Estoy sentado frente a Demi Moore. Bueno, casi. Estoy en un estudio acondicionado para la ocasión en el subsuelo del Excelsior, el más lujoso hotel del Lido de Venecia. La estrella de Ghost, Striptease, GI Jane y más está en la gran pantalla, hablando vía Zoom desde Los Angeles. Es una buena medida para ejemplificar hasta qué punto la Covid-19 ha afectado los festivales de cine: que Moore tenga que llamar al festival en vez de aparecer en persona.
A Demi Moore la precede su reputación. Alguna vez fue la estrella femenina mejor pagada de Hollywood, y también una persona muy duramente atacada por los tabloides. Sus detractores la han caracterizado como una obsesiva del control a niveles fanáticos. En el mismo día de la entrevista está promocionando A Conversation with Demi Moore ("Una conversación con Demi Moore"), un evento organizado por una tarjeta de crédito en conjunción con la Bienal de Venecia. Fiel a la forma, antes de la entrevista se reserva el derecho de vetar preguntas. De todos modos, la mujer con gafas que aparece sentada frente a su chimenea, con una muñeca italiana que representa a Marlene Dietrich colgada detrás de su hombro, resulta ser una persona cálida, amistosa y con la guardia mucho más baja de lo que podría esperarse. Quizá es que ahora se da cuenta que nada de lo que pueda escribir cualquier periodista podrá igualar la franqueza con la que ella misma se expresa en su propio libro de memorias, Inside Out, publicado el año pasado.
"Di una pitada de un porro sintético apropiadamente llamado Diablo. Lo siguiente que recuerdo es que todo se volvió brumoso y pude verme a mí misma desde arriba", escribe Moore en el prólogo de su libro sobre cómo, con casi cincuenta años y en un punto muy bajo de su carrera, terminó convulsionando en el piso y llevada de urgencia al hospital, para el inevitable deleite de los periodistas de chimentos. Ella no le teme a compartir detalles espeluznantes sobre la degradación y humillación que a menudo acompañaron sus triunfos a través de los años.
"Si llevás adentro todo un pozo de culpa y traumas sin resolver, no habrá cantidad de dinero, no habrá medida de suceso o de celebridad que lo pueda llenar", dice Moore en el final de un capítulo sobre el período en el que acababa de casarse con Bruce Willis y aparentaba tener una vida perfecta.
Le pregunto si escribir Inside Out fue un acto de catarsis. "Había cerrado este acuerdo para hacer un libro y luego mi vida tal como la conocía voló por los aires. Definitivamente no estaba en un lugar como para siquiera considerar el compartir mi vida con otros, cuando ni podía sentir que pudiera comprenderla yo misma", dice, recordando las circunstancias en las que se le encargó escribir sus memorias, diez años atrás, justo cuando su matrimonio con Ashton Kutcher se estaba viniendo abajo (se separaron en 2011, y obtuvieron sus papeles definitivos de divorcio en 2013). "Cuando los editores volvieron a contactarme me dijeron que necesitaban hacer algo con eso, descartarlo definitivamente o hacer algo. Lo que sentí es que si yo podía ayudar a una persona con el hecho de compartir lo que fue mi experiencia, entonces habría valido la pena".
Moore no quiso que Inside Out fuera otro de esos productos de autopromoción, una típica autobiografía celebratoria. "Quería que fuera humana, que fuera sobre nuestra humanidad, y que fuera una oportunidad para conectar. La única manera en que podía hacerlo era siendo lo más verdadera posible, ser lo más honesta que pudiera sobre mi experiencia. Y fue algo sanador".
Las adicciones, los trastornos familiares y violencia de la que fue testigo mientras crecía en Roswell: todo eso está relatado con un doloroso nivel de detalle. Desertora de la escuela secundaria, Moore venía de un entorno salvajemente inestable. Su padre era un alcohólico y aficionado al juego que recurrió al préstamo de un tiburón de la mafia para cubrir sus pérdidas en las apuestas. Sus padres estaban peleando todo el tiempo. "Se supone que tu madre y tu padre actúen como una piedra de toque a lo largo de tu camino hacia el futuro, ofreciéndote consejo sobre qué intentar alcanzar, hacia dónde mirar, qué objetivos fijarte. Para mí ese fue un panorama deprimente", fue la manera en la que Moore describió una educación profundamente disfuncional. Como colofón de todo eso, cuando tenía 14 años descubrió que su verdadero padre biológico no era el hombre que estaba casado con su madre. Luego de que la familia semudara al sur de California a mediados de los años 70, cuando todavía era una chica en edad escolar, Moore ya había probado "el licor fuerte y los Marlboro rojos".
Pero sobre todas las cosas Moore es resiliente. No podría haber tenido éxito en Hollywood si no hubiera tenido una enorme fuerza impulsora. Su ética de trabajo es hoy más fuerte que nunca. Durante "la parte superdura de la cuarentena", como ella la llama, estaba ocupada con un nuevo proyecto, el podcast Dirty Diana, sobre una mujer que "escapa de su vida cuidadosamente diseñada y su matrimonio en agonía" manejando un sitio web erótico en el que las mujeres comparten sus fantasías secretas. Moore produce y protagoniza el podcast, y tiene esperanza de convertirlo en una serie televisiva "en formato largo".
"Shana Feste, la guionista y directora, estuvo explorando para hacer esto como una película, y luego cambió el formato. Cuando me llegó ya la idea era hacerlo como podcast. Creo que el tema principal, al tratarse de la sexualidad femenina y la fantasía sexual femenina a través de una mirada femenina, era algo que me interesaba mucho explorar", dice Moore, para explicar por qué se embarcó en el proyecto. "Es una cosa interesante porque el formato de podcast te permite la oportunidad de explorar algo sin el peso y el costo económico de un piloto, y ver si hay una audiencia para eso".
