Cuenta una antigua leyenda que a miles de metros de altura, detrás de la cordillera de los Himalayas, existe un país de inmortales que salvaguardan la eterna sabiduría. Se lo llama Gyanganj, Shambala o Shangri-la. En siglos recientes, aventurerxs espirituales emprendieron desde Occidente todo tipo de expediciones en su búsqueda, ya fuesen físicamente concretas o experimentos telepáticos, siempre en pos de una otredad irreductible y lejana que fascina a Occidente desde que aprendió a hablar y a mentir.
La novelista María Angélica Scotti reescribe la leyenda del inmortal y de la expedición en su procura, en una ficción histórica, romántica y de aventuras (sí, todo eso junto) que salió hace muy poco y que fue el primer título de la editorial rosarina Ramos generales, dirigida por Walter Operto. El pasajero del sueño reubica a la mítica figura, no ya en las heladas cimas asiáticas, sino en una isla paradisíaca en el Pacífico. Cuenta con el detalle magistral de ser una novela epistolar que en ciertos tramos simula un diario íntimo y en otros, una serie de artículos sobre la historia de la antropología publicados en una revista. La historia está ambientada en Buenos Aires y en otros escenarios a partir de 1930, poco antes del golpe de Estado que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen. Hebe, la narradora, salteña radicada en Buenos Aires, conoce a través de charlas familiares los entretelones del golpe; ella pertenece a la clase dominante, cuyos mandatos comienza a desobedecer al enamorarse de Ignacio. Él es un seductor antropólogo aficionado de ideas anarquistas pero no tanto, doble moral machista y camisa raída. La relación es opresiva para Hebe, quien incluso es explotada como escriba de Ignacio (él firma las notas aunque las escribe ella), pero paradójicamente se siente libre al dejarse llevar a un mundo de aventuras cada vez más amplio, que desembocará más allá de la civilización conocida por ambos. El lenguaje de Hebe es rico en coloquialismos de su época, y muy convincente al mostrar la subjetividad de clase de una cierta mujer del siglo pasado.
El relato se sale del realismo y se lanza de cabeza en una fantasía disparatada que roza el surrealismo (¿alusión a las vanguardias de la época?) a través de las cartas que Hebe envía por avión a la "Sociedad Criptosófica" que les pagó el viaje. También desarrolla reflexiones ensayísticas y poéticas sobre la diversidad cultural, las cuestiones de género y, sobre todo, la experiencia subjetiva del tiempo. La prosa es fluida y clara. El final se va preparando a lo largo de 234 páginas y logra sorprender. Aquí, una breve bio de la autora y su voz: http://www.sonidosderosario.com.ar/audio/scotti-maria-angelica/