La excusa para entrevistarlos fue el libro que compilaron, Inclusión y calidad como políticas educativas de Estado o el mérito como opción única de mercado, trabajo conjunto entre Editorial La Crujía, Stella y la Fundación La Salle Argentina, que se presentará el 4 de mayo a las 18.30 en la Sala Javier Villafañe de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. 

Ese primer paso dio lugar al encuentro con dos apasionados de la educación.

Gustavo Galli tiene 23 años trabajando siempre en escuelas secundarias como profesor, como director. También como director de nivel terciario, de profesorados de sectores populares, en La Matanza, en San Martín. 

El amor por la escuela le fue inoculado por sus padres, ambos docentes. Luego eligió estudiar ciencias naturales, el área más “fácil” para dedicarse a lo que más lo apasiona, la pedagogía y las políticas educativas.

Actualmente es profesor universitario en la Universidad Nacional de Hurlingham y en la UMET. Y trabajó durante tres años en el Ministerio de Educación, coordinando el área Inclusión Democrática en las escuelas, hasta 2015.

Gabriel Brener lleva casi 30 años trabajando en educación. Empezó siendo maestro, luego estudió Ciencias de la Educación. Cuando se le pregunta por el origen de su pasión por enseñar dice: “Mi historia escolar no es muy prolija que digamos, se parece más a un prontuario. Quizás porque siempre fui muy transgresor e interpelé y critiqué mucho dentro de la escuela”. Se abocó a trabajar en secundarios, fundamentalmente en instituciones vinculadas a educación no formal, recreación, sindicatos; con chicos, adolescentes, tercera edad. Trabajó como preceptor, como docente y accedió a cargos directivos en escuelas técnicas. Luego fue rector de un colegio secundario en Buenos Aires y trabajó mucho en capacitación docente. 

Participó de la gestión pública del 2013 al 2015.  Fue secretario de Equidad y Calidad del Ministerio de Educación de la Nación.

Hoy es docente de la UBA, del Joaquín V. González y de la Universidad Nacional de Hurlingham. “Me parece que la educación es una oportunidad para ser profesor conservador o para intentar trabajar por la emancipación”, dice.