Con la fuerza del trap encriptada principalmente en su forma, no es sorpresivo que Facu Ballve se haya convertido en un artista estrella dentro del imaginario visual de la escena urbana, imprimiendo su firma en varios de los mejores videos de Duki, Neo Pistea o Cazzu. Cruzando una estética humeante y nocturna con destellos fantásticos propios de los videojuegos, este director y productor audiovisual de 24 años es uno de los nombres fuertes de un movimiento joven que crece segundo a segundo a fuerza de clics y visualizaciones.
"La persona más fanática de Los Simuladores que conocés, soy yo", dice Ballve a modo de presentación, marcando su línea de procedencia dentro del mundo audiovisual. Amante de Milos Forman y del cine argentino, de Szifrón, Trapero y Luna de Avellaneda, Ballve se fue haciendo a sí mismo a fuerza de trabajo. Con Anestesia, la productora que fundó en 2016, ya lleva realizados más de 200 videoclips, muchos de los cuales sirven para armar el mapa completo del género del momento.
Es un caudal de trabajo apabullante que se mide de a cientos de millones de vistas y que están haciendo de Anestesia una usina creativa que siempre busca romper sus propios límites. "Ahora armamos Anestesia Music, que es nuestro sello independiente. Tenemos dos artistas y estamos produciéndolos. También estamos haciendo contenidos para nuestro canal de YouTube, hicimos una fiesta de Anestesia, hicimos ropa", detalla Ballve con envión. "Quiero que Anestesia siga y siga creciendo."
De los cumples de 15 a la fiesta del trap
Aunque siempre vivió en Pilar, Facu Ballve (nacido el 18 de mayo de 1996) se crió en salas de teatro de Buenos Aires. Su madre era actriz y hacía teatro infantil con Héctor Presa en La Galera Encantada, el teatro under de Palermo. Y lo llevaba con ella a los ensayos y funciones. Ahí empezó a probar el sabor del arte cocido en vivo. Incluso, siguiendo la huella de su madre, Ballve empezó a estudiar actuación, hasta que su camino se torció por completo cuando, a sus 15 años, su padrino le regaló su primera cámara de fotos.
"Ahí empecé a trabajar profesionalmente, porque ya nos pagaban por hacer fiestas de 15, bautismos. Lo hacía con un amigo del colegio que estaba metiéndose en la misma. Era el boca a boca, con la gente conocida", recuerda. Después se anotó en Cine en la FUC, donde empezó a sentirse atraído por las grandes producciones.
"Flasheé con el cine más pochoclero, porque soy mucho de las grandes producciones. Por eso me metí en la música a filmar shows y demás, porque soy medio fanático de toda la parte de la producción", dice. "Pero también soy mucho de cine argentino guerrilla, hecho a pulmón."
Para entonces, mientras la escena del hip hop local crecía en plazas, con El Quinto Escalón como embrión cromado, Facu ya era un amante del rap español que consumía a través de YouTube, recluido al otro lado de la General Paz.
"Con el tiempo me empecé a meter un poco más, y a ir como fotógrafo a los eventos. Cuando terminé el colegio, en 2014, conocí a Leandro Dome, que tiene Radio Doble HH, un medio de hip hop underground que cubre todos los shows, y me metí a sacar fotos con ellos. Hice un montón de eventos de artistas de todos lados. Ahí conocí a Alejo de El Quinto (hoy YSY A) y me empezó a meter, me hice amigo de los chicos y empecé a crecer con ellos."
Bailes detrás de cámara
Una vez que ingresó en la escena del hip hop local, Ballve dejó la facultad para enfocarse en la realización audiovisual, respondiendo a las necesidades de ese cardumen de talentos que necesitaba ilustrar sus canciones para subirlas a YouTube. De a poco, Facu fue descubriendo su sello, una forma todoterreno de abordar el lenguaje, como un artista multifunción, ocupándose de la cámara, la edición y la colorimetría de los videos.
