La onceava edición de CineMigrante, esta vez con modalidad online, trae una retrospectiva única sobre la obra de Sarah Maldoror, una de las cineastas más importantes del movimiento afro y el feminismo deconolonial. La exhibición contará con la curaduría de su hija, la guionista Annouchka de Andrade, y Chema González, Jefe de Actividades Culturales del Museo Reina Sofía. Las12 charló con la hija de la gran cineasta recientemente fallecida, cuya obra se exhibirá por primera vez en América Latina.

“La voz de los perseguidos y de los insumisos, la cineasta Sarah Maldoror, pionera del cine panafricano, se ha apagado el 13 de abril de 2020 como consecuencia del coronavirus.” Así la despidieron públicamente sus hijas Annouchka de Andrade y Henda Ducados, a sus 91 años. Su amigo, el poeta Aimé Césaire le dedicó estas palabras: “Oh Sara Maldo quien, cámara empuñada, combate la opresión, la alienación y desafía la estupidez humana”.

La filmografía de Sarah Maldoror, centrada en la lucha contra el racismo, la opresión y la explotación del pueblo afro, contiene casi 40 obras donde cámara en mano ha recorrido desde Argelia hasta México, pasando por la Unión Soviética y el Congo, registrando las sublevaciones del pueblo afro desde 1960. A pesar del valor documental que representa su obra que supo captar la esencia de los movimientos revolucionarios y de descolonización africanos, Sarah no cuenta con el reconocimiento que merece, una muestra más de cómo se invisibiliza la presencia de las mujeres afro en el cine.

La obra de Maldoror es poesía anticolonial, habla de la violencia del colonizador hacia el colonizado, de los artífices del movimiento político y cultural de la negritud y del panafricanismo como movimiento de emancipación, que propugna la cooperación y la unidad de todos los países africanos y su diáspora en defensa de sus derechos. Su filmografía tiene una gran influencia de los poetas y filósofos que fundaron la negritud: Aimé Cesaire, Leopold Senghor y León G. Damas. A partir de sus trabajos, Maldoror creó un manifiesto visual y poético de ese movimiento.

Detrás de esta gran cineasta tenemos a una mujer que supo desafiar los mandatos de su época, en un momento en el que el lugar reservado para las mujeres era el ámbito doméstico. Cuando Sarah llegó a París a fines de los años 50, su deseo era ser actriz, pero las únicas propuestas de trabajo que consiguió fue limpiar casas. Rechazando toda imposición, en 1956 decidió fundar su propia compañía teatral llamada Les Griots (Los trovadores), la primera compañía integrada únicamente por actores africanxs y afrocaribeñxs, justamente “para dar a conocer obras de autores negros y terminar con los roles de las criadas” en sus propias palabras.

“Sarah siempre dijo ‘yo no voy a esperar a que me den el lugar que quiero, nosotros los negros somos responsables y si nadie conoce nuestra obra es nuestra responsabilidad, tenemos que contar nuestra propia historia’”, así recuerda Annouchka, las palabras de su madre, en comunicación con Las12 desde Francia.

Annouchka de Andrade es guionista y productora, actualmente se desempeña como directora artística del Festival Internacional de Cine de Amiens, dedicado al cine de autor y películas africanas y sudamericanas. Con treinta años de trayectoria en el mundo audiovisual, trabaja en la cooperación cultural internacional en países como Francia, España, Colombia, Bolivia, Venezuela, Perú y Ecuador. Además, fue asistente técnica de su madre por más de veinte años. Junto a su hermana desarrollaron un proyecto para preservar y compartir la obra de Maldoror, en el cual emprendieron la ardua tarea de recuperación y restauración de películas, archivo documental, correspondencia, manuscritos y guiones inéditos.

Annouchka de Andrade.

Orgullo negro

En 1961 Sarah decidió partir a Moscú para estudiar cine, donde aprendió el lenguaje fílmico en el Instituto Estatal de Cinematografía de la Federación Rusa (VGIK), la escuela más grande y antigua de cine del mundo, junto al padre del cine africano, Ousmane Sembène, actor, director, escritor, guionista y activista político senegalés. Luego pasó por Marruecos y Argelia, donde dio sus primeros pasos en el cine y se unió a los líderes de la lucha de los movimientos de liberación de África, en Argelia y Guinea Bissau, junto a su compañero Mário de Andrade, poeta y político angoleño, fundador del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), una corriente política anticolonial. Era tan grande el compromiso de Sarah por la lucha contra el colonialismo, que decidió retratarlo. Con cámara en mano, cruzó la frontera de Senegal a pie para registrar la guerra. Uno de los mayores desafíos de sus hijas hoy es encontrar esa película perdida.

