Los integrantes de las comunidades qom Rouillon y Maradona en Rosario denunciaron que la policía ingresó, reprimió a mansalva y se llevó a doce personas detenidas, diez hombres y dos mujeres. Según contaron, los policías del Comando Radioeléctrico de Santa Fe se llevaron especialmente a jóvenes y los golpearon antes de llevarlos a la comisaría. A uno de ellos, de 14 años, lo apalearon y lo abandonaron en un descampado: se encuentra hospitalizado, con un hombro roto y lesiones en las costillas.
“La versión policial es que recibieron una denuncia por un tiroteo y que por eso fueron al barrio, pero los vecinos dicen que empezaron a ingresar a las 7 violentamente y con un discurso estigmatizador. Comenzaron a revisar todo y a llevarse sus pertenencias. Hubo golpes y situaciones violentas con los vecinos”, indicó la diputada del Movimiento Evita Lucila De Ponti.
“Ellos dicen que hay un hostigamiento permanente con distintos motivos. Es violencia institucional que, para un sector de la policía, es una práctica frecuente. Hay hostigamiento y un componente racista. Acabamos de ver a los detenidos y están golpeados. Estamos esperando al fiscal para presentar la denuncia”, indicó la diputada.
Una vecina de la comunidad, Miguelina, contó que salió a la calle al escuchar tiros y vio cómo los policías golpeaban a jóvenes. “Como los chicos son curiosos y salían a ver, los agarraban y los cagaban a palos: a chicos, hombres y mujeres. Eran unos 30 los que subieron a la camioneta para después llevarlos a un descampado donde los cagaron a palos. ¿Dónde fueron esos chicos? Acá en la comisaría sólo son 12”, indicó. “Insultaban a los pibes diciéndoles: ‘negros de mierda’. No tienen derecho a decirnos eso. Ellos tienen que venir y defendernos”, sostuvo.
Según los testimonios, los policías dispararon con escopetas e ingresaron sin orden judicial en las casas de varios de los vecinos. De una casa se llevaron los cuchillos de la cocina. Intentaron llevarse también una caja de herramientas, pero la dueña, Miriam, consiguió que la dejaran. Según los relatos, a las mujeres les gritaban “putas” o “hijas de puta”.
Otro testimonio indicaba que, después de la represión, continuaban pasando móviles policiales y les decían a los jóvenes de la comunidad: “Váyanse a sus pagos, indios, tobas, negros de mierda”. Los jóvenes golpeados en un descampado terminaron en el Hospital Carrasco, con diversas heridas producto de las agresiones.