"Me fijo mucho en todo lo que es movimientos de cámara: dónde poner la cámara, cómo contar lo que querés mostrar. Cuando filmo un videoclip, los artistas están haciendo una coreo, bailando, cantándome a la cámara, y yo soy muy de acompañarlos. Como me gusta mucho la música, medio que bailo con ellos", dice Ballve. "Siento que mi forma de llegar al espectador es a través del movimiento de cámara, porque me gusta agarrar la cámara y ser yo, es como mi marca registrada y eso creo que se nota."
Incluso ahora, trabajando con equipos grandes, ¿te resulta imposible delegar?
--Siento que es un poco el espíritu del género, del trap. Lo hago yo, vení, dame la cámara, no necesito a nadie que lo haga por mí. Tampoco me gusta, porque siento que pierdo el tacto con el artista. Me cuesta mucho delegar porque siento que ahí está mi firma. Por eso, por más grande que sea el proyecto, siempre trato de mantener eso: agarrar la cámara yo, editarlo yo y hacerle el color.
¿Cómo aparece presupuesto para estas producciones?
--Es la eterna pelea. La realidad es que no hay plata, es así de fácil: no hay. Como siempre trabajamos con un presupuesto al que estamos acostumbrados, cuando hay un poquito más, bueno... Pero en comparación a lo de afuera, el presupuesto es cero, realmente muy poco. Estamos muy acostumbrados a eso y nos adaptamos siempre de la mejor manera y le sacamos mucho el jugo. Por eso estamos siempre tratando de agarrar cositas que vengan de afuera, de Estados Unidos o Puerto Rico, que siempre ayudan. Pero con los artistas de acá tenemos que rebuscárnosla como se pueda.
¿Qué es lo que más te interesa del videoclip como formato?
--Por un lado la parte musical, que es lo que más me gusta y siempre me gustó, y por otro lado la confianza y la libertad que me dan los artistas. Trabajé mucho en fotografía, mucho evento, campañas, y ahí siempre hay una limitante con el cliente. Acá, al yo ser medio parte y entenderme muy bien con los chicos, tengo otra libertad. Sé que lo que haga les va a gustar, o le voy a encontrar la vuelta para que les guste a ellos y a mí también. Eso es lo que más me llena.
¿Cuál creés que sea el desafío del trabajo audiovisual habiendo tanta sobreinformación?
--Tanto en video como en la música, hoy lo que hace la diferencia es el poder renovarte y hacer algo distinto. Todos están buscando eso. Hay que hacer cosas distintas y renovarse todo el tiempo, y eso es muy difícil. Pensá que nosotros hicimos como 200 videos en dos años y medio, entonces es muy difícil buscar alternativas y cambiar. Es nuestra búsqueda de todo el tiempo.
¿Qué es lo que más te interesa de este movimiento de música urbana?
--La posibilidad del hacer que le da a todo el equipo de producción, tanto a los artistas como a los productores musicales y visuales. Hace diez años era muy difícil hacer un videoclip, tener una cámara para hacerlo, y hoy el género urbano te da la libertad de que cualquiera pueda hacer un tema, grabar una canción, producir una pista o hacer un video. Se fueron rompiendo las barreras y se fue haciendo cada vez más accesible, con las redes sociales y un montón de cosas.
Eso también implica que más gente se sume a filmar...
--El género urbano está ahí, es popular y llega a todos. Está bueno abrirle el juego a competencias, a la participación de mucha más gente, a muchos artistas emergentes. Siento que todo se hace más universal y eso es importante, porque estamos todos tirando para el mismo lado, tanto acá, como en Estados Unidos como en Europa.
¿Cuál fue tu momento clave en todos estos años de trabajo?
Yo creo que lo más flahsero fue el momento en el que sale Loca de Khea y todo explota realmente. Yo venía desde hacía tiempo haciendo videos, había hecho como sesenta, pero Loca fue el clic, un boom que reamente no me esperaba. Le tenía mucha fe, pero medio que nos tomó por sorpresa a todos por su magnitud. "¿Qué hago ahora? Nos está mirando todo el mundo…". Desde ese momento tuve que hacer crecer Anestesia, incorporar gente, todos los artistas con los que laburaba empezaron a firmar con sellos, fue una revolución para todos. A partir de ahí, todo fue hacia arriba.