Existen en la vida política enigmas que resultan fascinantes, misterios para los cuales todo el mundo tiene una explicación, pero todas las explicaciones juntas resultan insuficientes.

Ahora que en apariencia estamos viendo licuarse para su desesperación el liderazgo de Mauricio Macri, nos preguntamos ¿cómo se conserva el liderazgo en el llano, y cómo perduran los liderazgos en las condiciones más negativas?

¿Cómo explicar, por ejemplo, que una líder política forzada a una suerte de exilio, retirada por períodos de la vida pública, aunque perseguida judicialmente, criminalizada y a la vez ninguneada por los medios, conserva durante cuatro años intacto su poder de convocatoria?

Por supuesto que está el antecedente del largo exilio y vuelta de Perón, pero por muchas razones el caso de Cristina Fernandez de Kirchner es distinto.

Desde hace cien años sólo dos presidentes consiguieron completar dos mandatos: Carlos Menem y la actual vicepresidenta. Pero Menem dejó el poder conservando sólo una porción de su liderazgo, que le alcanzó para ganarle en 2003 por apenas dos puntos a su entonces desconocido rival, Nestor Kirchner, pero no para animarse a una segunda vuelta.

Cristina Fernandez obtuvo su reelección en 2011 arrasando con un 55% a pesar de la crísis de la 125, de la caída de las legislativas en 2009 y del bombardeo mediático en su contra. Había sumado diez puntos respecto de su voto de 2007.

Y recuérdese que ya en 2007 sesudos analistas políticos hablaban de “fin del ciclo K”. ¡trece años atrás!

En 2019, Macri, con todo el apoyo y blindaje mediático a su favor, no sumó, sino que perdió diez puntos respecto de su victoria de 2015 y no consiguió la reelección sin siquiera llegar a una segunda vuelta.

Cristina, que consiguió poco más del 48% con Daniel Scioli, su candidato designado en 2015, obtuvo cuatro años más tarde el 48% con Alberto Fernández, su candidato designado en 2019.

En un país donde las mujeres con poder ungidas por fuerzas populares desatan odios, una mujer reúne el mayor capital político del país y lo presta a un varón para que gobierne el país, aunque fue necesario que ella estuviera en la fórmula.

Fenómenos como este, sobre todo si tienen que ver con el peronismo y con la fuerza ascendente de las mujeres, nublan ciertas inteligencias. Le pasó al politólogo que trece años atrás anunció el fin del ciclo K, al periodista de Canal 13 que dijo hace años que ella estaba “vieja, sola y enferma”, les pasó a tantos que anunciaban “No vuelven más” y a muchas inteligencias que derrapan ante el misterio peronista.

Cuando los grandes medios, que son hoy los organizadores de la oposición y cuyo poder de fijar agenda y de arrastrar voluntades nadie pone en duda, deciden planchar y retirar del juego a una líder política, y se encuentran impotentes para conseguirlo --¡y miren que hicieron lo imposible por exiliarla!--, ¿qué otros factores intervienen para que perdure un liderazgo?

¿Alcanza con señalar que el gran enemigo, Mauricio Macri, no dejó daño por hacer en su gobierno, y eso explica la vuelta de Cristina y el peronismo? Después de todo, al concluir los 10 años de Menem en medio de una profunda depresión económica la gente votó al partido rival, la UCR, cuyo presidente de 1989, sin embargo, había salido anticipadamente del poder por la hiperinflación.

O sea que volvió entonces la UCR, pero Alfonsín, aquel líder en retiro anticipado, no pudo ser el candidato en 1999.

Los liderazgos no son irrompibles. Entonces, ¿cuáles son los vasos comunicantes ajenos a los medios que logran el milagro de que ciertos liderazgos salgan airosos con tanto factor en contra?, ¿qué cosas obraron para que Cristina conservara intacto su capital político y volviera a juntar en el continente de su proyecto a los más díscolos?

¿Son las redes? Seguro que sumaron, pero a las redes les fijan la agenda los grandes medios, que son antiperonistas. ¿Son las identidades políticas? No necesariamente, teniendo en cuenta que en la mayor provincia peronista muchos peronistas votaron en su momento a María Eugenia Vidal. ¿Es la comparación del que hace el ciudadano desde el sentido común? (Ella desendeudó, creó la AUH, hizo jubilar a millones de adultos mayores). Posiblemente, pero no se puede asegurar a cuántas conciencias persuadieron estas herramientas que no fueron suficientes para el voto de 2015.

¿Son los movimientos sociales, que en estos cuatro años de Macri hicieron de red de contención para millones y que no querían otros cuatro años de multiplicación de los pobres? Probablemente.

¿Y si hubiera una explicación en la lógica del aikido, que enseña a usar la fuerza del oponente, y el ataque furibundo, implacable y cruel de los medios fuera, al cabo, un factor que, lejos de ningunearla, ha fortalecido y asegurado el centro político para Cristina Fernandez?

Bueno, seguro hay otros factores que se nos escapan y que producen efecto tan sorpresivos como el día en que Cristina fue a la feria a presentar su libro y convirtió ese ritual en una impensada concentración de masas.

Es un enigma extraordinario que, como dije, noquea a muchas inteligencias.

 

Lo cierto es que contar con un liderazgo a prueba de balas no es cosa menor en estos tiempos en que a tantos desafíos se suma el de una oposición destituyente.