La pandemia del coronavirus y las medidas de aislamiento para evitar su propagación provocaron una caída estrepitosa del empleo en la Argentina, que fue particularmente notable en ciudades con un alto grado de informalidad, como la capital salteña. Según las cifras de la Encuesta Permanente de Hogares, solo en la ciudad de Salta se perdieron 47 mil puestos en el último año, lo que representa una merma del 18% (el doble que a nivel nacional).
El dato surge de comparar los 299 mil ocupados que había en el segundo trimestre de 2019 con los 248 mil registrados en el mismo período de este año, etapa que ya refleja las consecuencias de la pandemia.
Si bien la tasa de desempleo de la capital salteña subió en términos relativos, al pasar del 12.7% al 13,9%, mostró una caída en términos absolutos a pasar de los 38 mil a los 34 mil desocupados. En realidad, lo que ocurrió es que aquellos que perdieron su trabajo se retiraron del mercado laboral y no buscaron un empleo que lo reemplazara, por lo que no pasaron a engrosar los registros de la tasa de desocupación.
Según la economista del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE), Carla Arévalo, se trata de un fenómeno que ocurrió a nivel nacional. “Buena parte de ellos son desalentados”, explicó a este medio haciendo referencia a quienes no buscan empleo porque saben que no lo van a encontrar, y agregó que “parte de quienes perdieron sus empleos no se convirtieron en desempleados, ya que no comenzaron a buscar trabajo, sino que se quedaron en la inactividad ya que estuvieron contenidos con los transferencias monetarias del gobierno, como el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia)”.
Efectivamente, la tasa de actividad cayó interanualmente casi 9 puntos, lo que significa que 51 mil salteños se retiraron del mercado laboral.
Informalidad
Si bien el gobierno nacional estableció una serie de medidas para proteger el empleo, tales como la prohibición de despidos sin justa causa o por fuerza mayor, o el subsidio previsto en el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), quedaron afuera de este amparo la mitad de los asalariados salteños que según el INDEC trabajan en la informalidad.
“Aumentó el desempleo en los grupos que tenían una calificación tipo operativa o no calificados, pero otras categorías prácticamente no se vieron afectadas: por ejemplo en los profesionales no cambió, o los técnicos que tienen una mayor calificación”, aseguró Arévalo.
La caída de puestos de trabajo informales se evidencia también en la evolución del empleo registrado privado. Los datos del Ministerio de Trabajo de la Nación muestran que en la provincia de Salta entre junio de 2019 y el mismo mes de 2020 solo se perdieron 6 mil empleos formales.
“El mercado informal es más flexible”, señaló la economista del IELDE. “Ocurrió algo que suele pasar, que es que primero se reducen las jornadas o les dan vacaciones y después se empieza a despedir a la gente, y por supuesto que ocurre primero en el mercado informal porque les es más fácil”, interpretó.
En ese sentido, y tomando como parámetro un estudio realizado por el IELDE, Arévalo estimó que los sectores que más se vieron afectados por la pérdida de puestos de trabajo fueron los restaurantes y el turismo en general, la construcción y el servicio doméstico, tres actividades que sufrieron restricciones por las medidas de aislamiento y que se caracterizan por tener un alto grado de informalidad.
“Es muy típico que en épocas de recesión salgan a buscar trabajo o a ocuparse les trabajadores secundaries (jóvenes o amas de casa)”, analizó la economista del IELDE, y añadió que “el IFE y el ATP (el subsidio para el pago de parte de los salarios de los trabajadores de empresas en crisis) bien pueden haber contribuido en este sentido”. “Quizá contuvo más en el aglomerado Salta que en otros, como Mar del Plata, porque el monto del IFE significa una proporción mayor del ingreso laboral de les trabajadores precarizades (asalariades no registrades o cuentapropistas no profesionales) que en el centro del país”, completó.
Alarmante
Las estadísticas coinciden con la percepción que tienen las organizaciones sociales. El referente en Salta de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), Rodrigo García, calificó de “alarmante” y “caótica” a la situación que se vive las barriadas salteñas. “Hay un montón de personas que dejaron de buscar trabajo porque no hay y eso no se ve reflejado en las cifras del INDEC”, añadió, y relató que “gente que no iba a los comedores o a los merenderos a buscar comida, hoy están yendo”.
Según García, la falta de trabajo en los barrios populares es consecuencia de la imposibilidad de vender productos a través de las ferias, de que los vendedores ambulantes no están yendo al centro de la ciudad a comercializar sus productos, que los albañiles, plomeros y electricistas ven la industria de la construcción parada, y que las mujeres que realizan limpieza o cuidado de niños ya no son contratadas con la misma frecuencia porque la clase media y alta está aislada en su casa. “Cuando se desacelera el trabajo formal, que es el que le da un poco de trabajo al sector informal, se desacelera todo”, concluyó.