En Bielorrusia la policía reprimió y detuvo a miles de personas durante manifestaciones contra el presidente Alexander Lukashenko. Ocurrió este domingo, cuando alrededor de 100.000 personas se reunieron para protestar contra el mandatario, quien prestó juramento en secreto luego de las elecciones en agosto pasado. Lukashenko lleva 26 años consecutivos al frente del país europeo.
Es que desde la elección presidencial, miles de personas colman a las calles, cada domingo en Minsk, para denunciar la reelección de Lukashenko, que consideran fraudulenta. Las movilizaciones resisten pese a la fuerte represión por parte de las fuerzas policiales que arrestaron a decenas de manifestantes pacíficos y a líderes de la oposición. Según Hanna Liubakova, periodista bielorrusa, "más de 80 mujeres fueron arrestadas ayer, incluyendo menores de edad".
Desde las elecciones, "alrededor de 12 mil peronas han sido detenidas. No tiene precedentes en la historia de Bielorrusia. Muchos han sido torturados y golpeados", denunció en sus redes sociales.
En el centro de Minsk, varias estaciones de metro habían sido cerradas al público antes de que comenzara la marcha. El Palacio de la Independencia, sede del gobierno de Lukashenko, estaba rodeado de barreras y con una fuerte custodia de la policía antidisturbios.
Oposición
Tras ser encarcelado su marido, Serguéi Leonídovich Tijanovsk, Svetlana Tijanóvskaya se presentó como candidata a las elecciones presidenciales de 2020 en Bielorrusia. Aglutinó a la oposición frente al presidente Lukashenko y, según datos oficiales negados por la oposición, logró el 9,9 % de los votos.
"¡Somos millones!", lanzó este domingo la rival de Lukashenko, Svetlana Tijanóvskaya, en un mensaje subido a las redes sociales en apoyo a la protesta, "¡ganaremos!", añadió.
"No es más presidente de Bielorrusia: es simplemente el jefe de los antidisturbios que sin distintivos actúan en las calles", completó la líder de la oposición .
Por su parte, las criticas de varios países occidentales -incluyendo la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York- no tardaron en llegar. El gobierno alemán no reconoció al presidente Lukashenko y consideró que el "secreto" que rodeaba la ceremonia de investidura era un símbolo "revelador" de la debilidad del régimen y de su "falta de legitimidad".
El presidente francés, Emmanuel Macron, declaró por su parte que lo que ocurre en Bielorrusia es "una crisis de poder, un poder autoritario que no consigue aceptar la lógica de la democracia y que se aferra por la fuerza", en una entrevista este domingo con el periódico Journal du dimanche. "Está claro que Lukashenko debe irse", concluyó.
Estados Unidos tampoco considera a Lukashenko "como el presidente legítimo" de Bielorrusia, según afirmó en un comunicado el Departamento de Estado.
El mandatario bielorruso, que acusa a los países occidentales de impulsar las protestas, prometió una difusa reforma constitucional para hacer frente a esta crisis política, pero rechaza cualquier diálogo con los detractores del régimen, del que está al frente de 1994. El presidente se niega a dar su brazo a torcer y ha pedido ayuda a su homólogo ruso, Vladimir Putin, quien prometió apoyo a nivel de seguridad "de ser necesario" y un préstamo de 1.500 millones de dólares.