El juez federal Sebastián Casanello apeló nuevamente el sobreseimiento de dos operadores de relevancia, vinculados a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que habrían tenido un papel protagónico en el armado de la versión de que el magistrado tuvo una reunión en Olivos con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El exfiscal, Eduardo Miragaya y el abogado Santiago Viola, ambos trabajando para la central de espías, impulsaron la presentación de dos testigos falsos que dijeron haber visto a Casanello en la quinta presidencial. De esa manera, se puso en marcha un operativo para sacarlo de la causa por lavado de dinero contra CFK y Lázaro Báez.
Los dos testigos falsos, Gabriel Corizzo y Carlos Scozzino, fueron los que declararon haber visto al juez en Olivos. Ya se probó que mintieron porque a esa hora y ese día ambos estaban en otro lugar. El punto clave ahora es ver quién estuvo detrás de la maniobra.
La jugada consistía en sacar a Casanello de la causa denominada por los medios alineados con el macrismo como La Ruta del Dinero K, que al final no tuvo ningún Kirchner como imputado. El juez revisó sociedades, cuentas, beneficiarios y no encontró relación alguna con CFK: todo los bienes, empresas y fondos de Lázaro Báez tenían como beneficiarios, incluso en su testamento, a miembros de su familia. En ese marco, instalaron la versión de que el juez y la entonces presidenta, tras un encuentro en Olivos, habían armado una especie de complot para que los condenados fueran los Báez y que CFK quedara al margen de las acusaciones. Con los testigos falsos convencieron a un hijo de Báez, Martín, para que recusara a Casanello.
El juez dio una fuerte batalla y probó las falsedades, pero ahora no quiere que los que estuvieron detrás, presuntamente Miragaya y Viola, escapen a una posible condena. El juez Luis Rodríguez tuvo que sobreseer a ambos operadores de la AFI por orden de la Casación, pero ahora la pelota queda en la Cámara Federal, integrada por Martín Irúrzun y Mariano Llorens, que deberá resolver.
La operación contra Casanello exhibió nuevamente el increíble papel que jugaron los servicios de inteligencia, en contubernio con la pata judicial y mediática, alineados todos con el macrismo. El objetivo era acusar y condenar, como sea, a la expresidenta.