El médico de guardia entró pechando con el hombro de manera muy violenta a la médica residente. Fue en el estar del servicio de terapia intensiva del hospital Tornú. El médico tenía suficiente espacio para pasar, pero eligió el cuerpo a cuerpo. “Podría pedirme permiso”, le señaló la jefa de residentes, María Laura Díaz. Cuando salió del cuarto, el médico volvió a hacerle lo mismo, pero desde atrás, muy deliberadamente. María Laura volvió a encontrarlo en la zona de guardia conversando con el jefe de terapia intensiva y se quejó por el maltrato recibido. La respuesta fue, a los gritos, “gorda de mierda, a vos no te toco ni con un palo”.
Ocurrió el 3 de agosto, en plena pandemia. El jefe de servicio no dijo nada. Desde afuera escuchaban todo, una jefa de infectología del hospital, junto con dos testigos más. La médica residente le respondió al violento “lo voy a denunciar por violencia de género”. La respuesta fue despreciativa: “Señora, señora, usted no me puede hacer nada porque soy abogado”, mientras levantaba la mano, en señal de amenaza. Finalmente, pocos días después de este hecho a María Laura se enteró de que la habían dejado fuera de sistema de Salud de la Ciudad.
Le pedimos disculpas a María Laura Díaz por reproducir en el título de esta nota una frase que al leer la revictimiza. Pero es indispensable que se conozca con exactitud la violencia que padecen muches trabajadores de la salud y se esconde tras los “pactos de caballleros” de ambo blanco. El 5 de abril de 2019 Soy entrevistó a Samanta Malaherre, instrumentadora quirúrgica del Hospital Udaondo, que logró que la Justicia obligue a 2 cirujanos, que la hostigaban al grito de “torta” y le impedían trabajar, a hacer un curso de la Subsecretaría de Derechos Humanos. A la denuncia de Samanta se suma ahora la de María Laura Díaz por violencia de género, en el hospital Tornú. María Laura tiene 34 años y es chaqueña.
GORDOS, TRAVAS Y BOLIVIANOS
¿Cómo dirías, por tu experiencia, es el trato en el sistema médico de CABA hacia los cuerpos no hegemónicos, los que no son como Barbie y Ken?
El ámbito municipal, entre los médicos, es bastante violento con el aspecto físico. Y esa violencia es jerárquica, de arriba hacia abajo. En tiempos de covid usamos el ambo quirúrgico y son muy comunes los comentarios “a vos te queda muy ajustado”. También hay mucha xenofobia, es muy común escuchar “son todos bolivianos”. Lo dicen por detrás, no se lo dicen en la cara a los médicos extranjeros. También ocurre cuando ingresa un paciente trans, el trato suele ser discriminatorio. Durante mi carrera no vi eso, no es algo que ocurra en la facultad o entre los residentes.
¿Cómo era tu relación con el médico de guardia que te maltrató?
Desde que lo conocí tuvimos poco trato, porque suele hacer comentarios malintencionados. Nunca vi a otro médico maltratar tanto a las enfermeras. Son muy odiosos sus comentarios sobre el aspecto físico de los demás.
¿El jefe de servicio te defendió de la agresión?
No, al contrario. Aquel día mi residente me trajo a casa media hora antes de mi horario, porque me sentí muy mal. Pensé que se iba a disculpar por no haber intervenido. Pero no, llamó para amenazarme con hacerme una nota y echarme por abandono de pacientes, por haberme ido media hora antes. Me dijo que la terapia intensiva me quedaba grande y que él no vio nada de lo que estoy denunciando. En Fiscalía están las capturas de pantalla con los horarios de sus llamadas amenazantes, por si es necesario que entren en el expediente. Al día siguiente yo tenía una guardia paga en terapia intermedia, conté lo que me pasó y me dijeron que no podía volver con mi jefe. Me llamaron a la subdirección y me indicaron que cumpliera horario en terapia intermedia hasta que se investigue lo ocurrido. Cosa que nunca se hizo. Mi jefe me fue a buscar violentamente. Volvió a intervenir la subdirectora. Después empezó a mandarme mensajes de manera indirecta a través de enfermeros.
¿Podés decir los nombres de estos médicos?
Sí, porque están hechas las denuncias no solo en la dirección del hospital sino también ante el Ministerio Público Fiscal, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Trabajo y el Inadi. El médico de guardia que me agredió es Claudio Garabedian. Y el jefe del servicio es Marcelino Laureano Linares.
EL HOSPITAL POR DENTRO
¿Por qué elegiste el Tornú para hacer la residencia?
Porque cuando estudiaba tuvimos muchas rotaciones en ese hospital y me gustaba el trato entre médicos y hacia los pacientes en el servicio de clínica médica. No conocía la unidad de terapia intensiva. Estudié en la Fundación Barceló. En la facultad no hay rotación por terapia intensiva ni por emergentología. Son especialidades que se eligen poco porque exigen mucho sacrificio y están mal pagas.
