La disputa por el territorio de Nagorno Karabaj expresa un conflicto de larga data entre las etnias armenios y azeríes y sus respectivas religiones dominantes, el cristianismo ortodoxo y el Islam. A principios del siglo XX hubo sangrientos enfrentamientos entre los habitantes de ambos pueblos por motivos religiosos, sobre todo en Genocidio armenio a manos de Turquía (1915-23). En 1921 el enclave montañoso poblado en su mayoría por armenios pasó a formar parte de Azerbaiyán, de mayoría musulmana. A fines de la década de los 80, y ante el colapso de la Unión Soviética, Nagorno Karabaj pidió su incorporación a la vecina Armenia. El Parlamento del enclave votó a favor de esta unificación. En 1991 se llevó a cabo un plebiscito para avalar la misma que se zanjó con el voto favorable de la aplastante mayoría de la población proseparatista.
Sin embargo la caída de la URSS en 1991 dio un nuevo impulso a las diferencias entre entre armenios y azerbaiyanos. Durante ese año hubo enfrentamientos de distinto tipo y magnitud que desencadenaron en una guerra. Para finales de 1993 el conflicto ya había causado más de 25.000 muertos. En tanto que unas 800 mil personas abandonaron Azerbaiyán. Al término de los combates, en 1994, las fuerzas armenias se hicieron con el control del Karabaj. También ocuparon vastos territorios azerbaiyanos que llaman "franja de seguridad" para unirlo a Armenia. En 2016 se dió el úlitmo enfrentamiento entre ambos países, denominado "la guerra de los cuatro días". Actualmente Azerbaiyán sostiene que la solución al conflicto pasa necesariamente por la liberación de los territorios ocupados. Varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU respaldan este pedido. Armenia, por su parte, apoya el derecho a la autodeterminación de Nagorno Karabaj. Además aboga por la participación de los representantes del territorio separatista en las negociaciones sobre el arreglo del conflicto.