que ya tuvimos durante muchos años, sin respetar las otras miradas ni las otras construcciones colectivas. El tema Malvinas no le pertenece a nadie, pero es una cuestión de pertenencia de todos los argentinos en función de lo que significa esa vivencia. Hay tantas miradas de Malvinas como de argentinos, pero ahora se vuelve a avanzar en esa construcción de la “gesta” y de los “héroes” y no se hace cargo de todo lo que se planteó desde la mirada humana, de los derechos humanos y la situación difícil que vivieron algunos soldados. Por otro lado, esa construcción colectiva que consiguió que se entendiera que Malvinas no era sólo un reclamo argentino sino de la Patria Grande, de los países de la región, también se bajó. Se cambió con este acuerdo de septiembre pasado que firmó la Cancillería con la cuestión de los vuelos a terceros países, con los vínculos de la investigación científica y de cuestiones comerciales, y se quitó un eje que no tendría que pasar por quien sea el gobierno que ejerza en el poder de turno sino que es una cuestión de Estado.
–Con respecto al primer punto que plantea, ¿en qué cuestiones se ve que hoy prevalece esa mirada que llama “castrense” antes que la más “humana” que proponen ustedes?
–Hoy el Presidente convoca directamente a un sector que tiene un mensaje de reivindicación castrense explícita con referentes que han tenido vínculos con la dictadura. Es como si estuviéramos todos en la misma bolsa. Ya no prevalece el perfil de quienes venimos marcando los casos de abusos de autoridad, de los que estaquearon a los soldados. Hay otro perfil. Ya lo marcó el desfile del año pasado por el 9 de Julio con Aldo Rico y los carapintadas. Todos estamos juntos, en el mismo contexto, sin que se hagan cargo del rol que tuvieron durante la dictadura. Para nosotros no somos todos iguales. Hay gente que no dio explicación y hay denuncias en la Justicia por esos abusos.
–¿Esas denuncias se siguen investigando?
–Sí, siguen. A pesar de que la Corte Suprema planteó la prescripción porque no eran delitos de lesa humanidad hay un requerimiento en la Corte Interamericana de Derechos Humanos con relación a esto.
–¿Ustedes qué actitud van a tomar frente a esta nueva política del Gobierno?
–Seguir trabajando. Recientemente hicimos este viaje junto a la Comisión Provincial por la Memoria a Malvinas marcando nuestra posición respecto a los derechos humanos. También participamos del acto por el aniversario del 24 de Marzo en la Plaza de Mayo con un documento en el que quedó fijada nuestra posición respecto a las reivindicaciones históricas por Malvinas, pero fundamentalmente nuestra consigna que es Memoria, Verdad, Justicia y Soberanía. No olvidamos pero también reivindicamos a aquellos que actuaron en consecuencia con sus soldados.
–¿Imaginaban que un sector podía manifestar un rechazo de ese tenor contra el viaje de la Comisión Provincial por la Memoria?
–Hay una situación de intolerancia que siempre existió. Yo siempre recibí mentiras, amenazas, insultos y ahora meten también a referentes como Pérez Esquivel o Nora Cortiñas. Puede que no estén de acuerdo con el viaje pero esto de ir a insultar a una Madre de Plaza de Mayo, decirle “hija de puta” a Nora Cortiñas, no puede ser parte de ninguna construcción colectiva. Es un tipo de violencia que resurge porque quieren volver a plantarse como el único relato y no permitir las distintas miradas. No voy a permitir que nos hagan callar sobre lo que hemos construido y sobre lo que sentimos que es la causa Malvinas.
–¿Ese viaje cumplió el objetivo que se habían planteado? Pérez Esquivel y Cortiñas parecían un poco decepcionados por la poca recepción de los isleños.
–Los kelpers tienen buen trato, manejan bien la diplomacia, pero cuando uno quiere hablar de política, dialogar sobre lo que significan los derechos sobre Malvinas para los argentinos, ahí se ponen agresivos. La presencia de un referente como Pérez Esquivel sin dudas que le iba a provocar molestias porque saben que genera una repercusión a nivel internacional que a ellos no les gusta en función de lo que plantean en cuanto a su autodeterminación y a la situación tan especial de Malvinas, que es algo así como un paraíso fiscal. Yo estuve hace poco en Gibraltar, que es un territorio de siete kilómetros cuadrados donde viven 30 mil personas y el principal ingreso es el juego online, después recién vienen los barcos y el turismo. Todos los barcos que se ven amarrados en la Costa del Sol en España tienen bandera de Gibraltar. Hay en el medio una cuestión de dinero que se ve también en Malvinas donde por un lado hay una base militar desmesurada que llegó a tener un soldado por cada habitante y por el otro la cuestión de las regalías pesqueras que a los isleños les generó una ganancia de 150 mil millones de dólares desde 1983 hasta el 2015. Tienen la excusa de la autodeterminación pero ahí tienen todo el control marítimo de nuestra pesca, de la búsqueda de petróleo, de lo que significa a futuro la discusión de la Antártida.
–Está la otra cuestión que planteaba, del abandono de la postura de mostrar Malvinas como un reclamo de la región. ¿En qué lo percibe?
–Mientras nosotros nos relajamos y permitimos que pasen cosas como que aterricen aviones militares británicos en Brasil o les damos la posibilidad de más vuelos a terceros países o que haya barcos brasileños o chilenos comprando los permisos para poder pescar en la zona de Malvinas, los kelpers siguen operando para llevar agua para su molino en lo que es el vínculo con el continente. Invitan a un ex presidente como el uruguayo Luis Lacalle, o a estudiante o a periodistas para hablar de los beneficios que tienen en las islas. En los últimos años se había planteado una política muy fuerte de integración, se veía un relato acerca de que Malvinas era parte de América Latina y no sólo de Argentina, y hoy se perdió. Hoy no se ve en los foros internacionales a nuestro país reclamando nuestro derechos soberano. Viajan comitivas oficiales al Reino Unido, se festeja el “Día del panqueque” como se hizo días atrás en la embajada argentina en Londres, buscando algún acercamiento cuando lo único importante es que alguna vez el Reino Unido se siente a dialogar de soberanía de Malvinas con Argentina como lo estableció una resolución de las Naciones Unidas hace más de 50 años. Eso este Gobierno lo olvidó, no le importa, no le interesa. Estamos regalando todo este tiempo de lucha y de construcción colectiva de algo que nos pertenece a todos los argentinos como parte de nuestra identidad. Acá puede haber grietas, pero la causa Malvinas, más allá de los matices, es el tema que nos une. Mirando hacia el futuro, todos esos recursos alimenticios y minerales que hay en nuestra plataforma marítima son fundamentales.
–En el medio quedó el paso en falso de Macri asegurando que discutiría de soberanía con la primera ministra Theresa May. Ni siquiera se reunieron después.
–Hasta ese momento, Macri era un ídolo de los kelpers. Bastó que hablara de soberanía para que se le pusieran en contra, pero igual hacen distinciones. Si Cristina Kirchner compraba un helicóptero para las Fuerzas Armadas salía el Foreign Office a decidir que había que reforzar las defensas de las islas porque Argentina se preparaba para atacar. Ahora se está hablando de comprar armamento por dos mil millones de dólares y no hubo ni un comunicado del gobierno británico. Hay un vínculo y una construcción un tipo de alianza que es muy peligrosa, como eso que se dice sobre la posibilidad de una base norteamericana en el sur. Es muy peligroso relajarse en este tema porque estamos entregando cuestiones que tienen que ver con la soberanía.