Tras la decisión de la Justicia española de inahbilitar al presidente del Gobierno Autónomo de Cataluña por el delito de desobediencia, Quim Torra enunció su primer discurso ya ahora como exmandatario de la Generalitat. "El principal enemigo de la independencia es el autogobierno. Por ende, la única manera de avanzar es a través de la ruptura democrática", expuso Torra, quien fuera condenado por no retirar simbología independista de edificios públicos.
"Hoy son unos jueces, y no el pueblo de Cataluña, los que han decidido que no puedo ser presidente", subrayó el ya expresidente desde el Palacio de la Generalitat, sede del Ejecutivo regional, situado en la plaza Sant Jaume de Barcelona, donde se congregaron esta tarde cientos de manifestantes para expresarles su apoyo.
Torra, de 57 años, denunció que fue “depurado” de su cargo “por un golpe urdido por los poderes del Estado español” con "sed de venganza", y que llevará esta "injusticia" y las "irregularidades cometidas" ante la justicia europea.
"Ni abandono, ni me resigno; no acepto esta sentencia, llevaré la causa de la independencia y la libertad de expresión a Europa, y ganaremos", afirmó Torra, que será sucedido en forma interina por el vicepresidente catalán, Pere Aragonès, del partido Esquerra Republicana de Cataluña (ERC).
A partir de ahora se abre un período de varios meses que desembocará en elecciones anticipadas previsiblemente a fines de enero o principios de febrero. De cara a esa cita, que vuelve a ser crucial para los independentistas, Torra pidió a los catalanes que conviertan la votación en un plebiscito entre "libertad y represión", entre "la república catalana del compromiso cívico o la Monarquía española de las banderas y el Ejército".
"Recuperemos el espíritu y la convicción que nos llevó al 1 de octubre", insistió el líder secesionista, evocando el referéndum llevado a cabo en 2017 bajo prohibición.
Torra asumió la presidencia de Cataluña hace dos años y cuatro meses tras un proceso de investidura bastante convulsionado, con varios intentos fallidos, luego de fracasar el plan inicial de los independentistas catalanes de reelegir al destituido Carles Puigdemont, quien había huido a Bélgica para evitar su ingreso a prisión.
Puigdemont había sido destituido por el Gobierno del conservador Mariano Rajoy después de que el parlamento regional declarara la independencia de Cataluña el 27 de octubre de 2017, pero su partido Junts per Catalunya (JxC) volvió a ganar las elecciones llevadas a cabo en diciembre de ese mismo año con varios de sus candidatos ya presos o en el extranjero.
Sin poder asumir como presidente, el máximo líder de los secesionistas finalmente se decantó por Torra, hasta entonces una figura poco conocida más allá del ámbito cultural local. Desde el momento en que se convirtió en el elegido de Puigdemont, la oposición sacó a la luz tweets suyos abiertamente xenófobos con los españoles, por los que luego pidió disculpas. Sin embargo, sus expresiones formaban parte de un ideario del nacionalismo étnico, con raíces en movimientos filofascistas, que de entrada lo convirtieron en una figura polémica.
Durante sus años como "President", Torra se movió siempre entre la confrontación y el diálogo, mostrando por momentos su perfil más activista, como cuando eludió condenar la violencia desatada en Cataluña ante las condenas a los secesionistas y se unió a los manifestantes.