Daniel Guibes, quien era un joven vecino de barrio Triángulo cuando fue secuestrado y arrancado de su casa familiar de Laz Paz y Felipe Moré mientras la saqueaban, aseguró ante la justicia federal que fue llevado a la Quinta Operacional Fisherton, donde estuvo secuestrado durante al menos tres días, para ser derivado a un segundo sito de torturas. La vida le dio la oportunidad, 39 años después, de reconocer el lugar: su trabajo en el Colegio San Bartolomé, que adquirió el viejo predio de la Metalúrgica Chaina de San José de Calazanz al 9000, le permitió volver a estar parado en el viejo chalet de tejas rojas donde había sido torturado junto a otras personas. Su testimonio fue brindado ante la justicia en 2016. El miércoles pasado, en el marco del juicio conocido como la causa Klotzman, un antropólogo que lo pudo contactar hizo pública su existencia. Y así, Guibes, se transformó en el segundo sobreviviente de ese centro clandestino de detención, junto a Fernando Brarda.
Tres ex policías federales de la Delegación Rosario y un ex militar de inteligencia son juzgados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 29 víctimas en entre agosto y noviembre de 1976 en el centro clandestino de detención “Quinta de Fisherton”. La negativa a prestar declaración indagatoria de cuatro de los acusados y la declaración del primer testigo fueron los rasgos sobresalientes de la primera jornada del debate, que continuará el 7 de octubre. El juicio está a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 2, integrado por Mariela Emilce Rojas, Osvaldo Facciano y Eugenio Martínez. Actúa en representación de la Unidad Fiscal de Derechos Humanos de Rosario, el fiscal general Adolfo Villatte.
Hasta la audiencia del miércoles -celebrada a través de la plataforma Jitsi Meet- se sabía oficialmente de la existencia de un solo sobreviviente de las 29 víctimas. En la primera jornada del juicio se concretó el testimonio del antropológo forense, Bruno Rosignoli, quien contó que en el marco de una investigación personal que emprendió sobre el centro clandestino de detención, pudo dar con el paradero de una víctima desconocida para la causa judicial, cuyos datos aportó.
Rosario/12 accedió a la declaración de Guibes de 2016:
"La noche del domingo 10 de octubre de 1976 estaba durmiendo en mi casa de Felipe Moré y La Paz y de repente escuché un fuerte ruido. Estando directamente en la cama me empezaron a pasar picana eléctrica por todo el cuerpo, y se ve que no tuvieron la respuesta que ellos querían. Toda la tortura se basaba en preguntarme por una persona de nombre Liliana Barjacoba de quien decían que la tenía alojada en mi casa, pero yo no la conocía. Entonces me sacaron de mi casa, me dieron ropa de mi hermana para que me pusiera y me llevaron vendado en el piso de la parte de atrás de un auto con los pies encima. No sé cuántas personas fueron, pero mi madre que se encontraba enfrente de mi casa, en el velorio de una vecina, me dijo que era mucha gente. Lo que puedo decir es que yo estaba durmiendo y que ellos entraron directamente y se llevaron las cosas de la casa, eran policías. En ese momento mi papá Antonio también fue torturado en mi casa".
"Me llevaron en el auto a un lugar que no sabía dónde era y me tiraron en un elástico de madera con las manos atadas atrás y vendado, recomendándome a cada rato que no me moviera y que si se me aflojaban las vendas que avisara, porque si se me salían me tenían que matar. En ese lugar que me llevaron lo único que pude ver bien es el baño porque en esos dos o tres días que estuve ahí, solo me sacaban la venda con las manos atadas adelante para ir al baño, pero para mí es el mismo lugar: el chalet que tiempo después tuve la posibilidad de acceder. El tiempo transcurrido desde que me sacaron de mi casa hasta que me llevaron al lugar de detención no habrán sido más de 10 o 15 minutos. Yo trabajo en el colegio San Bartolomé de Fisherton, que esta alli desde el 2001, por lo cual siempre veía un chalet que estaba permanentemente custodiado por Gendarmería. Por eso los empleados del colegio teníamos que pedir permiso a los mismos para poder ingresar a cortar el pasto. El chalet se encuentra situado en calle San José de Calasanz, vereda sur, pasando Wilde unos 500 metros, no recuerdo la altura exacta pero es frente al Mercado de Concentración, frente a un galpón que tiene un cartel grande que dice De Palma".
