"El horizonte del postcapitalismo se está aclarando, pero resta saber si la economía postcapitalista será autoritaria y oligárquica o democrática y social", aseguró el exministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, quien fuera el encargado de abrir la primera cumbre virtual de la Internacional Progresista el viernes pasado. "¿Qué viene después del capitalismo?", fue la pregunta que operó como disparador de su potente alegato. Varoufakis llamó a los progresistas del mundo a identificar a "las empresas multinacionales que abusan de los trabajadores" para denunciarlas a través de estrategias creativas de resistencia. También desarrolló los lineamientos principales de un "nuevo acuerdo ecológico internacional" de carácter urgente y abogó por una profunda reforma del mercado de valores global.
Uno de los grandes impulsores de la Internacional Progresista fue el Movimiento Democracia en Europa 2025 (DiEM25), cuyo referente es el propio Varoufakis. Pero su carrera política en Grecia comenzó unos años atrás. En 2015 fue elegido diputado por la coalición de izquierda Syriza, y luego se desempeñó como ministro de Finanzas. Fue miembro del primer gabinete del gobierno de Alexis Tsipras, en momentos en que Grecia afrontó la renegociación de deuda más compleja de la región: su endeudamiento pasó del 91 por ciento del PBI en 2003 al 250 por ciento en 2015. Varoufakis lideró las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, hasta su renuncia el seis de julio de 2015, por diferencias irreconciliables con el gobierno griego, que se preparaba para un feroz ajuste.
Boicot a Amazon
La Internacional Progresista, aseguró Varoufakis, debe convocar a la solidaridad de los pueblos para enfrentar los excesos del capital privado. Como ejemplo de esa situación, el dirigente griego se refirió al caso de un ex empleado de Amazon, Chris Smalls, que en el mes de mayo organizó una huelga en las instalaciones de la compañía en Nueva York, en protesta por las desfavorables condiciones laborales en las que los trabajadores debían realizar sus tareas durante la peor etapa de la pandemia de coronavirus. "Smalls saltó momentáneamente a la fama cuando se reveló que, habiéndolo despedido, los ultra ricos y super poderosos directores de Amazon usaron una larga videoconferencia para difamarlo", planteó Varoufakis.
Aunque distintas figuras de relevancia se pronunciaron en defensa de Smalls, la exposición pública del gigante tecnológico no surtió ningún efecto. "Amazon emergió del confinamiento de 2020 más rico, más fuerte y más influyente que nunca. En cuanto a Chris, una vez que sus cinco minutos de fama se desvanecieron, fue despedido y denigrado", aseguró el economista de izquierda. Valiéndose de ese caso, planteó una estrategia: "Supongamos que pudiéramos convocar a personas de todas partes del mundo para que participen en jornadas de acción de los sindicatos a nivel mundial. Podríamos combinarlas con jornadas de inacción mundial, un día en el que no visitemos el sitio web de Amazon". Para Varoufakis ese podría ser un buen comienzo para "identificar y denunciar a las empresas multinacionales que abusan de los trabajadores".
Un nuevo acuerdo verde
En otro tramo de su presentación, Varoufakis se preguntó por el plan que debería aglutinar a un movimiento progresista global. En ese sentido, llamó a planificar un "nuevo acuerdo ecológico internacional común". La lista de elementos que componen a ese nuevo acuerdo es extensa y a la vez urgente: pasar masivamente de los combustibles fósiles a las energías renovables; desarrollar transporte terrestre electrificado; disminuir sustancialmente la producción de carne; poner mayor énfasis en los cultivos de plantas orgánicas. "Todo esto va a costar al menos ocho billones de dólares al año", aseguró el docente de la Universidad de Texas.
Para destinar esos ocho billones a inversiones ecológicas, Varoufakis propuso la creación de una nueva Organización para la Cooperación Ambiental de Emergencia (OEEC por sus siglas en inglés), homónima de la original que, 75 años atrás, administraba las obras financiadas por el Plan Marshall en Europa. "Una de las principales diferencias con respecto a la década del 50 es que la tarea de hoy no es simplemente reconstruir, sino desarrollar nuevas tecnologías verdes, no volver a caer en industrias contaminantes. Ningún país por sí solo puede financiar la investigación y el desarrollo necesarios", planteó el exministro de Finanzas griego.
La utopía postcapitalista
"La gran pregunta para todos los involucrados en esta magnífica iniciativa de la Internacional Progresista es cómo podemos organizarnos sin caer presos de los escollos habituales de la burocracia dentro de las organizaciones", expresó Varoufakis. Sobre este punto, aseguró que a veces no tener una respuesta es algo bueno, porque obliga a una solución colectiva e innovadora. "Los banqueros y los fascistas han encontrado respuestas. Está bien, es más difícil para nosotros progresistas porque tenemos una aversión natural a las jerarquías, a las invasiones del patriarcado y al paternalismo. Coincido con quienes dicen que el capitalismo no es civilizado, domesticado ni compatible con la supervivencia de la humanidad", manifestó.
Al respecto, Varoufakis trajo a colación lo que ocurrió hace aproximadamente un mes, el 12 de agosto, el día en que se supo que la economía británica había sufrido su mayor recesión en la historia, con más del 20 por ciento de caída del PBI durante el segundo trimestre de 2020. Minutos más tarde, la Bolsa de Londres subió un dos por ciento. "A los mercados financieros de todo el mundo les va bastante bien en un momento en que los trabajadores y el capital industrial están sufriendo masivamente. El mundo del dinero y las finanzas están desvinculadas del mundo de la producción", argumentó. El capitalismo se dinamitó hasta tal punto que tal vez ya entramos en lo que Varoufakis llama postcapitalismo, aunque no se trate del soñado por progresistas y socialistas del mundo.
Para Varoufakis hay un mercado del que el postcapitalismo debe prescindir para alcanzar un desarrollo verdaderamente progresista: el laboral. Pero, ¿puede funcionar una economía avanzada sin él? El economista griego entiende que sí, proponiendo convertir a cada empleado en un socio igualitario con la misma acción en la empresa o fábrica para la que trabaja: "El principio de un empleado, una acción, un voto. Enmendar la ley corporativa para convertir a cada empleado en un socio igualitario". El autor de Economía sin corbata entiende que esa idea es hoy en día "tan inimaginablemente radical como lo era el sufragio universal en el siglo XIX".
"Además de la democratización de las empresas, esto traería consigo la desaparición de los mercados de valores y acabaría con la necesidad de una deuda gigantesca destinada a financiar las fusiones y adquisiciones privadas", argumentó. Ese camino evitaría la caída en un postcapitalismo autoritario y de derecha: "Una vez que emprendamos un modelo socialista de mercado liberado del poder corporativo y de la tiranía del choque entre ganancias y salarios, las personas y las comunidades podrán comenzar a imaginar nuevas formas de desplegar sus talentos y su creatividad".