¿En qué año ingresaste a terapia?
Fue en 2017. La residencia consta de 4 años. El primero se cursa en clínica médica. Allí se trabaja muy bien en el Tornú, todos los residentes están supervisados. En segundo pasé a terapia intensiva. No había otros residentes ni jefe de residentes. Elegí la especialidad porque el anterior jefe del servicio le daba importancia a la formación de nuevos terapistas y de allí salieron muy buenos residentes. Con el cambio del jefe de servicio, todo eso se desplomó.
¿O sea que te formaste con este nuevo jefe de servicio? El que estuvo presente cuando el médico de guardia te agredió verbalmente.
La terapia del Tornú funciona así: está el jefe de servicio y debería haber médicos de planta que lleven el seguimiento de los pacientes todos los días (esto no se cumple). Y médicos de guardia, a razón de 2 por día. Estos médicos cobran por 24 horas, pero nadie permanece tanto tiempo en el servicio. No se hacen cargo de los residentes. Yo no sabía ni intubar ni poner una vía básica. Por suerte me enseñaron una médica de guardia (es muy tímida, no le va a gustar que la nombre) y el ex médico de guardia de los lunes, que regresó a su país, Bolivia. Es otro problema que hay con esta especialidad. Los residentes de terapia extranjeros vuelven a su país de origen porque en Argentina está muy mal pago este trabajo.
¿Cuánto cobrás?
Alrededor de 48 mil pesos por trabajar de lunes a viernes de 8 a 17, más las guardias. Una trata de quedarse con guardias para sumar ingresos. Pero en este servicio es imposible. El jefe cobra la guardia, se va y se queda un residente. Por lo general, un jefe de servicio quiere retener a sus residentes, pero no es el caso en la terapia intensiva del Tornú.
Y el residente que queda solo, ¿sabe qué hacer con los pacientes?
Yo tuve la suerte de tener a esa médica y ese médico que me enseñaron lo básico, pero los chicos que vinieron después, no. En los otros servicios, cuando el paciente está muy crítico, tiene que contar con la terapia intensiva. Se supone que debe haber gente capacitada. Me autogestioné muchos cursos en estos años, pero como residente de primero y de segundo no estaba preparada para resolver muchas cosas.
¿Y cómo es la mortalidad del servicio en esas condiciones?
Intenté hacerme cargo de llevar un score con estadística. Pero el jefe de servicio me dijo: “Laura, vos estás calculando mal los scores. La mortalidad está dando demasiado alto. Dejá que la calculo yo”.
¿Cómo manejan estas situaciones en la terapia intensiva en tiempos de covid? ¿Quiénes te ayudan a cambiarte? ¿Qué hacen los demás médicos?
Nos ayudamos entre residentes y enfermeros. Los médicos no entran a ver pacientes. Excepto el del miércoles, que es el único que cumple sus 24 horas de turno. Y la médica de los jueves, que también ve pacientes, porque le interesa mucho la parte asistencial de la terapia. El jefe del servicio entraba a ver pacientes antes del covid. Desde que empezó la pandemia, los mira desde afuera. En un momento dije “esto es un desastre”. Los residentes nos vamos a las 17 y si un paciente precisa ser intubado a las 19, hay que esperar al otro día. Peleamos para que los médicos de guardia vayan y hagan su trabajo.
¿La dirección del hospital no hizo nada?
Desde el 12 de agosto, no hay respuesta. El director se llamó a silencio. Ese día quisieron que ingresara sola a una entrevista con el director, Luis Castañiza, y la abogada del hospital, cuando la Ley Micaela indica que la víctima de violencia debe estar acompañada. Ese día me iban a acompañar el presidente de la Gremial del hospital y también desde el Comité de Prevención de las Violencias del Tornú. Desde la Dirección General Docencia, Investigación y Desarrollo Profesional del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dijeron que “en pandemia queda mal cerrar la residencia de terapia intensiva” del Tornú. Al comienzo estaban orientados a cerrarla, después dijeron que no tenían capacidad para hacerlo y le pasaron la pelota al director. Pero que siga en estas condiciones… Nuestros reclamos son acompañados por las asambleas de residentes y concurrentes del Tornú y de CABA, la Filial Tornú de Médicos Municipales y el Comité de Prevención de las Violencias del hospital.
¿Qué va a pasar con vos?
Mi contrato terminó el miércoles. Fui electa como jefa de residentes por votación en diciembre del año pasado. El director ya firmó los papeles de todos los jefes de residentes de los demás servicios, pero los nuestros no. Todo indica que no voy a tener trabajo en el este hospital ni en ningún otro del sistema público de CABA.