Es una de las voces más interesantes del teatro de Buenos Aires. Sus obras oscilan entre la irreverencia conmovedora y un estilo pop sin deuda. Gustavo Tarrío es capaz, desde su poética muppet, de hacer grande lo pequeño y pequeño lo grande.

Su trayectoria artística incluye la formación en la ENERC, su trabajo como camarógrafo, guionista y realizador de TV y, desde hace más de 20 años, sus investigaciones que se trasladaron a la escena, como docente de la Universidad Nacional de las Artes, director y actor de puestas propias y ajenas. Dirigió una treintena de obras y, curiosamente, en su biografía elige nombrarlas junto con aquellas que nunca logró estrenar.

La noche del día en que comenzó la cuarentena Tarrío y equipo estrenaban ERASE (obra escrita en coautoría con Marcos Krivocapich y Mónica Cabrera) en el Teatro del Pueblo. Desde ese momento la sensación de parálisis, la dificultad de nombrar lo que sucede, la transparencia con que se confirma lo precario de las estructuras que sostienen la actividad teatral y más adelante, por momentos, las ganas de sortear la interrupción. Hoy, poniendo por delante el ánimo y la salud de los artistas con los que trabaja, indaga algunas pruebas en las que la escena se escapa de la escena, pero continúa respirando.

Después de ese primer periodo y desde un hacer “que se repacta permanentemente porque los miedos se van renovando” cree que no tiene sentido pelearse con lo digital, considera que es un gran momento para repensar cómo se produce y, además, hila los vínculos entre escena, distancia y presencia.
 

Gustavo Tarrío es un indiscutible con perfil bajo que dirigió algunas de las mejores obras de los últimos años del teatro de Buenos Aires. La guiada (coescrita junto a Adriana Cal) fue un objeto único. La propuesta de esta visita guiada escénica fue anclar la historia del Teatro Nacional Cervantes a quienes trabajan en él. Ligado a esto, la reflexión en torno a las luchas políticas de los trabajadores y trabajadoras de teatros públicos, la pregunta acerca de qué es lo nacional y, específicamente: “¿qué es un teatro nacional?” ronda la obra que, a pesar de la complejidad de los contenidos que aborda, no conoce lo solemne. Todo piola (con Eddy García, Carla Di Grazia y las canciones de Guadalupe Otheguy) es una caricia que se vuelve trompada. Basada en el poema de Mariano Blatt es una de esas obras en que el cuerpo de actuación logra darse todo el tiempo en un movimiento incesante de intensidades que quedan impresas en el espacio que la acoge. El vestido de mamá (con Emiliano Pandelo, Andrés Granier, Paula Beovide y Pablo Viotti en el piano) es de esas obras que quedan latiendo por años. Se basa en el libro de Dani Umpi y Rodrigo Moraes (Criatura Editora, 2011). Parte del encanto del espectáculo es que, con una ternura que parece imposible, pone en discusión lo que es y no es ser niña/o, lo que es y no es ser madre/padre. Los deberes, las inseguridades, la exploración y las etiquetas que ya se instalan desde la niñez se pulverizan en este experimento en clave musical.

“Siempre hay algo que cambia”, dirá Tarrío respecto de estos materiales que sí llegaron a conocer la escena. Teje poéticas, mezcla estéticas y dice interesarse por lo musical más como recurso que como género. Prefiere no encasillarse y confía en la narración por pedazos, o como él la llama, la “narración del zapping”.
 

“Sueño y añoro el contacto, pero si lo único que tenemos son pantallas es un buen momento para explorar lo escénico que está ahí”. Le parece extraño cuestionar los nuevos modos de hacer porque “lo digital es real” y nunca olvida que nos encontramos formateados por lo audiovisual. En sus abordajes actuales Tarrío ensaya este período como un tiempo para verificar las influencias que delinean nuestros intereses y recurrencias: “quienes no creen en este tipo de comunicación son los que usan la palabra virtual”, estos dispositivos que “nos acompañan como cuando éramos chicos” son los que nos mantienen conectados. Esta etapa lo pone en un reencuentro franco con las pioneras y pioneros de la TV, esos que lo acompañaban desde la infancia y, por supuesto, siempre Nacha. Durante su adolescencia, con la llegada de la democracia, Tarrío escuchó cantar por primera vez a Nacha Guevara. Era una canción de Silvio Rodríguez durante una marcha de las Madres. Y desde ahí “Nacha es un faro” que “con el tiempo crece más y más”. Considera que la tele tiene gestos de vitalidad que le pueden enseñar mucho al teatro y que no habría por qué negarlos: “¿Por qué te da morbo ver programas malos de tele? Porque puede pasar cualquier cosa. En el teatro también pero el problema es que está hundido en el infierno de la textualidad”. Tarrío discute con la escena y los modos de hacer desde adentro de la escena.

“No me salían las palabras los primeros meses, estaba medio ahogado” dirá respecto del comienzo del ASPO. Luego, cuando empezaron a salir, lo hicieron en forma de canción.

