Un pólipo intestinal es el crecimiento de tejido anormal en la membrana mucosa que reviste los intestinos.
La mayoría no causa daños. Se puede encontrar en varias ubicaciones del tracto digestivo pero son más comunes en el colon. La mayor parte de los pólipos en el colon son inofensivos. Pero con el tiempo, algunos pólipos pueden derivar en cáncer de colon.
Tipos de pólipos
Hay dos tipos de pólipos: los neoplásicos y los no neoplásicos. Los primeros pueden ser adenomas o pólipos cerrados. Cuanto más grande es el pólipo, más riesgo hay de contraer cáncer, sobre todo en los pólipos neoplásicos.
Los pólipos no neoplásicos pueden ser pólipos hiperplásicos, pólipos inflamatorios y pólipos hamartomatosos. No suelen derivar en cáncer.
El riesgo es mayor en las personas de más de 50 años, más si hay sobrepeso o se es fumador. Los antecedentes familiares de pólipos también generan la posibilidad de tener la afección. En esos casos, hay que someterse a colonoscopías de manera habitual.
Cómo se detectan los pólipos
Hay varios síntomas para detectar la presencia de pólipos. Uno es el sangrado rectal, que puede ser señal de pólipos en el colon, cáncer de colon u otras afecciones, como hemorroides o desgarros leve. También se manifiestan por el cambio de color en la materia fecal, anemia por deficiencia de hierro, o por dolor abdominal.
Sin embargo, no siempre presentan síntomas. Por eso es recomendable someterse a a estudios como al colonoscopía. Si el pólipo detectado es hallado en un estadío temprano, es posible extirparlo por completo.
¿Es posible prevenir los pólipos?
La prevención puede ayudar a evitar la aparición de pólipos. Conviene tener una dieta saludable, con muchas frutas y cereales, limitando la ingesta de alcohol y suprimiendo el tabaco. El consumo de calcio previene la recurrencia de adenomas de colon. La vitamina D puede tener, según algunos estudios, un efecto de protección contra el cáncer colorrectal.