“Quiero empezar hablándote a vos que estás en tu casa, terminando el fin de semana en familia, preparándote para ir a trabajar mañana (…) Sé que tal vez te está costando llegar a fin de mes (…) Nosotros tenemos como objetivo económico lograr una Argentina con pobreza cero, para eso hay que ponerla en marcha.” Esas fueron las palabras con que el candidato de la alianza Cambiemos, Mauricio Macri, se presentó ante millones de televidentes en el debate presidencial el 15 de noviembre del año pasado, siete días antes de la segunda vuelta en la que resultaría electo por sobre el candidato del FpV, Daniel Scioli. Aquella noche, por sorteo, Macri fue el encargado de inaugurar el show calificado de “histórico” por los moderadores; a Scioli, en cambio, le tocó cerrarlo: “El cambio viene con un ajuste bajo el brazo”, dijo.
Mañana, cuando se cumpla un año del debate, el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, y el secretario de Asuntos Políticos e Institucionales Adrián Pérez, comparecerán en Diputados para exponer los alcances del proyecto de ley que establece la obligatoriedad de los debates presidenciales y sanciona con la eliminación de los espacios gratuitos de publicidad audiovisual a los candidatos que lo eludan. El proyecto ya obtuvo media sanción en el Senado. Casi en simultáneo, el FpV realizará varias actividades en las que se volverá a proyectar la hora y cuarto que duró el intercambio entre ambos candidatos, bajo una sugestiva consigna: “día nacional de la mentira”. Enterada del proyecto, la ex presidenta Cristina Kirchner fue la primera en pedir que “se retransmita en todos los canales” y se “sancione también a los que después no cumplen con lo que prometen”. Scioli ya estrenó este fin de semana en Mar del Plata un documental con el objetivo de desnudar los contrastes entre lo expuesto por Macri aquella noche y las principales medidas macroeconómicas del Gobierno. El documental no soslaya el famoso contrapunto “¿En qué te convirtieron, Daniel? Pareces un panelista de 678.”
Macri prometió: “dos millones de puestos de trabajo”, “pobreza cero”, “cuidar a las pymes”, “el más ambicioso plan de infraestructura de la historia argentina”, “un millón y medio de créditos hipotecarios”, “quitar el Impuesto a las Ganancias” y “volver a crecer”. Negó que planeara ajustar, negó el tarifazo, la apertura de las importaciones, la devaluación, la conformación de un gabinete de CEO y hasta el pago a los fondos buitres y el crecimiento de la deuda externa. Un año después, todo eso fue desmentido por la realidad.
A vos que trabajás
“Hay que crear trabajo, cuidando los que tenemos”, aseguró Macri para graficar la forma en que, dijo, iba a “poner en marcha” al país. Un año después, no hay informe estadístico que el Gobierno pueda mostrar para ratificar lo prometido. En lo que va del año, según el último informe publicado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), se produjeron 213.166 despidos y suspensiones de trabajadores. El goteo de cesantías se produjo mes a mes, y durante el último –octubre– “los despidos se incrementaron en más de siete veces respecto del mismo mes del año anterior”, sobresaliendo en los rubros de la construcción, la metalurgia, textil, petróleo, comercio y gastronómicos, según indicó la consultora Tendencias Económicas.
El primer dato oficial, que brindó el propio Indec a fines de agosto, reconoció un incremento del desempleo del 5,9 al 9,6 por ciento entre el segundo semestre de 2015 y el de este año. También en agosto el Ministerio de Trabajo publicó su último informe sobre la evolución del empleo privado en base al SIPA (registro de trabajadores que aportan al sistema previsional), que demuestra que en doce meses hay 92.458 nuevos desempleados. Ese número hay que multiplicarlo por tres para considerar a los trabajadores de la economía informal (los que hacen “changas”, trabajan en cooperativas, son cartoneros o agricultores familiares), según el cálculo que realizan organizaciones como la CTEP para dar cuenta de cómo afecta la política económica a los de abajo.
