Si hoy la palabra sérum es tendencia en Twitter en Argentina, las mascarillas faciales son moneda corriente y asociamos la palabra "rutina" con cremas y tónicos, es en gran parte gracias a Dadatina, una porteña que sin ser famosa y sin tener canjes con marcas de lujo logró poner de moda y "lavarle la cara" –valga la metáfora– a algo tan antiguo como el cuidado de la piel.
Con más de 300 mil seguidores en Instagram, Daniela López es la representante local de una tendencia mundial: que el hoy denominado skincare (cuidado de la piel) ya no sea patrimonio de personas mayores o con afecciones cutáneas y se haya corrido hacia un nicho joven, cool y popular. Ella supo argentinizar una tendencia primermundista, haciéndose cargo de todas las limitaciones y potencialidades de hacer y divulgar el skincare en un país como el nuestro.
Dada es una comunicadora proletaria dentro de un universo frívolo. En su perfil de Instagram hay reseñas de productos económicos, #dadatazos, rutinas personales de skincare y también #pielesreales, un hashtag desde el que busca visibilizar pieles con ausencia de filtros o Photoshop, ya sea de famosas o de seguidoras.
Hay pocas influencers tan queridas y con tal nivel de engagement y credibilidad. Cada producto que recomienda se agota al poco tiempo, y las marcas y el público la adoran. Tanto que sus seguidoras se autoproclaman con orgullo #SolDADAs. Sacan fotos de sus rutinas para que ella las vea, le consultan dudas, participan de sus sorteos y se la muestran a sus conocidxs. Y también se responden, apoyan y recomiendan cosas.
Todo pasó en poco más de un año, y Dadatina sigue sin poder creerlo. Hoy, hasta lanzó su propio producto: el sérum Balance, junto al laboratorio nacional ACF Cosméticos, que se agota horas después de ponerse a la venta. Pero, entonces: ¿quién es Dadatina?
Por un skincare nacional y popular
Daniela tiene 32 años, es instrumentadora quirúrgica y una de las fundadoras de Chicas Programando, una comunidad que ayuda a mujeres a insertarse en la tecnología. Desde hace poco, también es cosmetóloga profesional. Pero todo comenzó en Twitter, donde hizo un hilo recomendando productos de categoría drugstore para cuidarse la piel de manera económica. El hilo se viralizó y le pidieron más. Pasó a Instagram y no paró de crecer: solo por ese posteo, ganó 10 mil seguidores.
Comenzó a interesarse por el cuidado de la piel cuando fue diagnosticada con rosácea y le dijeron que no podía usar nada, excepto jabón Dove y protector solar. Así llegó a foros y beauty bloggers estadounidenses: "Empecé a investigar y no paré, me volví adicta", cuenta desde su casa en Almagro.
Por entonces el skincare coreano, con infinidad de pasos y productos, ya resonaba cada vez más en Pinterest e Instagram, y el interés lúdico por el skincare proliferaba. Pero las beauty bloggers locales le hablaban a un público ABC1. Quienes tenían la posibilidad de acceder a esos tratamientos en Argentina, en general no constituían un segmento ni muy joven ni muy fresco.
Había un espacio vacante. Acá, el mundo de la comunicación de skincare (antes mal llamado belleza) tenía tintes elitistas y aspiracionales, y los productos argentinos eran ninguneados a favor de la construcción de un universo inalcanzable, clasista y parecido al de las celebridades. "No había tanta gente interesada, y eso era en parte porque las influencers reseñaban cosas que se compraban en Estados Unidos cuando se iban de vacaciones. Mucha gente no se identificaba con eso", reflexiona.
López asegura que la cuenta explotó cuando hizo una reseña de pads reutilizables de Farmacity. Salían poco, eran de una marca genérica y una buena alternativa para dejar de usar algodón: un contenido quintaesencialmente Dadatina. Y un segundo boom fue cuando, al principio de la cuarentena, se encargó de denunciar las estafas piramidales de ciertas empresas que vendían máquinas para el cuidado de la piel.
A partir del boom de Dada, otras cuentas de skincare se multiplicaron, y con ellas creció la demanda que amplió la oferta en productos: desde muchísimas firmas nuevas de emprendedorxs hasta líneas de laboratorios, pasando por la importación de productos de belleza asiáticos. Un círculo virtuoso porque no se queda en estimular el consumo, sino que también impulsa la industria nacional.
