La crisis económica y social causada por la pandemia volvió a visibilizarse esta vez en forma de números: 11,7 millones de personas quedaron bajo la línea de pobreza, el 40,9 por ciento de la población residente en los 31 aglomerados urbanos que releva el Indec. De ese total, el 10,5 por ciento son indigentes. Es decir, no alcanzan a cubrir una canasta básica alimentaria. Se trata de 2,9 millones de personas.
Los datos corresponden al primer semestre del año, que estuvo marcado por una fuerte caída de los ingresos y el aumento de la desocupación como consecuencia no deseada de las medidas de aislamiento preventivo para frenar el avance de la covid-19. En su comparación interanual, la pobreza subió 5,5 puntos porcentuales, desde el 34,5 por ciento que registraba entonces el indicador oficial. La indigencia pasó de 7,7 a 10,5, con un alza interanual de 2,8 puntos porcentuales.
Estas cifras profundizan una crisis que parecía haber tocado fondo hacia el fin del gobierno de Mauricio Macri: el candidato que prometía pobreza cero entregó un país con 35,5 por ciento de personas bajo la línea de pobreza y 8 por ciento de indigencia. La política económica del macrismo pegó tan duro como la pandemia: la pobreza en Argentina aumentó 5,4 por ciento durante los meses más severos de la crisis sanitaria que castiga a la humanidad, y 5,2 por ciento durante la gestión de Macri, que en el segundo semestre de 2016, el primer dato oficial que publica el Indec, afrontaba una pobreza del 30,3 por ciento. Dado que aún se está cursando la crisis, no se conocen las consecuencias definitivas de la covid-19 en los indicadores sociales, pero los datos publicados este miércoles por el Indec corresponden a un periodo que estuvo mayoritariamente protagonizado por la pandemia, y se pueden tomar como equivalentes al impacto cuantitativo de esta crisis en la pobreza e indigencia.
Una vez conocidos los números, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, explicó que "hay nuevos pobres a partir de la pandemia" sumada a "una pobreza estructural", de personas que ya estaban en esta situación. En este sentido, el ministro aseguró que "primero hay que rescatar a los que cayeron en la pobreza porque se quedaron sin trabajo o perdieron sus ingresos y luego hay que poner el foco en niveles de pobreza núcleo altos desde hace mucho tiempo".
Daniel Schteingart, director del Centro de Estudios para la Producción (CEP-XXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo, afirmó que el dato semestral en realidad es un promedio de dos trimestres: el primero tuvo una pobreza cercana al 35 por ciento, y el segundo, al 47 por ciento. "El impacto negativo del segundo trimestre condensa todos los efectos negativos juntos: a la brutal caída del empleo por la pandemia (similar a la registrada por Colombia, Chile o México), se suma que la EPH captó muy poco IFE porque pregunta por los ingresos del mes anterior. Es decir, en el segundo trimestre se preguntan por ingresos de marzo-abril-mayo. El IFE empezó a pagarse a fines de abril y la primera ronda terminó en junio", aseguró.
Desde el gobierno calculan que el impacto social y económico del IFE desde su implementación hasta junio, permitió que 3 millones de personas no cayeran en la pobreza en medio de la crisis sanitaria.
El ingreso total familiar promedio de los hogares pobres fue de 25.759 pesos, mientras la canasta básica total promedio, que determina la línea de pobreza, alcanzó los 43.785 pesos, por lo que la brecha se ubicó en 41,2 por ciento, el valor más alto
de la serie desde 2016, por cuarto semestre consecutivo. De esta manera, "no solo hubo un aumento en
la incidencia de pobreza respecto del segundo semestre de 2019, sino que la situación de las personas
bajo la línea de pobreza empeoró por la mayor distancia entre sus ingresos y la canasta básica", asegura el informe del Indec.
Niños y adolescentes
El 56,3 por ciento de las y los niños de entre 0 a 14 años son pobres. La pobreza infantil alerta especialmente, por sus consecuencias: no solo limita el acceso a los derechos de las infancias, sino que ensancha y predice las brechas de desigualdad en el futuro.
El rango etario que mayor sufrió el impacto de la pandemia fue el de las personas entre 15 y 29 años, que aumentaron 7,1 puntos porcentuales. El porcentaje total de pobres dentro de este grupo es de 49,6 por ciento. De las personas de entre 30 y 64 años, un 36,2 por ciento es pobre. En la población de 65 años y más prácticamente no hubo modificaciones: un 11,4 por ciento se mantuvo bajo la línea de pobreza.
Por regiones
Las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en las regiones Noreste (NEA) con 42,8 por ciento y Gran Buenos Aires (GBA) con 41,6 por ciento. Las menores se registraron en Cuyo (39,5 por ciento) y Patagonia (37,0).
La pobreza aumentó en 3,8 puntos porcentuales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
mientras que en los partidos del Gran Buenos Aires se observó un aumento de 7 puntos porcentuales con respecto al segundo semestre de 2019, alcanzando 47,5 por ciento. Tanto la región en su conjunto como los dos aglomerados que la componen
alcanzaron sus valores máximos desde el 2016.
Los registros de variaciones más altas se presentaron en los conglomerados de Mar del Plata (13,9 por ciento y Viedma-Carmen de Patagones (10,9 por ciento).