River está a 8 puntos de Boca. Una ventaja considerable, que no es tanta si se tiene en cuenta que faltan jugarse 33 puntos y que en el fixture aparece el Superclásico. Detrás de Boca –y delante de River– están Newell´s y San Lorenzo, pero el equipo de Gallardo debe ser el único que asusta un poco a los hinchas boquenses. Sobre todo si vieron el partidazo que jugó el equipo de Gallardo en el primer tiempo de su enfrentamiento con Godoy Cruz. Un factor que juega a favor de Boca es que sólo tiene la vista clavada en el campeonato, mientras que los cañones de River apuntan exclusivamente en la dirección de la Copa Libertadores. Pero los partidos del fin de semana dejaron la impresión de que Boca no está bien y River mantiene la curva ascendente de su juego. La producción del equipo de Núñez en la primera etapa hizo recordar a aquellos comienzos de Gallardo como DT en el club, cuando ganaba, gustaba, goleaba y levantaba hasta el cielo el estandarte del toque y la llegada masiva. Anoche, los encuentros entre Pity Martínez, Nacho Fernández, Driussi y Alario dejaron una marca notable por encima de la media del fútbol argentino. Pity Martínez, que volvió del receso con el manual del volante creativo lujoso y eficiente bajo el brazo, ayer volvió a ser figura. El ex jugador de Huracán se convirtió en el eje de esa comunicación fluida de los de arriba y metió un pase magistral entre líneas (a lo Bochini, a lo Riquelme) para que Alario abriera el marcador. Martínez se siente más cómodo arrancando desde la derecha; se siente agrandado en cualquier sector de la cancha (el pase del gol, por ejemplo, lo hizo desde el medio) y se siente feliz porque sabe que hay varios compañeros que hablan su mismo idioma futbolístico. Alario participó del juego cuando se tiró atrás y fue contundente adelante. En el gol definió magistralmente con el revés del pie derecho, en una pelota que le llegaba más para la zurda.
Fue llamativo que River solo hiciera un gol (tuvo oportunidades para cuatro, por lo menos) y más llamativo aún que los mendocinos se fueron al descanso con el empate en el bolsillo. El gol lo hizo Correa, pero con la complicidad de Batalla. Un remate de aire, sin mucha potencia, no pudo ser retenido por el arquero, quien además tuvo un poco de mala suerte, porque cuando intentó el manotazo para enmendar el error, la pelota tomó un extraño efecto y se le metió en el arco.
La historia del segundo tiempo se escribió con otros trazos. Godoy Cruz empezó a recuperar mejor la pelota y equilibrar el juego en el medio, en la medida en que River perdía precisión en el toque, aunque también se podría alterar el orden de los factores, pero el resultado era el mismo: Rey ya no tenía que padecer tantas llegadas, los del fondo se aliviaron un poco, el juego se hizo más parejo y River agrandó sus debilidades defensivas. Un error de Moreira casi termina en gol de Correa y Gallardo, como veía que el toque ya no funcionaba, mandó a la cancha a Mora y Alonso por Driussi y Alario. Delanteros por delanteros. Toque, por centro de Mora y cabezazo de Alonso. Y cuando menos se lo esperaba, llegó el segundo gol de River. Que fue de cabeza, pero no de Alonso, sino de Mora, a la salida de un corner.
Por lo que hizo en el primer tiempo River ganó bien el partido, ilusiona a sus hinchas y le mete presión a Boca, aunque la distancia parece demasiado larga. Lo que sí queda claro es que si logra más continuidad y repite lo que hizo en casi toda la primera etapa; si se afirma un poco defensivamente, se convertirá en un gran equipo.