Una de las atracciones que presentaba Dirty Diana era que, a diferencia de algunas de las películas en las que Moore ha aparecido en el pasado, "no era explotadora". Cuando se le pregunta a Moore si piensa que la industria cinematográfica es ahora un lugar más saludable en términos de sus actitudes hacia las razas, el género y la edad que cuando comenzó, ella responde de manera inmediata: "100 por ciento. Definitivamente. Nos estamos moviendo en la dirección correcta. Tenemos más trabajo por hacer, pero al menos ahora estamos operando en un nivel de conocimiento y de conciencia que antes no existía. Es casi como si hubieran caído las persianas que ocultaban todo. Estamos operando desde una nueva base, y creo que somos mejores por eso", asegura.
Es difícil imaginar, por ejemplo, que una película como Propuesta Indecente (1993), en la que un millonario ofrece a una pareja con problemas económicos un millón de dólares si la esposa (interpretada por Moore) duerme con él, tenga luz verde en el sistema de estudios mainstream de hoy. En la era post- Harvey Weinstein y el #MeToo, esa premisa simplemente no funciona.
Allá por mediados de los años ochenta, Moore era parte del Brat Pack -un término que no le gusta demasiado- de estrellas jóvenes como Molly Ringwald, Rob Lowe, Andrew McCarthy y Emilio Estévez, que apareció en típicas películas "de crecimiento" que dieron en un nervio sensible y aún hoy siguen encontrando público. Ella coprotagonizó El primer año del resto de nuestras vidas, de Joel Schumacher. Le pregunto si mira con afecto hacia ese período y si recuerda como un mentor a Schumacher, quien murió este año. Es una pregunta ingenua. En Inside Out, Moore da una descripción muy gráfica de su destructivo consumo de cocaína y alcohol en el momento en que estaba por empezar a trabajar en esa película. Schumacher y los productores la llevaron a rehabilitación poco más de dos semanas del comienzo de la filmación. Ella dice que esa acción, que le permitió ponerse sobria, fue un punto de giro clave en su vida y su carrera. "Al día de hoy veo eso como una versión de la intervención divina", escribe.
Fueran cuales fueran sus tribulaciones personales en ese momento, Moore tiene nostalgias de esa era, y se siente orgullosa de haber sido parte de un nuevo movimiento. "Si mirás lo que pasaba antes de El primer año del resto de nuestras vidas, El club de los cinco y Se busca novio, si mirás con atención, te das cuenta que no había un montón de historias que tuvieran que ver con los jóvenes. Esto realmente cambió, abrió toda una nueva oportunidad. Yo escribo sobre eso en mi libro... Joel realmente estuvo allí para mí", dice. "Hizo por mí lo que yo misma no podía hacer, y estuvo a mi lado para que estuviera en esa película. Le voy a estar eternamente agradecida por eso. Su muerte fue una pérdida muy triste. Era una figura extravagante, más grande que la vida misma. Tomó con mucho coraje el hacer El primer año..., y les abrió las puertas a muchos de nosotros".
Según sugiere Moore, sin el apoyo de Schumacher su carrera podría haber terminado casi antes de arrancar. De hecho, 30 años después aún le ofrecen muchos trabajos, y tiene actualmente varios proyectos nuevos: aparece con el pelo rubio en la adaptación de la novela de Aldous Huxley Un mundo feliz -que se verá por HBO-, como una mujer que rompió con la ortodoxia de los niños de probeta en el "Nuevo Londres" del futuro convirtiéndose en madre. También protagoniza un thriller pandémico, Songbird, ambientado en un futuro cercano en el que la población está nuevamente en cuarentena a medida que el virus continúa expandiéndose y la brecha entre ricos y pobres se vuelve aún más pronunciada.
La nueva película, según explica, tiene que ver con "lo que sucede en nuestras peores pesadillas con este virus. Es echar un vistazo a un mundo que ha separado a aquellos que tienen y a los que no, y la desesperación y el miedo pueden tomar el control. Mi personaje es una mujer, madre y esposa, que se dedica a cierto mercado negro para arreglarse para sobrevivir. Es un mundo en el que si sos inmune, como mi personaje, de algún modo tenés un pase libre para moverte a lugares donde no todos pueden ir".
Moore no suena demasiado decepcionada por no haber podido ir a Venecia en persona. Ha estado en relativamente pocos festivales de cine. "La parte difícil es que si estás en mi posición realmente no tenés el lujo de experimentar el festival. Si podés moverte de manera completamente anónima creo que sería increíble, poder ver todo lo que está pasando." Pero su experiencia festivalera, por contraste, tiene que ver con tolerar el acoso de los paparazzi, tomar parte en sesiones de fotografía, eventos de alfombra roja y dar interminables entrevistas. "No lo veo como algo negativo, realmente aprecio todo lo que significa eso. Es solo que... es un montón de trabajo".
Después de las alzas y bajas de su carrera, Moore es más resiliente que nunca. Interrogada sobre un posible consejo para cualquiera que quiera abrirse paso en la industria hoy, sugiere que tener un temperamento fuerte sigue siendo una cualidad crucial. "Tenés que realmente querer esto. Tenés que estar dispuesto a poner todo en el esfuerzo, sabiendo que vas a enfrentar mucho rechazo", advierte. "Mi mayor consejo es que no tomes nada como personal. Y que no busques que nadie que no seas vos te dé un certificado de validez".
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.