Una de las razones por la que Reese Witherspoon (creadora de la serie Big Little Lies) decidió poner su propia productora fue que al leer guiones no había papeles para mujeres desligadas de algún hombre. Especialmente la ponía mal la escena en la que ante una situación difícil la mujer siempre miraba al hombre preguntándole “¿Y ahora qué hacemos?”. Hay otra pregunta que cualquier mujer de más de cuarenta seguramente escuchó: “¿Casi cincuenta? No se te nota, estás divina”. El malestar que provoca ese discurso impulsó en los últimos años proyectos visuales y personalidades que buscan salirse de la norma impuesta por los medios hegemónicos y se preguntan ¿vieja para qué? ¿cuándo se es vieja? ¿por qué es un problema la edad?
Ese comentario que asocia belleza solo a la juventud todavía sigue moldeando cuerpos y cabezas, como contamos a raíz del Photoshop monstruoso que le aplicó la revista Gente a Cecilia Roth .
Flora Proverbio trabajó en publicidad, industria machista y edadista: “llegué a ser un dinosaurio: me quedé sin trabajo a los 47”. Solían decirle: “Ay, casi cincuenta, no se te nota”. “Había un desfasaje entre lo que yo sentía, que estaba en el mejor momento, y que todos me felicitaran porque parecía más joven”, explica en diálogo con Página/12. Desde entonces tiene múltiples proyectos centrados en el segmento de más 50: conduce el podcast “La segunda mitad”, junto al gerontólogo Diego Bernardini; es socia en una consultora con foco en longevidad, Ethnos Strategy; y lanzó una comunidad que se llama “Plateadas” en alusión a las canas, por el brillo y la fortaleza del metal, lo que te da la experiencia transitada. Cada vez que sube una foto de una mujer madura e interesante, arrasa. “La gente quiere ver otros modelos”, dice. El desafío sigue siendo cómo se puede hablar de belleza para mujeres más grandes sin decir “parecés más joven” (¿Cuándo se es vieja?).
Algunas mujeres lograron romper la barrera de belleza y juventud impuesta por los medios hegemónicos e incluso han hecho de eso un camino. Es el caso de Iris Apfel, artista de moda norteamericana, que este año cumplió 99. “De pronto me he convertido en una estrella geriátrica. Mi marido y yo nos reímos mucho con la situación. He estado haciendo esto toda mi vida y ahora me encuentro con montones de revistas, sobre todo europeas, que están escribiendo sobre mí. ¡Pero yo no estoy haciendo nada distinto a lo que he hecho durante los últimos 70 años!”, apuntaba esta mujer capaz de superponer estampas y estilos aparentemente irreconciliables. O la actriz Jane Fonda que, con 82 años, en esta cuarentena volvió a lanzar sus míticos videos de gimnasia en Tik Tok para hablar de la lucha contra el cambio climático. Fue con el éxito de “En forma con Jane Fonda” como pudo solventar en los 80 parte de su activismo político. Además, desde 2015, Fonda protagoniza junto a Lily Tomlin la serie Grace and Frankie que en tono de comedia muestra el aprendizaje de estas mujeres en una nueva forma de vida sin parejas, y aborda distintas experiencias que aparecen con la edad. Por ejemplo, en un capítulo los hijos las quieren obligar a usar un llamador en el cuello para pedir una ambulancia si les pasaba algo o en otro inventan un baño que se eleva a raíz de un problema de cadera de Grace.
Lo que consigue que una mujer siga siendo visible después de los ochenta y se haga cargo de su edad es que podamos ver historias con las que podamos seguir identificándonos. En 2017 Fonda protagonizó la película Nosotros en la noche, donde encarna a una viuda con rodete canoso, que pide a su vecino (Robert Redford), viudo como ella, que duerman juntos para hacerse compañía. Los años, dice la actriz, “no son más que una nueva oportunidad si se tiene el valor y el coraje necesario, y eso tenemos mucho las mujeres”. Amamos a Jane y a Iris, pero cómo no dejar de pensar que estamos ante lo excéntrico, o viendo personas excepcionales. ¿Qué pasa con las mujeres comunes? ¿Dónde están? La expectativa de vida se alargó, los roles van cambiando, pero las cosas llevan más tiempo de lo que nos gustaría. Nosotras mismas hemos creído en el discurso de la belleza joven eterna o en el de la maternidad gloriosa, pero qué pasa cuando el tiempo nos dice que eso ya no será. Pensarnos por fuera de los roles tradicionales y así y todo reconocernos valiosas es un salto cuántico. Aunque no nos puede hacer olvidar la doble vara que aún nos mide. Como dice Proverbio: Mick Jagger es canchero y a Maddona le critican su sexualidad. “Creo que venimos de medio siglo donde grandes grupos con poder creían cosas y las reproducían. Ahora con las redes mucha gente se entera de lo que pasa con Instagram, que es un algoritmo que te trae tu mundo. Empiezo a ver gente que me habla como yo, que hace cosas parecidas a mí y estos poderes hegemónicos se empiezan a resquebrajar un poco. Las viejas hegemonías ven su poder amenazado, por eso hay reacciones fascistas. Son como grandes zarpazos de un gigante que está muriendo”, agrega Proverbio. En La Odisea, mientras el cíclope cae, Ulises aprovecha para escapar, pero no lo hace solo sino ayudado por unas ovejas. Algo de esa cruzada que nunca se da en solitario es la que están librando las mujeres bajo el paraguas del avance del feminismo de los últimos años.
