Desde Santiago. Arrancó en Chile la franja electoral televisiva del Plebiscito Constituyente programado para el próximo 25 de octubre en el que la ciudadanía elegirá entre el “apruebo” o el “rechazo” a una nueva constitución que reemplace la instaurada por la Dictadura de Augusto Pinochet en 1980. También se consultará sobre las opciones en que se llevaría a cabo la redacción de la nueva constitución, en caso de ser aprobada: “comisión mixta” (mitad parlamentarios y mitad ciudadanos electos) o “convención constitucional” (sólo ciudadanos electos). Curiosamente se podrá votar esto último, incluso habiendo optado por el “rechazo”.
Con una duración de 15 minutos y transmitidas en dos horarios —a las 12:45 y a las 21:00— la franja permanecerá en TV hasta el 22 de octubre. El primer bloque estuvo dedicado a las convenciones que redactarían la Constitución y el segundo a las opciones de “apruebo y rechazo”. Ambos serán intercambiados en el transcurso de los días.
Y aunque en Chile aún se recuerda la campaña del plebiscito de 1989 —donde la opción “No” utilizó un lenguaje publicitario dejando en ridículo a la campaña del terror del “Si” que pretendía mantener a Pinochet en el poder— lo más notorio de esta franja es la carencia de recursos y la dispersión. Así, en lugar de haber dos bloques dedicados al “apruebo” y “rechazo” se optó por una sucesión de breves segmentos, algunos de incluso de 0,44 segundos como el diputado independiente René Alinco quien no tuvo más remedio que redirigir a una página web defendiendo el “apruebo”. O el partido Repúblicano fundado en 2019 y liderado por el ultraderechista José Antonio Kast (una especie de Bolsonaro chileno) quien en un segundo sólo pudo mostrar a una mano marcando “rechazo” en la papeleta.
Esto debido a que el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) determina los espacios en pantalla debido a las votaciones obtenidos en las últimas elecciones parlamentarias, algo que obviamente juega a favor de los partidos tradicionales y en desmedro de los independientes.
Evangélicos y cultura pop.
En esta primera jornada de la franja, uno de los segmentos más comentados en redes sociales fue del tradicional partido derechista Unión Demócrata independiente (UDI) quienes mostraron un colorido aviso diciendo que acá “no se mostrarán políticos” para luego dar paso al testimonio de un “trabajador social” que declaraba que aunque lo llamen “canuto (evangélico), facho pobre, aspiracional, ignorante” eso ya no le afecta porque “yo conozco la realidad, conozco el trabajo de las iglesias y de que el Estado ha estado bien ausente” y “soy cristiano, no soy ni de izquierda ni de derecha”. Además de un evidente error en el subtitulado se menciona la población Pablo de Rokha como “Pablo Roca”, resulta evidente el deseo de la derecha de capturar el voto evangélico presentándose como una opción apolítica. Otro testimonio es una mujer técnica jurídica que lidera un comedor solidario. Luego vemos a su familia yendo a ayudar a quienes duermen en la calle. “La solidaridad jamás ha dependido de una constitución: que no te digan que necesitas una nueva constitución para cuidar a la gente.
Por otro lado, la opción del “apruebo” que integra entre otros partidos como la DC y la “Convergencia Progresista e Independiente” (PS, PPD, Partido Radical) que intenta capitalizar las impactantes imágenes de las marchas del año pasado que llegaron a juntar más de un millón de personas solo en Santiago con postales como la de mujeres protestando a torso desnudo, la bandera mapuche o una manifestante disfrazada de Pikachu de la serie Pokémon, inesperado actor social que transmitió todas sus participaciones en marchas por redes sociales. Destacaron el Partido Radical, donde el tono recuerda levemente el humor de 1989: “¿No nos debería dar gusto cambiar la Constitución de Augusto?” se pregunta un hombre de lentes y traje mientras lanza a la cámara el libro que contiene la Constitución de 1980. También, el Partido Humanista cuya diputada Pamela Jiles dedicó la opción apruebo a Víctor Jara y sus seguidores otaku (fanáticos de la cultura popular japonesa).
Quizá el gran problema de la campaña y que es difícil saber si se podrá arreglar en los próximos días es la cantidad de representantes y sus particulares estéticas o mensajes que, por su brevedad, resulta confuso para el espectador. Algo que le sucedió a los propios partidos como es el caso del partido de derecha Evópoli, que anunciaron a fines de agosto que dejaba en libertad a sus militantes para apoyar cualquier opción y que en la propaganda televisiva aparecen sólo defendiendo la opción “Convención Mixta”. O el también derechista Renovación Nacional (RN) cuyos militantes se dividieron en las opciones “apruebo” y “rechazo”
Un plebiscito inédito para Chile
El referéndum, inédito en la historia chilena reciente fue acordado en el Congreso Nacional en una maratónica jornada el 25 de noviembre pasado tras un mes del llamado “Estallido Social” donde millones de personas salieron a protestar contra el gobierno del derechista Sebastián Piñera, pero también frente a una clase política incapaz de enfrentar las desigualdades estructurales de Chile. Aunque al principio de la crisis se hablaba de “pacto social”, la presión ciudadana —salvajemente reprimida por los carabineros con cerca de 285 personas que perdieron la vista debido a los disparos de balines directo a los ojos, lo que dio la vuelta al mundo— obligó a las autoridades a enfrentar la posibilidad de cambiar una Constitución pro empresarial que ha facilitado desde la privatización del Estado y convertir las universidades en negocio hasta la privatización del agua o la sobreexplotación de recursos naturales.
Hasta hoy, todas las encuestas vaticinan el triunfo de la primera opción. Por ejemplo, este mes la encuesta Barómetro dio un 66 por ciento para el “apruebo” frente a un 15 del “rechazo” y un 19 “no sabe o no responde” y la encuesta Pulso Ciudadano dio un 77 a la opción “apruebo”, 11 al “rechazo” y 14 al “no sabe, no responde". Algo más peleada esta la forma en que se redactaría esta nueva carta magna, aunque va ganando en todas las encuestas la opción de “Convencion Constitucional”, algo que abriría inéditas posibilidades de participación ciudadana. Aunque la forma en que se desarrollará todo esto aún no está determinada, lo que ha generado cierta confusión en la población chilena que deberá votar además en un impensado ambiente de pandemia.
Este plebiscito se conoce como “de entrada” y de acuerdo con lo acordado por las fuerzas políticas reunidas en noviembre, si gana el "Apruebo" luego vendría las elecciones de ciudadanos que integrarán la convención —ya sea mixta y constituyente— el 11 de abril de 2021, para luego dar paso a la redacción de la Constitución con un plazo de nueve meses, renovable por tres más. Finalmente hará un plebiscito ratificatorio “de salida” durante 2022. Un detalle inquietante: si triunfa el "rechazo" en el plebiscito "de salida" se mantendría la Constitución de 1980.