En Estados Unidos ha sido frecuente entre los estudiosos de las relaciones internacionales usar el concepto “la trampa de Tucídides” que formulara Graham Allison, profesor de la Universidad de Harvard. Con esta idea él explicaba el estado y devenir de la relación entre Estados Unidos y China. La trampa de Tucídides apela a la afirmación del historiador griego en su Historia de la guerra del Peloponeso (siglo V a.C.) en la que aseveraba que “fue el auge de Atenas y el miedo que esto creó en Esparta la que la empujó a la guerra”. Con esto se quiere decir que cuando una potencia ascendente reta a una potencia establecida se pueden generar condiciones para que se produzca una guerra.
El argumento, que ha tenido defensores y detractores, remite a los procesos de transición de poder y a los modos en que se dirimen entre grandes potencias. Desde la perspectiva estadounidense, el acento se coloca en una dinámica exógena y con sesgo unidireccional: en este caso, y de modo exclusivo, el desafío es externo y se deriva del gradual auge chino en materia económica y tecnológica. Se presume que la pugnacidad entre Washington y Beijing repetirá la historia que caracterizó el alza y caída de las naciones poderosas en Occidente.
Con otro lente más atento a los fenómenos domésticos, Carla Norrlof de la Universidad de Toronto examina el estado y desarrollo de la rivalidad entre Estados Unidos y China mediante lo que denomina la “trampa de Ibn Khaldun”. En su ensayo para un informe ("Great Power Competition and the Rising US-China Rivalry") de septiembre de este año del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, la autora recupera la obra Introducción a la historia universal del gran pensador del siglo XV nacido en lo que hoy es Túnez. Ibn Khaldun adoptó una mirada cíclica de la historia subrayando la ascensión y el derrumbe de familias, naciones y civilizaciones. Su atención principal se localizó en lo interno y en la sociedad. El concepto clave que guió su obra fue el de asabiyyah, que ha sido traducido como cohesión social, solidaridad grupal, propósito compartido o sentido de pertenencia. Esa vínculo intenso y fraterno conduce a la cima y a los logros pero su ausencia sienta las bases para el declive y la decadencia.
El insólito y caótico primer debate presidencial entre Donald Trump y Joseph Biden reflejó, simbólicamente, la notable erosión de la asabiyyah en un Estados Unidos cada vez más polarizado, desigual e irascible. Un país carente hoy de destino común. No se trata de la trampa de Tucídides, sino de la de Ibn Khaldun. No es China, son los propios estadounidenses los que están debilitando y agrietando los cimientos del poderío del país.
Juan Gabriel Tokatlian es vicerrector de la Universidad Di Tella