La fotografía de vistas, tipos y costumbres, que en el siglo XIX se comercializaba pegada sobre cartones –vendidos en forma individual o reunidos en álbumes o carpetas–, tuvo una rápida declinación a fines de la década de 1890, después de que se expandiera de modo vertiginoso la venta de tarjetas postales. La crisis, sin embargo, afectó a los soportes, pero no a los géneros fotográficos, que continuaron cultivándose con los mismos esquemas tradicionales para entregar imágenes a los editores de postales, revistas y libros ilustrados con fotograbados. Fue así como fotógrafos prolíficos en la década de 1890 –entre ellos Samuel Rimathé, Enrique Moody o los reunidos en la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, lo mismo que H.G. Olds, quien inició su producción en 1899 y se mantuvo activo hasta fines de la década de 1930–continuaron produciendo vistas, tipos y costumbres con criterios similares a los que se habían aplicado hasta entonces. También lo hizo Gaston Bourquin, que comenzó su actividad fotográfica en Buenos Aires en 1914 y fue uno de los más importantes editores independientes de postales, libros y folletos fotográficos. Estuvo activo en el país durante la primera mitad del siglo XX, durante la cual prolongó la mencionada tradición fotográfica, aunque en las décadas de 1930 y 1940 le incorporó algunos modos estéticos propios de la vanguardia fotográfica local de entonces.
Gaston Bourquin nació el 6 de diciembre de 1890 en Villeret, pueblo suizo del cantón de Berna. Era el mayor de una familia burguesa de larga ascendencia suizofrancesa. Algunos años más tarde se trasladó con su padre, Jules Achille Bourquin –de profesión relojero–, su madre, Laure Amande Haenggeli, y su hermana Laure Alice a Ginebra, donde ingresó en un colegio técnico cantonal para estudiar fotografía. A los dieciocho años, su libreta de servicio militar registró su profesión: fotógrafo. […]
De no mediar una circunstancia fortuita en 1913, es posible que jamás hubiésemos tenido noticia de Bourquin en esta parte del mundo. Ese año un fotógrafo llamado Juan Pi (1875-1942) –también suizo pero de ascendencia catalana, radicado en San Rafael, Mendoza, desde principios de siglo–, que se había convertido en el más importante del sur de dicha provincia, realizó un viaje a su Ginebra natal para visitar a su familia. Regresó a la Argentina en diciembre de ese año acompañado por Bourquin, a quien traía para trabajar como ayudante en su estudio. Ignoramos si Pi había viajado a Europa con la idea de buscar un compatriota como colaborador o si tomó allá la decisión de hacerlo. […]
San Rafael no le deparó lo esperado. Ni bien llegado, una poderosa granizada destruyó la cobertura de vidrio de la galería de pose del estudio de Pi. Bourquin advirtió que su empleador no había quedado en condiciones de emplear un ayudante, y decidió irse a Buenos Aires e intentar abrirse paso en su profesión. […]
Gaston Bourquin murió en Buenos Aires el 7 de diciembre de 1950, el día siguiente de cumplir sesenta años. Con el tiempo, su viuda ofreció su archivo en venta a la municipalidad capitalina, que lo adquirió en 1963 al precio de $m/n 300.000. La operación incluyó cerca de cinco mil objetos, entre negativos en vidrio y en película flexible, y diapositivas corrientes y estereoscópicas en número no muy distinto de lo que aportó en 1932 a la sociedad con Kohlmann. También abarcó más de seis mil tarjetas postales, unas mil quinientas fotografías impresas, unos cien cartones con fotografías y un libro índice. Los materiales se entregaron a la Dirección de Acción Cultural. Hacia 1980, José María Peña, entonces director del Museo de la Ciudad, los halló mermados y en condiciones deplorables en el edificio del teatro San Martín, y los incorporó a la colección del museo. Actualmente, en este se conservan unos dos mil negativos en vidrio y en película flexible, unas mil quinientas diapositivas corrientes y estereoscópicas, menos de cincuenta tarjetas postales, unas pocas fotografías sobre cartón, materiales impresos y documentación profesional. En la década de 1980 los descendientes de Bourquin donaron al museo algunos equipos fotográficos, cuyo paradero actual se desconoce.
La narración fotográfica de este libro ha sido organizada en tres capítulos, al margen de la fecha en que fueron hechas las imágenes: Buenos Aires, Misiones y Otras Provincias, en ese orden, el que refleja los temas y cantidades de los negativos en poder del Museo de la Ciudad. Esto podría haber sido distinto si el archivo no hubiese sufrido las pérdidas mencionadas antes de ingresar en el Museo.
En las fotografías de Buenos Aires, tomadas durante los años de mayor actividad de Bourquin, entre 1915 y alrededor de 1940, las vistas generales predominan las tomas de tipos y costumbres. Difundidas profusamente en postales y cuadernillos impresos de diferentes diseños, esas fotos urbanas fueron bien consideradas por arquitectos y urbanistas de la época y resultan una fuente valiosa para la historia de la arquitectura de la ciudad. Sus composiciones, generalmente bastante clásicas, a veces asumen modos más audaces que las aproximan a la estética fotográfica moderna comenzada a emerger a mediados de la década de 1930. No faltan, sin embargo, escenas de la vida social, como las del abigarrado balneario de la Costanera Sur, que hoy resultan tan atractivas.
Del resto del país, Misiones fue la provincia que más atrajo la atención del fotógrafo, a juzgar no solo por el libro que le dedicó, que posiblemente fue su obra más elaborada, sino también por la abundancia de imágenes de su archivo, producidas a lo largo de más de veinte años. Su relación con su compatriota Bucher parece haberlo llevado varias veces a la zona y a que simpatizara con sus gentes y lugares. Esto se refleja en sus fotografías, en las que abundan las escenas cotidianas de costumbres y aparecen en primer plano rostros populares. El estilo de estas tomas tiene ribetes más próximos al reportaje espontáneo que a la composición meditada y cuidadosa.
El último capítulo de esta antología fotográfica es un recorrido que avanza desde el sur patagónico hacia las provincias del norte. Presenta un panorama lo más completo posible de todas las regiones, con la calidad fotográfica como criterio de selección, igual que en los demás capítulos. Llama la atención, sin embargo, la ausencia de varias regiones, lo cual no necesariamente significa que Bourquin no fotografiara en ellas. Es bien posible que lo haya hecho, y que las fotografías hayan desaparecido con el deambular de su archivo por la burocracia municipal. Por eso, tal vez algunas de esas imágenes reaparezcan y puedan ser restituidas a la colección.
Este libro se inscribe en un proyecto del Instituto de Investigaciones del Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de San Martín orientado a facilitar que el Museo de la Ciudad ponga en valor y difunda el conocimiento de la colección Bourquin. El proyecto incluyó producir copias digitales de referencia de la totalidad del archivo y la reproducción en alta y restauración digital de unas cuatrocientas imágenes, entre las que se seleccionaron las de esta publicación.
* Luis Priamo es Investigador y editor de fotografía antigua argentina. Verónica Tell es nieta de Gastón Bourquin. Fragmento editado de uno de los textos incluidos en el libro recientemente publicado De Tierra del Fuergo a Misiones, fotografías de Gaston Bourquin (Ediciones de la antorcha, 156 páginas).