"En este lugar que estuve detenido se escuchaban ruidos de camiones que entraban y salían estimo porque estaba el Mercado cerca. En el día era constante pero en la noche ya no se escuchaba nada, era como estar en el campo. Este chalet limita con el Colegio en el que yo trabajo, que aclaro compró el terreno de 6 hectáreas en 2015. Así una vez adquirido los terrenos por el colegio tuve la posibilidad de ingresar a este chalet. Ahí fue donde tuve una sensación fea porque recuerdo esos tres días: estaba en una habitación chica en el piso y podía ver una ventana que volví a ver cuando ingrese nuevamente a dicho lugar. Sentí la misma sensación al encontrarme en el mismo ambiente que cuando me secuestraron, el trayecto de la habitación al baño era el mismo que realicé cuando estuve secuestrado, el baño tenía unos azulejos verdes, todo tipo vidriado antiguo que pude ver en el 76 al estar secuestrado y que volvía a ver en 2015".
"En el 76 había un botiquín cuya puerta tenía un espejo donde me miraba cundo estaba detenido pero actualmente no está más, hay un hueco. Estimo que estuve tres días secuestrado en ese lugar, digo estimo porque en esa circunstancia uno pierde la noción del tiempo. Demolieron todo en febrero de 2016, pero en ese lugar había muchas personas detenidas, escuchaba gritos de tortura. De hecho puntualmente yo estaba en una habitación con un hombre que estaba en la misma situación que yo secuestrado cuyo nombre desconozco y al lado estaban torturando a una mujer que llevaba poco tiempo. En la tortura dijo que en un edificio de Wheelwright y Paraguay había armas. Después de eso se armó una revolución, se escuchaban ruidos de las botas caminando, de mucha gente y salieron como para hacer un operativo. Yo no he escuché el nombre ni el apodo de ninguno de mis secuestradores, se trataban de jefe, teniente".
En relación a a las víctimas, la investigación determinó que fueron integrantes de la organización PRT-ERP o tuvieron alguna vinculación con sus miembros. En el requerimiento de elevación a juicio la fiscalia acreditó la “existencia de un plan de exterminio de los militantes del PRT-ERP o de aquellos que se sospechaba militaban en dicho partido” y detalló que “el plan sistemático de represión ilegal que azotó el país calificaba como 'oponentes' a aquellos que, a criterio de los perpetradores, militaran en el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo, al punto que los catalogaba como 'Oponente Activo' de 'Prioridad 1'”, según expresaba la terminología de los documentos oficiales utilizados por las fuerzas armadas.
El listado de víctimas de este juicio se encuentra integrado por Cecilia Beatriz Barral, Ricardo Horacio Klotzman y la hija de ambos, recuperada en 2011; Juan Alberto Tumbetta, Edgardo Silva, Osvaldo Aníbal Matosky Szeverin, Fernando Patricio Brarda, María Laura Gonzalez, Ricardo José Machado, Elvira Estela Marquez, Liliana Beatriz Girardi, Julio Adolfo Curtolo, María Teresa Latino, Maria Teresa Serra, Elvio Ignacio Castañeda, Alejandro Ramón Pastorini, José Ángel Alba, Herminia Nilda Inchaurraga, José Rolando Maciel, Elena Cristina Marques, Dante Rubén Vidali, Isabel Ángela Carlucci, Víctor Hugo Fina, Héctor Alberto González, María Teresa Vidal Martínez Bayo, Juan Carlos Lieby, Daniel Emilio Garrera, María Victoria Gazzano Bertos y Oscar Alberto Medina.
El 7 de abril de 2011, a través de un análisis de histocompatibilidad efectuado por el Banco Nacional de Datos Genéticos, recuperó su identidad la hija apropiada de Ricardo Horacio Klotzman y de Cecilia Barral, quien nació durante la desaparición forzada de su madre. El hecho se pudo conocer a través del relato del único sobreviviente de la "Quinta de Fisherton" que confirmó el embarazo avanzado mientras se encontraban en cautiverio. A través de la investigación se pudo determinar que la niña fue sustraída por los represores y entregada a una familia en la ciudad de Santa Fe. Su recuperación fue la restitución número 103.
En el juicio intervendrán querellas particulares, integradas por familiares de víctimas, y e institucionales, de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.