Un científico de la Universidad de Melbourne, Perran Ross, permitió que cientos de mosquitos infectados con una bacteria llamada Wolbachia le picaran su brazo como parte de una investigación para combatir al dengue, cuyos resultados publicó el domingo pasado la revista sciencealert.com/wolbachia-mosquitoes-could-be-the-world-s-solution-to-dengue-fever">science alert.
El investigador, quien difunde de manera regular fotos y videos de sus experimentos, en 2017 compartió el estremecedor video en el cual se deja picar por los mosquitos infectados, tweet que se volvió viral en mayo pasado.
La bacteria Wolbachia no se encuentra naturalmente en el mosquito que transmite el dengue, el Aedes aegypti, pero se la puede inyectar e inhibe la capacidad de los insectos para transmitir tanto el dengue, como el zika, la chikungunya y la fiebre amarilla.
Los mosquitos infectados, al ser liberados bloquean la transmisión del virus del dengue a los humanos. Ya hay varios casos exitosos de erradicación de la enfermedad en diferentes partes del mundo. Mientras en Australia los brotes han sido eliminados por completo, en Malasia, donde la enfermedad es endémica, se está empleado el mismo procedimiento.
"En Kuala Lumpur, donde se han liberado miles de mosquitos infectados, las enfermedades transmitidas por el Aedes aegypti se han reducido entre un 40 y un 60 por ciento", celebró Ross.
El procedimiento no es sencillo, ya que primero hay aspirar las células que contienen la Wolbachia del huevo de un mosquito ya infectado e inyectarlo en otro. "Si tienes suerte, sobrevivirá y se transmitirá a la generación siguiente", advirtió Ross, quien confesó que tras las picaduras tuvo que resistir el impulso de rascarse.
Cabe recordar que el dengue se transmite a los humanos solo a través de los mosquitos, y que puede producir vómitos, migrañas, dolores musculares intensos, sarpullidos en la piel y fiebre, síntomas que pueden durar entre 7 y 15 días, tras lo cual la mayoría de los pacientes se recuperan. En casos extremos, sin embargo, puede producir fiebre hemorrágica y vómitos intensos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 se registraron 4,2 millones de casos, aunque afortunadamente relativamente pocas muertes.