El 30 de marzo de 1982, cuando Galtieri todavía decía que la dictadura tenía objetivos pero no plazos, la CGT Brasil de la mano Saúl Ubaldini convocaba a un paro y marcha. Comienza a sonar: "Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar". El clima de opresión política económica que vivía el pueblo se exacerbó con una hiperinflación imparable y desorbitante. La represión a los manifestantes fue sangrienta.

El 2 de abril comunican el desembarco en las Islas Malvinas, adelantando una guerra prevista secretamente por los dictadores.

El pueblo argentino entra en un fervor patriótico ciego efectivo a la maquinaria genocida militar, cívico, eclesiástica, mediática, que se empeña en una guerra de fin anunciado, y deriva en crímenes hacia la Nación, replicando las torturas de los centros clandestinos en los jóvenes conscriptos que entregaban sus vidas en Malvinas.

En sus 73 días de duración perdimos 649. Quedan 123 cuerpos por identificar. A la actualidad llevamos 700 veteranos de guerra fallecidos por suicidio. Contamos además con 700 conscriptos desaparecidos durante la "colimba".

Con el retorno de la democracia se impuso el cántico "No hubo errores, no hubo excesos, son todos asesinos los milicos del proceso". Aún le llamábamos proceso a lo que recientemente pudimos denominar dictadura cívico militar eclesiástica y agregamos mediática, que en la civilidad es una fuerza y poder propios.

El informe Ratenbach fue censurado como la palabra de los sobrevivientes de la guerra.

Nuestra sociedad debe incluir entre nuestros 30.000 desaparecidos, los exiliados, los al menos 500 menores apropiados, los muertos por Malvinas, los conscriptos desaparecidos y los suicidios de veteranos: 2049.

Así como los cánticos que entonábamos ayer y los que hoy nos convocan, reconocemos los movimientos de nuestra sociedad hacia reconocer y simbolizar la nefasta figura de la dictadura. Esperamos no nos lleve tanto tiempo reconocer la genocida estrategia de la dictadura en las víctimas de la guerra de Malvinas.

APDH Rosario