El artista y disidente chino Ai Weiwei protestó en silencio en Londres para exigir la liberación del fundador de WikiLeaks, Julian Assange. Ai se mantuvo varios minutos sin decir una palabra frente al tribunal que examina el pedido de extradición de Assange a Estados Unidos, cubriéndose la boca con la mano y mostrando una camiseta rosa en la que se lo podía ver junto al periodista australiano haciendo un gesto obsceno ('fuck you') sobre la frase "Liberen a Assange". "Está preparado para luchar, pero no es justo para él. Libérenlo, dejen que sea un hombre libre", aseguró el artista plástico y cineasta. El juicio de extradición a Assange culminará esta semana.
El martes declaró como testigo de la defensa la exdirectora del Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, Maureen Baird. Aseguró que el Reino Unido no puede extraditar a Julian Assange porque hacerlo sería "injusto y opresivo" y sometería al acusado a un "trato inhumano y degradante". Assange enfrenta 18 cargos por espionaje y piratería informática que podrían valerle un condena de 175 años de cárcel, por la publicación a partir de 2010 de 700 mil documentos clasificados sobre actividades militares y diplomáticas estadounidenses, especialmente en Irak y Afganistán.
"Dejen que sea un hombre libre", dijo Ai Weiwei a los periodistas presentes en la entrada de los tribunales de Old Bailey, y consideró que el fundador de WikiLeaks "representa el valor fundamental de aquello por lo que estamos luchando: la libertad de prensa". Ai, que en 2011 estuvo 81 días detenido bajo el cargo de "incitación a la subversión", explicó que optó por una manifestación silenciosa porque "todas las palabras que nos gustaría decir ya se han dicho". En ese sentido, el disidente chino agregó que "como artista, si no puedo usar mi arte, que es muy limitado, prefiero permanecer en silencio". Ai visitó a Assange regularmente en los últimos años, primero en la embajada de Ecuador en Londres y luego en la cárcel británica de máxima seguridad de Belmarsh. Junto al disidente se encontraba el padre de Assange, John Shipton.
"Horribles efectos físicos y psicológicos"
En el día 16 del juicio de extradición a Assange prestó declaración Maureen Baird, quien trabajó más de 20 años en el sistema penitenciario estadounidense. Baird se refirió a las medidas administrativas especiales (SAM) a las que cree que Julian Assange estaría sujeto si fuera finalmente extraditado a Estados Unidos.
Sobre los presos que supervisó bajo dicho régimen, Baird aseguró: "Estaban en confinamiento solitario, técnicamente, las 24 horas del día. No hubo absolutamente ninguna comunicación, de ningún tipo, con otros internos. La única forma de interacción humana que encontraban era cuando el personal de la institución atravesó la unidad durante sus rondas de inspección o cuando recibían las comidas en la puerta de cada celda". A los detenidos del SAM se les permiten apenas treinta minutos de teléfono al mes, todas las llamadas son monitoreadas por un agente del FBI y deben programarse con dos semanas de anticipación.
Baird aseguró que llamar a estas condiciones de reclusión "indebidamente duras" es quedarse corto: "No entiendo cómo la Agencia Federal de Prisiones ha podido continuar con este tipo de unidades de aislamiento, dados todos los estudios, informes y hallazgos de los horribles efectos físicos y psicológicos que tienen en los reclusos".
La justicia británica debe determinar si la solicitud de extradición estadounidense de Assange cumple una serie de criterios jurídicos y, en particular, si no es desproporcionada o incompatible con los derechos humanos. La jueza Vanessa Baraitser, a cargo del caso, ya advirtió que su decisión "probablemente se conozca tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos". La defensa del periodista australiano sostiene que el intento de extraditar y juzgar a su cliente en Estados Unidos tiene motivaciones políticas y es impulsado directamente por el presidente Donald Trump.