Crear empleo, siguió Macri durante su presentación en el debate, “significa cuidar nuestras pymes”. Pero “las ventas minoristas cayeron un 8,2 por ciento en octubre”, informó la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), y agregó que en todo el año la baja “acumula un 7 por ciento promedio”. “Es el décimo periodo consecutivo en que las ventas se retraen y lejos de recuperarse en el segundo semestre como se anticipaba a principios de año, las caídas se fueron acentuando mes a mes dejando a los comercios en una situación delicada”, destacó el mismo documento. El bono de fin de año que plantearon el Gobierno y la CGT como paliativo para el ajuste, dice la CAME, lo podrán pagar sólo “el 37,4 por ciento” de las pequeñas y medianas empresas. El 42,3 por ciento ya decidió no pagarlo, con el argumento de que “la paralización de las ventas frenó la producción” y de que el tarifazo dejó a las empresas “sin resto financiero ni liquidez”. El 20 por ciento restante “está evaluando la situación”.
Lejos de promover el empleo, fue el propio Gobierno el que dio el puntapié inicial de los despidos masivos con los 11 mil empleados públicos que echó de la administración nacional, acusándolos de “grasa militante”. Contando provincias y municipios, ese número trepó a 30 mil en el primer trimestre. No conforme con eso, el Ministerio de Modernización planea como mínimo jubilar a 15 mil estatales el año próximo, mientras en paralelo planifica discontinuar miles de contratos de trabajadores que no se ajustan a lo que definió como “dotación óptima de personal”.
Ajuste y apertura
“Yo no he hablado nunca de ajustar (...) Y abrir la economía es lo último que he dicho; hay que cuidar el empleo.” Transcurridos apenas diez minutos de debate, el entonces candidato a presidente de la alianza Cambiemos intentaba desmentir los primeros embates de su rival. Scioli llegaba golpeado por los resultados de octubre y con la estrategia de “quitarle el velo al cambio”. “¿Quién va a pagar el ajuste?”, preguntó. Y Macri le respondió: “Veo hace varios días que estás haciendo de vocero de lo que yo haría que no voy a hacer, ¿no?, de cosas horribles”.
Las “cosas horribles” comenzaron a padecerlas, algunos meses después, entre muchos otros, los trabajadores de la textil Alpargatas. Sobre un total de 9 mil trabajadores, 3600 empleados de la tradicional firma textil fueron suspendidos y la patronal decidió adelantarles las vacaciones tras acusar el golpe de la apertura de importaciones en el rubro. “La industria textil se está cayendo a pedazos”, advirtió el titular Asociación Obrera Textil (AOT), José Listo.
El anuncio del lunes pasado de la quita de impuestos a la importación de computadoras generó otro cimbronazo. Insólitamente, el Gobierno anunció oficialmente que la medida afectará “sólo” a mil trabajadores. “Los ministerios de Trabajo y Producción están trabajando con los sindicatos, las empresas y los trabajadores para acompañar la transición con un plan que incluye: capacitación, seguro laboral y acuerdos con nuevos empleadores, donde el Estado cubrirá hasta el 50 por ciento del salario por un año”, se dijo en el parte oficial.
La apertura que Macri negó en el debate terminó por confirmarla su secretario de Comercio, Miguel Braun, cuando dijo en marzo que el país “tarde o temprano” ingresaría al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) con EE.UU. Los planes de Cambiemos parecen haber quedado en stand-by tras el triunfo de Donald Trump.
Tarifazo
No sólo el Gobierno aplicó aumentos en los servicios sino que, como sucedió con el caso del gas, desoyó cacerolazos y marchas en contra de la medida y apeló las presentaciones judiciales de las asociaciones de consumidores para frenarlo. Sólo cumplió a medias con el fallo de la Corte que le ordenó convocar a una audiencia pública y que el aumento no fuera “confiscatorio”. Al comparecer en la audiencia pública, el ministro de Energía, Juan José Aranguren (“en cada área hay un gerente de las multinacionales: en energía, hay uno de Shell, en materia agrícola, uno de Monsanto”, había dicho Scioli en el debate), se negó sistemáticamente a revelar el precio de explotación del gas en boca de pozo, por lo que hasta hoy no hubo otra explicación oficial sobre el núcleo del aumento que haya sido el de la “pesada herencia”.
