“El libro no es sobre la barra brava de River sino sobre el compromiso militante de grupos de hinchas que pasaron del aguante de los 90 a ser directivos de la institución en diferentes comisiones”, le dice el sociólogo Rodrigo Daskal a Líbero a propósito de Hinchas - Pasión y política en River Plate (1996-2013), de Grupo Editorial Sur. En 300 páginas describe a quienes apelaron a la participación política. Socios que dedicaron horas y días a River. Algunos llevando banderas desde temprano, antes de que empiecen los partidos, para colgarlas en algún lugar estratégico. Otros, juntando papelitos para recibir al equipo. O impulsando emprendimientos solidarios. También están quienes formaron una agrupación o se incorporaron a otra ya existente.
La lectura de Hinchas arroja términos, como Bandereros o Hinchas militantes. Y cuenta sobre la evolución dirigencial que hubo en el club en ese período de 17 años, algunos muy conflictivos. Sobre todo porque en 2011 River perdió la categoría tras las gestiones de José María Aguilar, primero, y de Daniel Passarella, después. Esos años, además, se enmarcaron en la violencia que generó la barra brava tanto dentro como fuera del club. Hubo muertes, heridos y amenazas constantes.
El eje del trabajo de Daskal, licenciado en Sociología de la UBA, doctor en sociología por el IDAES, de la UNSAM, investigador del Centro de Estudios del Deporte (CED) y docente universitario, fue destacar el rol pacífico de los hinchas. Para hacerlo apeló no sólo al aspecto académico sino también a la voz de los socios que contaron su experiencia como partícipes en la vida diaria del club. “Los hinchas militantes de River, contrariamente a los barrabravas, no hacen de la violencia física una distinción, sino que la objetan en casi todas sus formas”, escribe Daskal. Aunque al mismo tiempo destaca que esa misma violencia “la justifican cuando ocurre en acciones consideradas de defensa propia”. Pero hay algo claro: todos saben que en la tribuna manda la barra.
“Lo que me interesa es la cultura del hincha, la cultura popular, que es un terreno poco trabajado en el ámbito social. Se trabajó más en la violencia pero no tanto en el mundo del hincha en sí, del que va a la cancha a alentar a su equipo. A eso apunto en el libro”, explica Daskal, cuyo terreno de investigación es River. Eso no impide analizar el contexto “elitista” del espectáculo deportivo actual, al que define como “más aggiornado y ajustado a nuevas medidas de seguridad”. “Eso no pasa sólo en River sino en el fútbol de todo el mundo”, opina. Y después: “Pero hay cosas que de todos modos pueden ser como siempre, como la participación o compromiso de los hinchas”.
Asiduo visitante del Monumental, Daskal destaca el crecimiento del ambiente familiar tanto en la vida social del club como para presenciar los partidos oficiales. En ese sentido, señala que el compromiso militante del socio va más allá del fútbol. “En 2002 se organizó un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo. Esa participación política tal vez haya tenido que ver con los hechos del 2001, las asambleas, etcétera. Ese movimiento anticipa en cierto punto la militancia política de muchos jóvenes que se produjo entre 2007 y 2008. En cierto punto pareciera que el fútbol va delante de la política”.
En Hinchas, Daskal cita a otros cientistas sociales como Julio Frydenberg, Pablo Alabarces, José Garriga, Verónica Moreira y Eduardo Archetti, precursor en la temática. Apela además a recortes de diarios y publica fotos en las que se observan, por ejemplo, los depósitos de banderas en el Monumental o los murales pintados por los hinchas. También hay imágenes de viejos afiches que convocan a la participación política de los socios. Recuerda la Caravana Monumental del 25 de mayo de 2001, cuando River cumplió 100 años y 50 mil hinchas llevaron por calles de Buenos Aires una bandera de 1.000 metros.
Daskal compara esa situación con la de Independiente, cuyos socios hicieron en 2004 una caravana similar por su centenario. Para hacerlo se basó en un trabajo de su colega Verónica Moreira. “Eran hinchas y socios no politizados”, aclara el autor para diferenciar lo ocurrido en River. En el libro se lee que esos hinchas del Rojo “buscaron que la caravana tuviera reconocimiento y organización institucional, aunque los conflictos y tensiones con la dirigencia derivaron en una autonomía y organización casi propia”. Independiente y River sufrieron de manera paralela una pésima situación económica, política y deportiva. La diferencia, cuenta Daskal, es que “en River Aguilar abrió las puertas de la política a los socios. Esto no es un análisis ni una defensa a su gestión”. Entre los de Avellaneda, en cambio, no se dio esa coincidencia sino que se afianzaron las distancias entre hinchas y dirigentes.
Tras el período analizado en el libro, la actualidad es diferente. “En los últimos años hubo cambios. Pero pasa en todos lados. Por medidas de seguridad ya no se permite, por ejemplo, el uso de bengalas. Pero a la vez las actividades benéficas se mantienen”, resume Daskal.
“El amor que ponen los hinchas es muy potente. Tiene que ver con eso que llamamos la fuerza de los lazos débiles. Los lazos fuertes podrían ser la nacionalidad, la religión. El fútbol es un lazo débil con mucha potencia basada en la emotividad que produce. Esto tiene que ver con que muchos hinchas pongan dinero, ganas. A veces trabajan un mes a destajo para algo que puede durar unos pocos segundos. Parece irracional, pero la explicación de eso son las emociones. Y creo que el mundo en que vivimos tiene que darle más importancia a las emociones, porque muestran que esa potencia está viva”, concluye Daskal.