Victoria Sánchez, vestuarista y estilista, tiene un perfil de Instagram que se llama “Señoras paquetas” donde se ven señoras mayores con looks personales. “Mucha gente las confunde con señoras de Recoleta bien. Pero en realidad me refiero a esa señora coqueta que se viste según el día y se pinta y sale con el bastón de color”, cuenta a este diario. ¿Por qué señoras grandes? “Tengo admiración por la gente mayor. Me fascinan los personajes con arrugas, estilo y vida vivida. A la gente le encanta el etiquetar, a mí nunca me fue. Yo no me mido por la edad. Te podés poner lo que quieras cuando quieras”, dice. Muy pocas veces recibió un comentario del tipo “qué horror, la mataste con las arrugas”. En cambio, le propusieron exponer en Roma y Alemania. Ella no se daba cuenta del suceso que implicaba eludir los estereotipos etarios. “Hay mucho etiquetado. Hay que permitir dejar ser”, dice.
La vieja coqueta es el nombre de un cuadro de Bernardo Strozzi de 1617. En “Transparencia de la vejez y sociedad del espectáculo: pensar a partir de Simone de Beauvoir”, Asunción Bernárdez Rodal, de la Universidad Complutense, lo cita como ejemplo de la misoginia de la representación de las mujeres viejas de esa época que pretendían “continuar siendo hermosa toda la vida”. “No deja de ser paradójico que el destino social de las mujeres haya estado tan ligado a la belleza y a la elaboración de ésta, y que cuando pasa la juventud sea tan duramente criticado el interés por mantenerla”, apunta. Entonces qué significa ser para las mujeres. Siguiendo a Beauvoir, plantea que para las mujeres el ser también es “el parecer o el aparecer” en la vejez.
En esa línea, grupos feministas hablan de la necesidad de que todas las diversidades de mujeres -también las mayores-, sean visibles. El colectivo Old Women Movement es pionero en la lucha contra el edadismo, la discriminación de las mujeres viejas y los estereotipos sociales. Surgió en 2001 en San Diego, Estados Unidos, e instaló una consigna potente para quien quiera leerse: “Las viejas somos tu futuro”. “El edadismo desempodera a todas las mujeres, cualquiera que sea su edad”, dicen. En 2017 una organización del País Vasco difundió el manifiesto de Leioako que sigue el mismo lema. Entre otras cosas plantea: “¿Pasaremos de la maternalización de las mujeres a la abuelización? Tampoco queremos una segunda juventud ni que nos hablen como si fuéramos niñas o estuviéramos seniles”.
Algunas marcas como Natura tomaron nota de los nuevos tiempos. Su campaña de la crema Chronos es un salto copernicano en relación a las de otras cremas antiarrugas. Se pregunta “¿Vieja para qué?”, mientras muestra escenas con mujeres en los cuarenta/cincuenta con cuerpos parecidos al tuyo o probando una aplicación de citas, una pareja de viejos besándose en un ascensor y otros desnudos en una cama. “¿Vieja para ser vos? ¿Quién define que estás vieja para ser vos misma?”. Pero otras marcas y medios hacen como qué (Pongamos viejos que no parezcan viejos). Caen en la trampa del “no parecés de tu edad” mostrando señoras de ochenta andando en skate o con pelo hasta la cintura, cueros y visera, como si solo pudieran aceptar a las viejas jóvenes cancheras (irreales). Hace un tiempo un psicoanalista me dijo que para él lo más difícil de la vejez era sobrevivir a los otros. Quizá el espejo que nos devuelven los medios tiene que ver con negarnos eso que no queremos ver.
No es cuestión de romantizar la vejez sino de verla(s) como lo que es (son) ¿será eso posible? Tampoco se puede imponer nuevos estereotipos. Dice Proverbio que después de dos años de ver imágenes de viejas interesantes, cuando ve una cara toda lavada, joven, le choca. Se le empezó a correr el modelo. Por eso, como muchas, cree que si empezáramos a tener representaciones más democráticas el modelo cambiaría. Los medios y las marcas tienen mucha responsabilidad en eso.