Esta canción (en codirección con Virginia Leanza, cuenta en escena con Andrés Granier, Guadalupe Otheguy y el mismo Tarrío, acompañados por Pablo Viotti en el piano; Paula Beovide y Emiliano Pandelo participan como invitados) es una obra- estrenada en 2018- que dice ser una canción que, a su vez, incluye un repertorio de canciones. Parte de la pregunta acerca de si sería posible “contrarrestar la realidad” desde una atmósfera en que el centro sea Nacha Guevara y lo “Muppet”. Como en todo hay influencia y contagio, Esta canción también tiene su antecedente. El 14 de junio de 1971 Nacha Guevara estrena en el Teatro IFT un Show musical de actualidad llamado Este es el año que es. A su vez, 10 años antes, a principios de los sesenta, la televisión británica resplandecía con un show de humor irreverente que se llamaba That Was The Week That Was. Nuevamente, se trataba de un show de actualidad política, humor y canciones “tan elegante como Nacha”, según Tarrío. Al comienzo del proceso de la obra y buscando un modo singular para reaccionar ante el contexto, estas referencias se impusieron.

En lo que le gusta llamar “estética Muppet”, que sería aquello que se ubica justo en el medio entre “la provocación y la pavada”, confluyen temas muy enormes con otros muy pequeños. Ésta, como la mayoría de sus obras, tiene un formato cuyo contenido puede ser variable, las metamorfosis y lo repentino están en el centro de la escena y el “mamarracho”, como le dice él, se viste de gala. Aquí el hilo conductor es una metarreflexión que se impone amable y ácida. Por momentos, acerca del contexto político; por otros, respecto del campo cultural en que se sabe inserta y, finalmente, en el cotidiano de pensar, crear y producir en grupo. Así, en la ceremonia que rodea a una canción se imprimen -con el mismo énfasis- las denuncias sobre la gerontofobia, la homolesbofobia y la gordotransfobia intercalándose con las dificultades que implica coordinar un ensayo de teatro independiente.

Hoy, en este contexto, se da la posibilidad de comenzar a hacer canciones sobre los temas que nos circundan -la videoconferencia, el cable coaxil, imágenes tiesas en encuentros sincrónicos, el mundo streaming- y volver a esa tradición inventada por el grupo, bajo la idea de que todas las canciones son estrenos absolutos. Desde ahí la posibilidad de sacar el disco de corta duración, Esta Canción En Pandemia, que podría mitigar la fatiga visual de seis meses de aislamiento. La obra vuelve en pocas semanas en su nuevo formato de “musical invisible” con canciones grabadas a distancia. El disco contará con varios invitados: Karina K, Ciro Zorzoli, Nelly Prince, Raquel Sokolowicz, Guillermo Angelelli, entre otros.

Otro cauce creativo de la temporada de cuarentena fue 20 estrategias para negar la realidad. Su intervención sobre este proyecto es particular: Tarrío fue el propulsor de un taller de experimentación escénica que no pudo ser y, luego de algunas semanas de exploración, se instaló una idea que sostiene: “la dirección tiene que habilitar zonas de autonomía, salir de los roles típicos”. Hoy figura en la ficha técnica como colaborador artístico, la obra continúa en funciones y se presenta como una experiencia de carácter rotativo ante la pregunta: ¿hay realidad a través de esta pantalla?

La tercera prueba que ronda estos tiempos es Verme Platelminto, que es una serie de experiencias escénicas en vivo o “show musical televisivo”, como prefiere decirle Tarrío, que organiza el Grupo Excursus. A mediados de 1968, Jorge de la Vega grabó su primer disco como cantautor, El gusanito en persona. El disco fue presentado en una galería en cuyas paredes se desplegaban las imágenes que él mismo había diseñado para la tapa del disco que incluía su tema, posteriormente célebre, “El gusanito”. La invitación a ese lanzamiento rezaba “Jorge de la Vega. Expone canciones”. Ese tema, y algunos otros del disco, son la excusa que da pie para este trabajo que también busca un cruce de lenguajes. Durante todos los domingos de octubre se podrá ver esta deriva escénico-musical (a la que llaman “experiencia cuántica, emocional y musical”) de El gusanito de Jorge de la Vega. Carmen Baliero es la autora espiritual del proyecto que se concibe como un programa que siempre cambia (participan Pablo Viotti, Maruja Bustamante, Diego Velázquez y Marcos Krivocapich). Esta prueba teatral que se transmite vía streaming se hará en el marco de Total Interferencia (evento “multi artístico y multitudinario” desde el Galpón de Guevara).

Tarrío está convencido de que abordajes como este último irán sentando las bases para intentar volver a los teatros o empezar a hacer desde los espacios públicos: “ocupar esos lugares lo antes posible, porque si no se va a clausurar todo”. Después de 6 meses de resquebrajamiento de la escena teatral y en un estado de emergencia cultural, la angustia por la actividad perdura. Las pruebas del mientras tanto sobrevienen con el anhelo de que ya llegará el tiempo de volver a ver en escena la propuesta única de Tarrío, donde la poesía convive con el cotillón y el “mamarracho” es tanto que encuentra en el desborde toda su belleza.

El EP de Esta Canción En Pandemia se presenta a través de la plataforma de NUN Teatro: @nunteatrobar. 20 estrategias para negar la realidad se presenta los lunes a las 21 hs por Zoom: @20estrategias. Verme Platelminto hará función via streaming los domingos a las 21 (desde el 04/10/2020 al 25/10/2020) en El Galpón de Guevara.