Con un relativo alivio de la situación epidemiológica, en veinte barrios populares de Moreno, Lomas Zamora y otros distritos del Gran Buenos Aires comenzaron a hacerse obras de integración urbanas. Se trata de conexiones intradomiciliarias de los servicios de agua, cloacas y electricidad. Los trabajos están siendo realizados por cuadrillas de vecinos, integrantes de los movimientos sociales. Fernanda Miño, secretaria de Integración Sociourbana, las definió como obras tempranas, las consideradas más urgentes, con la idea de que en los asentamientos y villas puedan ir haciéndose después obras integrales.
“Estamos dando prioridad a que los servicios puedan llegar, como una primera etapa. La idea es que los vecinos, al mismo tiempo, vayan armando proyectos de fondo para la integración de cada barrio”.
También se comenzó con obras del mismo tipo en localidades Río Negro, Entre Ríos y Santa Fe.
La ley de integración sociourbana de los barrios populares dispone que por lo menos un 25 por ciento de los trabajadores que participen de las obras sean integrantes de cooperativas de construcción formadas por gente de cada lugar. Miño explicó que, en general, las cooperativas pueden ocuparse de las obras de zanjeo, colocación de caños y postes para la provisión de agua potable y el tendido eléctrico. Otros aspectos de la urbanización, como la realización de pavimentos, requieren de maquinaria y por esto de la intervención de empresas y coordinación con los intendentes.
Como integrantes de las cuadrillas, los trabajadores tienen el piso de ingresos del salario social complementario, de 8.500 pesos, que se suma a lo que cobran a través de sus cooperativas.
Las obras se están pagando con fondos del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat. Este año, con la creación del impuesto País sobre la compra de dólares, se destinó además una parte de lo recaudado a un fondo fiduciario para la urbanización de las villas y asentamientos censados en el Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap).
Las organizaciones sociales vienen advirtiendo que el dinero de ese fondo está disponible, pero todavía no empezó a ejecutarse, aunque hasta ahora la cuarentena, con su imposibilidad de realizar obras, mantuvo las quejas contenidas.
Según los datos del Renabap, en el país más de cuatro millones de personas viven en urbanizaciones a las que les falta el agua potable y las cloacas, o donde el tendido eléctrico es irregular.
Lo que más falta es una buena conexión de agua: el 93,5 por ciento de los asentamientos y villas no tiene acceso formal a la red. El agua llega a las casas conectada irregularmente, con lo que va perdiendo presión a medida que las viviendas se alejan del caño maestro. Esto ocasiona que varias manzanas deban aprovisionarse de una canilla común, en un pasillo, y que el agua pueda haber dejado de ser potable.