Un mimo en plena cuarentena
En un punto bisagra entre la vanidad y la salud, entre interior y exterior, entre lo científico y lo lúdico, el skincare no necesariamente es un mensaje a un otrx, como inevitablemente lo son el maquillaje o la moda. Es un mimo de unx y para unx que, de yapa, nos hace ver mejor. Tiene algo de juego que remite a la infancia, algo opulento y aspiracional, algo egocéntrico en el buen sentido, algo muy sensual. Importa cómo queda la piel pero también cómo se siente la crema y cómo nos hace sentir ver esos productos tan lindos en nuestro botiquín.
En este sentido, Dada señala que el aislamiento obligatorio fue un clima muy propicio para que el interés por el cuidado de la piel explote: una manera de verse más lindx que a la vez es un acto totalmente privado. "En pandemia muchas y muchos cayeron en el cuidado de la piel como forma de darse algo a una misma, cuidarse, sentirse mejor con este contexto horrible. Es un ritual de autocuidado", dice.
Y de hecho la escuela de Dadatina, de creciente popularidad a nivel mundial, se enfoca en la prevención y en la aceptación más que en el disimulo: más protector solar, menos bases pesadas y productos matificantes.
Daniela es del palo de la belleza clean. Productos que generen el mínimo impacto posible tanto en nuestras pieles como en el ambiente y en otras criaturas. Idealmente sin fragancia, libres de irritantes, que se ocupen de la salud de la piel y no solamente de su aspecto, que no sean abrasivos e idealmente cruelty free.
Dada se ríe de la paradoja: ahora que no hay eventos sociales, los productos del cuidado de la piel están pasando por su mejor momento comercial. "Me pasaron los números... creo que en Mercado Libre solamente aumentaron 600 por ciento las ventas en cuidado de la piel durante la pandemia", comenta incrédula.
Y por qué creés que en este tiempo tuvo tanto éxito tu propuesta?
--Creo que tiene que ver con la democratización. La idea de que cualquier persona puede hacerlo. Mucha gente pensaba que no podía cuidarse la piel porque no le alcanzaba. Y resulta que podés tener solo tres cosas, y que salgan poco.
Si el término viene de influenciar, Dadatina es una influencer de pura cepa, marcando tendencia en la dirección hacia un mundo cosmético más sustable, inclusivo, accesible y de producción local. Sin embargo, ella prefiere el término "creadora de contenido". Y entre su trabajo en salud y Chicas Programando, no es necesario aclarar que viene de las ciencias. Ése es otro diferencial: su rigor al compartir contenido. Data concreta, checkeada, conclusiones validadas por la experimentación.
Por otro lado, nunca deja de estar atenta al feedback con su comunidad, aunque no tranza con la construcción del universo de las influencers de "belleza". Sí, tanto ella como sus seguidoras quieren sentirse bien con ellas mismas, pero eso no significa que tengan que vivir en una burbuja de perfección, frivolidad y colores pastel.
"No estoy siempre arreglada y producida, no le pongo mil filtros a las fotos, no le pongo musiquita de fondo a todo. Me llega la bolsa con el regalo, te lo muestro, y aviso que después lo voy a reseñar. Creo que es más fácil empatizar conmigo que con alguien que muestra su vida como si fuera muy perfecta. Soy una piba de Almagro y vos podés tener la misma rutina de skincare que la piba de Almagro. Fin."
Cómo es trabajar de ser influencer
Desde que se convirtió en una personalidad de las redes, la vida de Daniela dio un vuelco radical. Y no todo es regalos, glamour y piel de seda. De hecho más bien todo lo contrario. Instrumentadora quirúrgica de profesión, hoy trabaja de 9 a 18, en relación de dependencia, vendiendo terapias de cirugía de columna. "Vivo en Excel", bromea.
Pero nunca deja de atender sus redes. Los fines de semana arma los posteos y stories que sube en la semana. "Estoy todo el día pegada al celular, pero por ahora lo llevamos bien", dice entre la risa y el cansancio, incluyendo a su novio, el llamado Dadatino por sus seguidores, quien le ayuda un montón con la organización y la agenda: qué marcas la contactaron, cuáles le mandaron cosas, a quiénes contestó, qué le falta probar. "Me banca y sabe que, por ejemplo, los miércoles y domingos que armo posteos no existo, estoy todo el día en el celular contestando preguntas. Es importante estar con alguien que te apoye."