Dos de las obras más relevantes de Sarah son el cortometraje Monangambée, de 1968 (cántico que significa "Muerte blanca" y un grito de guerra habitual contra la explotación colonial en Angola), donde retrata los abusos, basados en la incomprensión cultural de funcionarios portugueses en África a través de la tortura de un prisionero, y Sambizanga, de 1972, un largometraje de ficción ambientado en 1961, durante el inicio de la Guerra de Independencia de Angola, donde plasma las luchas de los militantes angoleños involucrados con el MPLA. Este film aporta una visión feminista, al retratar la lucha contra el colonialismo a la que se enfrenta una mujer que busca incesantemente a su esposo, miembro del MPLA, que fue detenido. Maldoror traza a través de la trayectoria política de esta mujer, la lucha del movimiento de liberación angoleño.

Cuando en los ´70 Sarah volvió a París, filmó Sambizanga junto a un productor francés. Esta película tiene la particularidad de tener una sola actriz profesional, el resto eran amigxs de la familia y militantes de Haití y la República Democrática del Congo -donde se rodó-, personas comprometidas con la lucha antirracista.

“Sarah dijo que en Francia siempre fue mucho más fácil encontrar un productor para hacer una película que hable de la guerra de los portugueses, pero cuando ella, más tarde, quiso hacer una película sobre un héroe de Guadalupe en contra de la esclavitud de Napoleón, nunca tuvo ni un peso. Hablar de la colonización de los otros fue mucho más fácil que hablar de la colonización en Francia, donde fue imposible hablar de la guerra de Argelia. Ahora mismo también lo es, por eso ella dijo ‘es mi lugar hablar de la guerra que están haciendo en este momento en África, nadie habla de esto’, ése es el contexto en el cual decide hacer Sambizanga”, explica Annouchka.

¿Qué aporte realiza Sambizanga desde el punto de vista de la opresión de la mujer?

-En ese papel, la mujer que busca a su esposo no es una víctima. Ella quiere entender lo que ha pasado con su marido, va de cárcel en cárcel para encontrarlo y logra comprender lo que significa él como luchador. Para Sarah el papel de la mujer siempre fue muy importante en todas sus películas. Hay un film que se perdió, lo estoy buscando, trataba el papel de la mujer en la guerra y fue rodado en 1970 en Guinea.

¿Cómo fue para Sarah ser cineasta negra en un mundo dominado por hombres blancos?

-Ella nunca sufrió, no quería ser victimizada, siempre estaba mirando adelante. Decía “tú no quieres trabajar conmigo, no importa, voy a tocar otra puerta”. Por supuesto que fue difícil hacer películas siendo negra y mujer, pero ella siempre quiso superar eso.

A pesar del gran valor documental que tienen las películas de Sarah, ¿por qué no se le da el reconocimiento que merece?

-Sarah tenía una personalidad muy fuerte y entiendo que había muchos productores que le tenían miedo. Por ejemplo, si estaba conversando con alguien y esa persona dijo algo que no le gustó, se lo decía, sin importar el cargo o la posición, y hay gente que la evitaba por eso. No la invitaban como miembro de jurado en los festivales, no solía ir a lugares como cócteles de cine y era muy franca, y eso se paga. Sarah ha pagado muy fuerte el precio de su libertad. Recuerdo cuando escribió un guión con Jorge Semprún, ministro de Cultura de España durante el gobierno de Felipe González en los ´80, al final a Sarah no le gustó lo que él hizo, y escribió otro guión con otra persona que correspondía al universo artístico que ella quería. Perdió dinero, meses de trabajo, pero siempre trabajó con quien quiso. Es importante que las películas de Sarah se muestren para conocer la historia: cuando uno habla de una lucha, de una liberación, y es parte de esa lucha, tiene otro punto de vista, no es sólo aquel que mira de lejos. Ella estuvo en la guerra de Guinea Bissau, estuvo bajo las bombas en la guerrilla para hacer su película durante dos meses. A mi hermana y a mí nos dejó en un orfanato para ir a filmar, cruzó la frontera de Senegal a pie y junto a un militante se fue a registrar la guerra con cámara en mano. Esa película aún no pudimos recuperarla, está perdida en Argelia.