Con el tarifazo, que además del gas también incluyó aumentos en la luz, el agua y el transporte, más una inflación que el propio Gobierno reconoció por encima del 40 por ciento anualizada, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios ya daba en agosto una caída de 12 puntos según el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) de la CTA. El bono que ofreció (“estimativo” y a aplicar por rubro de acuerdo a las posibilidades de los empresarios), a cambio de reabrir las paritarias, fue de 2 mil pesos. Según Jorge Sola, del Observatorio Económico Social de la CGT, el bono debería ser de 8 mil pesos para compensar la caída este año del poder adquisitivo. Según un estudio del CEPA, ese número varía según la rama productiva. Por ejemplo, para los metalúrgicos, debería ser de 14.867,60 pesos, y para los gastronómicos, de 13.435,71 pesos.
Una pareja con dos hijos, según la junta interna de Ate-Indec, necesitaba 20.132,3 pesos al 31 de agosto de 2016 para vivir dignamente. Ese número se compone de 6393,5 pesos que cuesta la canasta alimentaria mínima y de los 13.738,8 que se llevan los gastos cotidianos de vestimenta, transporte, educación y otros. Si se suman 5 mil pesos más a ese sueldo, el trabajador que lo perciba seguirá pagando Ganancias, otra de las promesas expresadas durante el debate que ya fueron oficialmente incumplidas.
Crecer o creer
“Brotes verdes”, “lluvia de inversiones”, “repunte de la economía de la mano de la construcción”, fueron algunos de los latiguillos esgrimidos en reemplazo del mantra del “segundo semestre”. Según CEPA, hasta ahora no hubo “lluvia” sino apenas una “garúa” de inversiones: Macri dijo en julio esperar la llegada de más de 100 mil millones de dólares, pero apenas se registraron poco más de 18 mil millones, que no sirvieron para reactivar la economía. Algo similar sucedió con el blanqueo, que traía según los editoriales de los medios oficialistas los augurios de un mesías y terminó, al menos por ahora, con un repunte en el mercado inmobiliario (adonde fueron a parar algunos de los dólares blanqueados) lo que por otra parte no es ninguna novedad en términos económicos.
“Hace cuatro años que no crecemos”, dijo el Presidente aquella noche de noviembre en la Facultad de Derecho de la UBA. Hoy debería decir que son cinco o seis, de acuerdo al menos con el banco JP Morgan, ex empleador del ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay. “El PBI caerá en 2016 un 2,1 por ciento y en 2017 crecerá 3,2”, pronosticó la firma financiera.
El propio Indec relanzado y refrendado por el FMI desmintió al Presidente: en paralelo a acusar al gobierno anterior de maquillar los números, reconoció que el 2015 el PBI creció un 2,37 por ciento y que este año registró un retroceso del 0,7 por ciento durante el primer semestre, lo que se dice recesión. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), por su parte, informó en julio que este año la contracción será del 1,5 por ciento.
Dos datos de la producción local encienden las alarmas: la CAME informó hace poco que el conjunto de medidas macroeconómicas derivaron en el cierre de 6300 comercios en todo el país; en agosto, la Unión Industrial Argentina informó que la producción industrial se contrajo un 6,6 por ciento respecto del mismo mes del año pasado.
Me rindo
Argentina pagó a principios de año 9600 millones de dólares cash a los fondos buitre. El oneroso pago no evitó, sin embargo, que la Argentina siga siendo objeto de juicios ante la Corte de Nueva York, como el caso de la firma radicada en Bahamas Brainbridge, que reclama un total de 65 millones de dólares.
Para financiarse durante este año, el Gobierno se endeudó con organismos multilaterales de crédito por 50 mil millones de dólares, un sprint al que no se animaron ni Domingo Cavallo ni José Martínez de Hoz. En el presupuesto de 2017 se estima que se pedirán prestados otros 45 mil millones de dólares, en su mayoría para paliar el déficit fiscal previsto en un 4,2 por ciento.
“Ya te he dicho que no vamos a hacer ajustes, que nosotros creemos en la expansión de la economía, en el crecimiento, que si a la gente le decimos la verdad, va a volver la inversión, va a volver el empleo. Pero, bueno, ya. Me rindo”, dijo Macri al finalizar la noche, cuando hace apenas un año negaba que iba a tomar las decisiones que finalmente tomó.