Dada solo trabaja con marcas que le gustan en serio. Y tampoco reseña productos flojos de firmas que le gustan. Ya pidió que no le manden más regalos, porque no tiene donde guardar tantos productos ni tiempo para probarlos bien. Es trabajo en serio: buscar componentes, planear reseñas, ver cuánto sale en el mercado y dónde se consigue, informaciones que no pueden faltar en sus posteos.
Además, no hay cara que aguante con todas las cremas, mascarillas, limpiadores, sérums, protectores solares y un enorme etcétera que le llegan por día. ¿Cómo hace para probar cosas nuevas todo el tiempo y tener la piel espléndida? "Cremas de día y de noche quedan iguales y no las cambio hasta que se terminan. El resto de las cosas suelo incorporarlas entre 28 y 29 días, que es el ciclo en el que la piel se regenera."
Las comunicadoras de skincare han sido cuestionadas por la comunidad médica por meterse en una disciplina que debería ser terreno de la salud. No todos los tipos de piel tienen las mismas necesidades, y las influencers no pueden saber quién lee del otro lado, o qué afecciones cutáneas tiene. De hecho a Dada, que tiene rosácea y lo que se denomina piel reactiva, miles de veces le pasó de probar productos y que le hagan mal. Su dermatóloga la acompaña en todo el proceso. Y sí, a veces la reta.
"Si tenés acné, rosácea o alguna condición en la piel, andá al dermatólogo. Pero si la tenés sana, pudiste identificar sin problemas tu tipo de piel y solo querés cuidarla y que se vea linda, eso es terreno de la cosmetología. De todos modos es recomendable, al menos una vez, acudir a dermatólogxs. Esto es súper interdisciplinario y se necesita de las dos", sugiere.
Hace poco, Dadatina hizo su primera colaboración paga con Nivea. Las reacciones en su comunidad fueron disímiles. Para ella es una obligación ser transparente cuando un posteo está sponsoreado. Pero esto es un trabajo full time que no conoce de fines de semana. Ella invierte en su cuenta, investiga, se paga cursos. "No se puede pagar el alquiler con cremas, si se pudiera ya tendría resuelto el alquiler hasta 2022", dice solo un poco en chiste.
"Lo importante es saber la responsabilidad que tenemos. Nuestras palabras tienen influencia, hay que tener cuidado con eso", reflexiona. "Después, si usás filtros o no, o si vivís en una mansión, es irrelevante. Lo importante es comunicar de una manera informada y sin dejarse afectar por los intereses", reflexiona.
En la búsqueda del balance perfecto
Después de tanto éxito, Dada está dando sus primeros pasos como empresaria con su propio sérum, que ya es un must: Balance, de la marca ACF, cuyas primeras diez mil unidades se agotaron en menos de ocho horas. El plan es que sea el primero de una pequeña línea de productos y lanzar dos más este año. Y obviamente, tiene una de las mejores relaciones precio–fórmula del mercado.
El disparador fue que en los laboratorios argentinos no había suficientes productos con niancinamida, un componente calmante y descongestivo (el favorito de Dada), y los que había podían mejorarse. Encontró lo que buscaba con ACF, una firma de skincare nacional especializada en mascarillas, con la que Dadatina colaboraba con cupones de descuento para sus seguidoras.
El dueño fue presidente de la Asociación de Cosmética Argentina durante muchos años y Dadatina inmediatamente se sintió en casa. Trabajando en conjunto con lxs científicxs del laboratorio, porque ella no es química, Dada eligió los ingredientes, sugirió concentraciones y buscó los estabilizantes que alteraran la fórmula lo menos posible. También vetó el uso de ciertos compuestos y de todo lo que pudiera causar irritación.
Fiel a sus métodos de rigor y para prepararse mejor para formular los próximos productos, hoy la influencer está tomando un curso de química cosmética. Y está feliz con este nuevo paso: "Me dejaron controlar desde la fórmula hasta el nombre y el packaging. Todo es de mi autoría y estoy super contenta", se enorgullece.