Sarah y Annouchka: unidas por la misma pasión.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con tu mamá?

-Fue maravillosa, tenía un universo poético increíble. De niñas fue difícil porque ella era tan original y no lo entendíamos, veíamos que éramos muy distintas a nuestros amigos de clase. Después nos encantó. Siempre nos llevaba a todos lados, para que escucháramos, nunca nos trató como niñas, su actitud con nosotras fue la misma si teníamos 8 años o 18. Fuimos al cine desde siempre, mirábamos películas con ella y luego nos preguntaba si habíamos entendido, por más que no supiéramos leer, nos mostraba las imágenes para que pudiéramos acceder a todo ese mundo.

¿Qué cosas aprendiste de su lucha?

-Ella estaba muy abierta a discutir y debatir, pero nunca desvalorizaba al otro. Si había manifestaciones, íbamos juntas. Hicimos mucho acompañamiento a las personas en las cárceles. Tenía un compromiso muy grande con las personas que estaban privadas de su libertad, fue una causa muy importante hasta el final de su vida, y eso me marcó mucho.

¿Qué significa para vos que la obra de Sarah se presente en Argentina?

-Me parece muy importante difundirlo en tierras latinoamericanas, estoy muy feliz con esta retrospectiva. Ella tenía muchas ganas de viajar a Argentina, pero estaba muy cansada. Recuerdo que cuando yo vivía en Colombia, Sarah vino a Bogotá y conoció a mi amiga, la pintora Ana Mercedes Hoyos, que estaba trabajando sobre el lugar de los negros en la sociedad colombiana. Esto fue un punto en común entre las dos y decidió hacer una película sobre ella. Fue la última. El punto de discusión entre las dos fue la reivindicación del negro en la construcción de un Estado.

¿Cómo fue el proceso de recuperación de su obra?

-Fue y es muy difícil, porque no he terminado. Empecé a trabajar con Sarah a partir del 2001, ella no tomaba notas. Cuando un festival le pedía una obra, era capaz de enviar el master y los festivales nunca los devolvían. Hay películas que están perdidas, pero hay alguien que las tiene, algunas copias ya las he recuperado; hay un film sobre el pintor cubano Wifredo Lam y no sé dónde está. Empecé a contestar los correos de Sarah, que no respondía.

En sus últimas obras para la televisión francesa, Sarah se propuso derribar los estereotipos de la sociedad de ese país que sólo muestra personas blancas. ¿Cambió algo hoy?

-No, es muy difícil. Por ejemplo, durante el confinamiento por la pandemia, en la televisión pública de Francia decidieron transmitir películas de patrimonio todos los días. Un comité de profesionales escribió a la dirección de la tv pública, donde expresaron que está bien mostrar películas de patrimonio, pero también se pueden mostrar películas más recientes. Envié una solicitud para que también incluyan películas que reflejen la sociedad francesa con todas las personas que viven allí, los negros, los mixtos, de todos los países, y ni me contestaron. En la televisión francesa nunca se ven películas africanas, tal vez a la medianoche cuando nadie mira.

¿Cómo ves el cine hoy en Francia, con las tradiciones del colonialismo aún vigentes?

-Soy muy optimista como mi madre, creo que las cosas están cambiando, hay actos de racismo que ya no se permiten más. Estamos viendo cosas que no eran posibles hace diez años, pero no es suficiente, falta mucho. Recién ahora se están incluyendo a los negros un poco más, pero hay generaciones que nunca se reconocieron en la pantalla, y como hay pocos papeles para los negros que no sean terroristas o criminales, es difícil soñar un futuro mejor si las únicas personas que son como tú se muestran siempre como criminales. Las cosas están cambiando un poco, hay nuevos jóvenes directores que están haciendo, están apareciendo trabajos. Antes era la negación total, ahora hay un reconocimiento a las personas diferentes, como pasó con el movimiento Black Lives Matter. El paso siguiente es pensar qué hacemos juntos.

El 11° Festival Internacional CineMigrante se desarrolla hasta el 29 de septiembre a través de la plataforma https://cinemigrante.currents.fm/?fbclid=IwAR0mHaFLRV1UibKKQsbVQSKodfLbwvOke2ed-_hD0qrS1xpXb8DeQapubTg">https://cinemigrante.currents.fm/